PRIMERA PARTE: Desaparecidos - CAPÍTULO 13

—¿Me mandaste llamar, abuelo?— preguntó Llewelyn desde la entrada de la tienda de Nuada.

—Ven acá, muchacho— le dijo él, haciéndole señas con la mano—. Siéntate— le indicó una silla.

Llewelyn se sentó. Su mirada se desvió curiosa hacia una alfombra mullida, cubierta con confortables almohadones, que había sido colocada en el suelo, a la izquierda de la mesa.

—¿Cómo te fue con Angus esta mañana?— le preguntó su abuelo.

Llewelyn posó su mano instintivamente sobre el pomo de la espada que Angus le había procurado para sus prácticas. Una espada de verdad, casi tan hermosa como la que su padre portaba.

—Su entrenamiento es mucho más duro que el tuyo, casi no me da respiro durante las lecciones— comentó Llewelyn.

—Excelente. El arte de usar la espada no es un juego, Llewelyn, su buen manejo puede salvarte la vida.

—Nunca antes había tenido que entrenarme para defender mi vida— replicó Llewelyn.

—Las cosas han cambiado— explicó Nuada.

—Es por la desaparición de mi padre, ¿no es así?

—Sí, querido, eso me temo.

—¿Hay alguna noticia de él o de mi madre?

—Nada sobre él, me temo. Las patrullas que enviamos con Eltsen no han reportado nada en las inmediaciones. Hoy armaré nuevos grupos para que salgan a investigar las sierras.

—¿Y mi madre?

Nuada suspiró.

—Tarma dice que está bien, pero que aun no lo ha encontrado. Lamentablemente, tu madre es más obstinada que tu padre y no quiere revelar su paradero ni sus planes para que podamos ayudarla a encontrarlo. Lo lamento, Llew, hacemos todo lo que podemos.

—Ya pasó casi un mes…— murmuró Llew, apesadumbrado.

—Yo también estoy muy preocupado— señaló Nuada—. Por eso te mandé a llamar.

Llewelyn levantó la vista, atento.

—Tu madre me permitió entrenarte con armas, enseñarte a defenderte, pero hay algo más que podemos hacer, algo que te ayudará a estar mejor preparado, y que tal vez contribuya a encontrar a tu padre.

—Dímelo— lo urgió Llewelyn.

—Es un asunto delicado, algo que tu padre debería hacer, pero en su ausencia y ante las presentes circunstancias…

—Dímelo, abuelo— insistió Llewelyn.

—Supongo que sabes que tu madre es una Mensajera, tiene la habilidad de comunicarse a la distancia.

—Sí, en el bosque lo hacíamos todo el tiempo, sobre todo cuando yo salía a explorar y ella me llamaba para que volviera a comer o para asignarme tareas— explicó Llewelyn. Su rostro se ensombreció al recordar que su madre no se había comunicado con él en casi dos semanas y que prefería solo hacerlo con Tarma. La extrañaba.

—Tu padre también tiene una habilidad, una habilidad muy compleja que lo ayudó a vencer a Wonur.

—Lo sé— asintió Llewelyn—. Aunque él no habla mucho de eso.

—Siendo hijo de dos padres con habilidades especiales, es seguro que tú también tienes una— le anunció Nuada.

—No— negó Llewelyn con la cabeza—, yo no sé hacer nada especial.

—Eso es porque tu habilidad está dormida, no ha sido despertada todavía.

—¿Estás seguro? ¿Yo tengo una habilidad?— preguntó Llewelyn un tanto incrédulo.

—Razonablemente seguro.

—¿Y cuál es?— preguntó el muchacho, intrigado.

—Eso es lo que quisiera ayudarte a descubrir— le respondió Nuada.

—¿Tú puedes hacerlo? ¿Puedes despertarla? ¿Cómo?

—Mediante algo llamado conexión. Puedo conectar mi mente con la tuya, y así, traer a tu conciencia la habilidad que subyace oculta en tu mente. Es un proceso delicado. Una vez iniciado, deberás recibir cierto entrenamiento para aprender a manejarla. Una habilidad fuera de control es muy peligrosa.

—Entiendo.

—Debo ser sincero contigo, tu madre me pidió específicamente que no te iniciara, que debía dejarle el asunto a tu padre…

—Pero mi padre está perdido y mi madre no puede encontrarlo— le retrucó Llewelyn—. Si mi habilidad puede ayudar… debo hacerlo, no puedo esperar a que él regrese. Tal vez mi habilidad sea la única esperanza de recuperarlo.