La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

QUINTA PARTE: Reunidos - CAPÍTULO 83

—¿Y bien?— preguntó Humberto—. ¿Descubriste algo que no concuerde?

Cormac no contestó.

—Claro que no— continuó Humberto.

—Tu patético intento de culpar a Marga de todo no va a funcionar— le advirtió Cormac.

—¿Qué me dices del borrado de memoria que hiciste? ¿Ella te lo pidió?

—Ella no me lo pidió— gruñó Cormac.

—Pero lo hiciste por ella, ¿no?

Cormac no contestó.

—Cuando amas a alguien haces cosas por ellos— dijo Cormac luego de un momento.

—No dudo de la sinceridad de tu amor, Cormac, pero sí dudo de la de ella.

—No te atrevas…

—Sí me atrevo, Cormac. Me atrevo porque me concierne. Nos borraste a Alric y a mí de toda la memoria del Círculo. Y no contento con eso, borraste todo conocimiento del sur en el norte y del norte en el sur. ¿No te parece un poco excesivo?

—Marga estaba muy deprimida, yo…— intentó disculparse Cormac.

—Y cuando Marga estuvo en problemas, ¿A quién acudió? ¿A ti? No, claro que no, acudió a Nuada para que la protegiera y le diera un lugar donde tener a su bebé. Eso te debe haber dolido, ¿no?

—¡Cállate!

—Te usó, Cormac. Como nos usó a todos. Incluso a Bress.

—¿Bress?

—No creo que Bress la haya violado.

—No, ella no pudo haber…— negó Cormac con la cabeza.

—¿Alguna vez viste a Bress violentarse con ella? ¿Alguna vez lo viste siquiera levantarle la voz? Bress se derretía ante su presencia y lo sabes. ¿Crees que no hubiera podido detener la ejecución de Alric si hubiese querido? ¡Pero claro que no tenía intenciones de detenerla! ¡Ella misma lo delató! Y luego me culpó ante ti y me hizo creer que tú lo habías hecho, poniéndonos uno en contra del otro. ¿No entiendes que si ni tú ni yo delatamos a Alric, tuvo que ser ella?

—No es posible…— murmuró Cormac, tratando de buscar otra explicación.

—Esa mujer te llevó a hacer un pacto con Wonur, Cormac. Algo que juraste jamás hacer, y lo hiciste por ella. Tú perdiste tu alma por su causa. Nuada perdió su mano para poder conseguirle su propio Anguinen. Yo perdí mi identidad y mi lugar en este mundo. Nos engañó a todos, nos usó y nos descartó.

—¿Con qué fin, Humberto? No tiene sentido.

—No tiene sentido para nosotros, pero recuerda que ella podía ver el futuro. Ella usó su conocimiento del futuro para prepararse.

—¿Prepararse para qué, Humberto? ¡Ella está muerta!

Humberto suspiró.

—Al principio, pensé que todo lo había hecho por su hijo, que había arreglado todo para que Lug se convirtiera en el gran héroe del Círculo, para que tomara posesión y reinara sobre todo nuestro mundo— explicó Humberto.

—A Lug no le interesa reinar sobre nada— negó Cormac con la cabeza.

—Sí, ahora lo sé. Eso me tuvo bastante confuso éste último mes. Me preparé durante mucho tiempo para confrontar a Lug, y resultó ser que él no tenía nada que ver con toda la conspiración que se estaba fraguando en el sur.

—¿Conspiración?

—El desastre de Cryma, la cúpula de energía activa… Lug piensa que alguien lo atrajo hacia el sur.

—¿Sabe por qué?

—No, y tampoco yo lo sabía, hasta hoy…

—Continúa.

—Tú deberías saberlo mejor que yo, o tal vez ya lo sabes…

—Habla claro, Humberto.

—¿No te das cuenta? No era a Lug a quién querían atraer al sur, era al anillo del Anguinen de Marga. Atrajeron a Lug, pensando que él portaba el anillo, y cuando descubrieron que él no lo tenía…

—Atrajeron a su hijo…— completó Cormac, pensativo—. ¿Lug sabe de esto?

—Nuestro altercado, parálisis y posterior encarcelamiento, no me permitió hablar con él del asunto— dijo Humberto, sarcástico.




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