La consentida del profesor

Capítulo 5

Me despierta el sonido de mi teléfono en el buró junto a la cama. Miro la hora y comprendo que son las ocho de la mañana y que es sábado. Por el amor de Dios, ¿quién me llama tan temprano un sábado?

Me estiro rápidamente y tomo el teléfono. Mi corazón cae hasta mis pies cuando veo el número de Jude en la pantalla. Deslizo mi dedo por la pantalla para contestar.

- Buenos días, preciosa.

- Esto... Profesor Darling, ¿por qué me llamas a las ocho de la mañana un sábado?

- Prefiero que me llames Jude cuando no estemos en clase.

- Cierto. Jude, ¿por qué me llamas a las ocho de la mañana un sábado?

Lo escucho riéndose por el teléfono.

- Me gustaría verte hoy. ¿Puedo pasar a recogerte en una hora?

- Esto...

Me quedo un rato pensando y sin decir nada.

- ¿Te dejé sin palabras, Anya?

- Sí, recógeme en una hora.

- Bueno, entonces es una cita. O no.

- Puede ser.

- Bueno, lo llamaremos como tú quieras. Nos vemos luego.

Terminamos la conversación y cuelgo, ¡y suelto un grito de alegría! Claire viene corriendo a mi habitación.

- ¡¿Qué coño?! Anya, ¿te encuentras bien?

- Creo que me voy a morir. – Dramatizo la situación haciendo caer hacia atrás de espaldas sobre la cama y poniendo sonrisa de tonta.

- ¡¿Qué?! ¿Por qué?

- El profesor Darling... No, Jude, me pidió que nos veamos hoy.

- ¡Espero que hayas aceptado!

- Claro que sí. No dejaría pasar la oportunidad de conocerlo mejor.

- ¡Eso es escandaloso y caliente! Sabía que había un motivo para que fueras mi mejor amiga. ¿Qué te vas a poner?

Luego recuerdo que no estoy segura de qué ponerme ni de qué vamos a hacer. Mientras lo pienso me pongo a hacer otras cosas y cuando quiero darme cuenta faltan menos de cinco minutos.

- Llegará ya mismo, asegúrate de estar lista y de divertirte. – Claire está más nerviosa que yo.

- Te prometo que lo intentaré.

- Haz todo lo que yo haría.

- Las cosas que estarías dispuesta a hacer me asustan.

- Justo eso. Es hora de que te relajes y comiences a vivir. Y este fin de semana próximo ya tendrás tiempo para estudiar y preocuparte.

Sé que Claire tiene razón. Las pausas son algo bueno. La diversión es algo bueno. Pero ahora me siento realmente emocionada.

Suena el timbre y las dos damos un salto en nuestros sitios. Salgo corriendo para contestar y ve como Claire sale a toda pastilla detrás de mí.

- Recuerda mis sabias palabras. – Me dice antes de que asienta y le cierre la puerta en la cara.

Veo a Jude esperándome apoyado contra el capó de su coche rojo.

- Guau, te ves peligrosamente hermosa, Anya.

- Gracias, tú también. Espero que este conjunto sea el adecuado para nuestra aventura. – Le digo señalando mi vestido de verano.

- Estás más que perfecta para todas nuestras aventuras.

Con una tonta sonrisa en la cara me reclino en el asiento mientras Jude se aleja de mi edificio. Me río al ver a Claire en la ventana despidiéndose de mí como una mamá orgullosa.

- ¿Y a dónde vamos a ir primero?

No puedo no sonrojarme por la forma en que los largos dedos de Jude aprietan con precisión el volante. Este hombre transpira responsabilidad y experiencia, y por eso me siento encendida.

- Primero pensaba en invitarte a desayunar.

- Eso suena genial.

- Hay muchas cosas geniales que tengo planeadas para hoy.

Se me enrojecen las mejillas por sus coqueteos. Con cada palabra me atina justo en el centro. Me muero de hambre.

Jude me mira brevemente para sonreírme, y mi corazón comienza a latir más rápido. De pronto entro en pánico.

- Jude, ¿crees que está bien que nos vean juntos? Digo, ¿no podrías perder tu trabajo?

- La universidad recomienda que no nos veamos con los estudiantes. Donde te voy a llevar tendremos más privacidad, así que no tenemos que preocuparnos.

El solo pensar en estar con él a solas me tiene retorciéndome en mi asiento. El coche se detiene enfrente de una casa.

- Ya hemos llegado. Bienvenida a mi hogar.

Nos bajamos del coche y entramos por la puerta principal. Miro alrededor de su apartamento de soltero. Me sorprendo de lo arreglado y limpio que está. Y por supuesto, como no, hay libros por todos lados, pero lo que me llama la atención es un libro en específico en un lugar muy visible.

- Siéntete como en casa, Anya. – Me señala el sofá para sentarme, sí quiero. – Voy a la cocina a preparar el desayuno.

Pero no le estoy prestando mucha atención, mis objetivos son otros: descubrir de qué libro se trata. Me acerco y alzo el libro que está en la mesa boca abajo y me sorprendo.

- ¿Por qué tienes este libro? Este es el libro que estaba leyendo.

Los ojos de Jude brillan y me echa una sonrisa.

- Lo cogí el día que nos vimos en la biblioteca. Tenía curiosidad por saber qué era lo que te atraía tanto.

- ¿Y te gusta?

- No es lo que pensé que sería. Esperaba lecciones sobre sexo. Pero de hecho es la peor novela erótica que he leído.

No puedo evitar reírme porque su cara parece un tomate al decir esa frase.

- Estoy sorprendida.

- ¿Por qué?

- Me parecías tan seguro de ti mismo cuando coqueteabas conmigo en tu oficina. No pensé que un sucio librito romántico te hiciera sonrojar.

- No me sonrojé. – Contraataca. – Un día me gustaría probar algunas de esas aventuras contigo.

Jude se va a la cocina que está junto a la sala de estar. Y yo le sigo detrás porque no me ha dado tiempo a preguntarle.

- ¿Te puedo ayudar?

- ¿Con las aventuras? Sí.

- Quise decir con la cocina.

- No. Quiero que te sientes y te relajes.

Decido sentarme en su suave sillón mientras él prepara el desayuno. No pasa mucho tiempo, y Jude vuelve con dos tazas de café y dos platos; uno con fruta y otro con pastelitos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.