La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

SEXTA PARTE: Usurpadores - CAPÍTULO 110

Marga comenzó su relato con voz queda:

—Cuando llegué al Círculo, lo hice dejando atrás una vida de penurias, una vida de pobreza. Fue Bress el que me dio la oportunidad de escapar de todo. Aquellos primeros tiempos fueron felices. Exploramos, construimos, viajamos. Descubrimos un nuevo mundo y nos descubrimos a nosotros mismos. El Círculo era un lugar mágico, tanto, que su magia nos tocó también a nosotros, y descubrimos nuestras habilidades. Al principio fue de forma cruda y casual, pero luego comenzamos a desarrollarlas, a perfeccionarlas. Yo comencé con sueños premonitorios, que luego se tornaron más y más asiduos, hasta que llegué a tener visiones en cualquier momento del día o de la noche. Todos estaban encantados con mi habilidad. Les parecía muy útil conocer el futuro. Luego, Bress encontró la isla de Tír na n Og. Nos mudamos de Yarcon para allá, todos menos Cathbad. ¡Vivir eternamente! ¡El sueño más grande que un ser humano pueda tener! Un sueño que se cumpliría para todos, menos para mí… Fue en la isla que mis profecías comenzaron a cambiar. Todas mis visiones eran de catástrofes, de guerra, de sangre y de muerte. Cada noche me invadían las pesadillas que, para mi horror, se volvían realidad sin excepción. No importaba lo que hiciéramos o dejáramos de hacer: mis visiones siempre se realizaban. Vivimos mucho tiempo en la isla, muchos años, demasiados… Bress comenzó con sus experimentos sociales. Hermes se hizo un maestro del engaño. Ailill desarrolló un gusto nefasto por la tortura de otros seres. Math abusó de otros, poniendo sus mentes a su servicio. El primero en darse cuenta de que las cosas se habían degenerado fuera de control fue Myrddin, luego le siguió Nuada. Bress los declaró traidores y decretó su exilio de Tír na n Og. No contento con eso, trató de cazarlos por todo el Círculo junto con Cathbad. Yo no entendía bien por qué tanta saña, por qué tanta violencia, hasta que un día, Bress me habló de Wonur. Me dijo cómo lo había liberado y cómo, por su servicio, Wonur lo había recompensado, convirtiendo a Tír na n Og en la isla de la eterna juventud, dándole a él y a sus amigos la inmortalidad. Pero esa inmortalidad tenía un precio: nuestra alma.

Wonur es una criatura insidiosa y manipuladora. Creó en nosotros el deseo eternamente insatisfecho de tener más, de ser más. Así fue como comenzaron los pactos individuales con él y la aparición de las habilidades ampliadas, como dimos en llamarlas. Yo no tenía intenciones de ampliar la mía: ya tenía más que suficiente con las terribles visiones diarias que me atormentaban.

Fue en ese tiempo en que te vi a ti, Lug, mi bebé. Pero en vez de verme feliz contigo en mis brazos, te veía siendo arrojado por Bress a otro mundo. En vez de verte crecer a mi lado, te veía creciendo en el miedo y en la culpa, solo, sin nadie que te protegiera, que te acompañara, en manos de gente que solo buscaba tu sufrimiento, tu sumisión. Y luego te vi llegar al Círculo, un joven esbelto y hermoso. Pero en vez de reunirme contigo, descubría que estaba muerta y que caías en las manos de Murna. Te vi colgado del techo, llorando, sangrando, destruido… y yo no podía hacer nada, porque yo ya no existía.

Y luego, una noche, la noche más oscura de mi vida, vi mi horrenda muerte… Vi el cómo, vi el dónde y vi a manos de quién llegaría mi final. No puedo describirte… no puedo contarte lo que… Aquello fue demasiado para mí. Todavía no sabía exactamente cuándo iba a suceder, pero sabía que sería después de tu nacimiento y antes de que cumplieras los dos años.

Y entonces, yo también cedí, Lug, también caí. Fui con Wonur, fui a pedirle que me diera el poder de cambiar esa profecía. Solo quería tener la oportunidad de vivir, de poder criar a mi hijo… ¿Por qué Bress con sus interminables y sangrientas guerras, y Ailill con sus víctimas torturadas hasta la muerte podían vivir eternamente y yo no? No era justo, no era para nada justo, yo también tenía derecho a vivir…

Pero Wonur me negó ese derecho, me dijo que no podía escapar de mis propias profecías. Le exigí que me explicara el por qué, pero se negó. Solo me dijo: “El Círculo debe mantenerse como Círculo, predecible, confiable, inviolable”. Cuando ya me iba, Wonur me llamó de nuevo, me dijo que le interesaba pactar conmigo como lo había hecho con los demás, que tenía muchas cosas que ofrecerme. Le dije que lo único que me interesaba, él no quería dármelo y que no necesitaba nada más de él. Pero entonces, me preguntó hasta dónde estaba dispuesta a llegar para conservar mi conciencia después de mi muerte física. Le dije que haría cualquier cosa, y entonces, me prometió que me revelaría la forma de conseguirlo si yo pactaba con él y le daba acceso a mis visiones. Y lo hice, pacté con él.

En el momento en que Wonur comenzó a tener acceso a mis profecías, ocurrió algo que él no debió prever: mis visiones se ampliaron, y ahora, el mismo Wonur comenzó a entrar en la ecuación. Así fue como comencé a tener visiones que le concernían a él, que trataban sobre él. Creo que si hubiese podido, me habría matado al descubrir su error, pero no podía hacerlo: mi muerte ya estaba programada, y ni el mismo Wonur podía evitar que mi profecía se cumpliera al pie de la letra sin romper el Círculo.




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