—¿Recuerdas cómo te expliqué que funciona una burbuja temporal, acelerando o haciendo más lento el tiempo?— preguntó Humberto.
—Sí— respondió Lug.
—Hay una barrera temporal en la cordillera que separa el sur del norte— explicó Humberto.
—¿Por qué pusiste esa barrera?
Humberto se echó a reír con ganas.
—Me halagas, pero yo no podría haberla conjurado nunca y mucho menos sostenerla.
—¿Entonces quién?
—Alguien muy poderoso. La verdad es que todo este tiempo pensé que eras tú, pero claramente no tienes ni la menor idea sobre el asunto. Al principio, pensé que era alguien del lado norte que la había construido para desfasar el tiempo con el sur, pero ahora creo que es alguien aquí mismo, en el sur.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—El lugar que quiero mostrarte.
—¿Cómo funciona la barrera? ¿Cómo corre el tiempo?
—El tiempo está acelerado de este lado— explicó Humberto.
—¿Qué tan acelerado?
—No lo sé con exactitud, pero el año que pasaste en el palacio de Dresden, no deben haber sido más de seis semanas del otro lado.
Lug abrió los ojos, asombrado.
—¿Solo seis semanas?
—Más o menos una semana— asintió Humberto.
Eso explicaba por qué Dana no lo había encontrado todavía. Debía haberle llevado casi dos semanas llegar hasta Faberland. Lug le había dicho que lo esperara allí para reunirse con Nuada y Calpar. Lo más probable es que aun estuviera tranquilamente esperándolo allí. A estas alturas, debía estar comenzando a preocuparse, especialmente porque seguramente no había podido comunicarse con él. O tal vez la falta de comunicación ni siquiera la había perturbado, después de todo, él había estado rechazando sus llamados para evitar discutir con ella.
—¿Para qué erigir semejante barrera?
—Muy buena pregunta. Supongo que para bloquear el paso entre el norte y el sur.
Lug negó con la cabeza.
—Ana pasó sin problemas, no hay impedimento físico— señaló Lug.
—¿Ana?
—La hermana de Akir.
—¡Ah, sí! La Sanadora. Bueno, supongo que entonces es para ganar tiempo.
—¿Ganar tiempo?
—Quien quiera que sea, está preparándose para algo y necesita más tiempo del normal. Imagino que mientras los del norte apenas comiencen a sospechar que algo está mal, los del sur estarán más que preparados para arrasarlos— explicó Humberto.
—Tal vez solo se trate de bloquear nuestras habilidades para que no puedan traspasar la cordillera desde el norte— ofreció Lug.
—Puede ser— concedió Humberto—. Pero esa es una estrategia peligrosa.
—¿Por qué lo dices?
—Piénsalo. Si los ex-Antiguos se encuentran con que sus poderes no pueden traspasar la barrera, vendrán a este lado y lucharán aquí mismo. No es inteligente traer al enemigo a tu puerta, mucho menos dejar que entre a tu casa.
—A menos que quieras destruir tu propia casa— comentó Lug.
—Y culpar a otros en el proceso— terminó Humberto.
—Pero, ¿por qué? No tiene sentido. ¿Por qué buscar provocar una guerra?
—¡Oh, Lug! A veces me parece que no has aprendido nada en todos estos años. Tu ingenuidad me conmueve. Hay una larga lista de motivos para provocar un conflicto y estoy seguro de que no necesitas que te los enumere. Pero tal vez no se trate de traer aquí a los ex-Antiguos, solo a ti.
—¡Todos aquí parecen querer algo conmigo y me gustaría saber qué es!— exclamó Lug, levantando los brazos frustrado.
—Yo diría que controlarte está encabezando la lista— respondió Humberto.
—¿Controlarme cómo y para qué?
—El cómo es más fácil: cegándote, privándote de tu memoria...
—Encadenándome a una pared en una habitación de balmoral, secuestrando a mis amigos— agregó Lug, sarcástico.