La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

OCTAVA PARTE: Mancomunados - CAPÍTULO 142

Dana saludó a Lug con la mano en la puerta de la cueva al verlo llegar. Lug desmontó enseguida y la abrazó.

—¿Todo está bien?— le preguntó ella.

—Todo bien— asintió Lug.

—Entonces ella está…— comenzó Dana.

—Sí— confirmó Lug—. El borrado funcionó y la llevamos con Tiresias.

—¿Cómo lo tomó Tiresias?

—La situación fue un poco tensa al principio, pero Tiresias es un padre amoroso que está dispuesto a todo para ayudarla.

—¿Entonces, se lo dijiste?

—No, él cree que es Madeleine.

—No me gusta, Lug. No creo que sea justo para él no saber que esa no es su hija— le reprochó Dana.

—Se estaba muriendo de tristeza, Dana. Si hubieras visto como revivió ante nuestros ojos cuando la vio… Si le hubiera dicho que su hija estaba muerta y que en su cuerpo vivía una impostora sin memoria, eso lo habría matado del todo. Tiresias necesita una hija y Marga necesita un padre, creo que ambos se benefician con este arreglo, aun cuando sea una mentira.

—¿Qué va a pasar cuando empiece a tener sus visiones proféticas? ¿Qué va a pasar si vuelve a descarrilarse?— cuestionó Dana.

—Esta es su segunda oportunidad para hacer las cosas bien, y espero que pueda aprovecharla, pero si su vida se vuelve a desviar, Cormac estará allí para ayudarla y aconsejarla.

—¿Y qué hay de ti? ¿No serás parte de su vida?

Lug tardó un largo momento en contestar:

—Todavía estoy muy herido por sus acciones, pero supongo que con el tiempo… tal vez vaya a visitarla alguna vez.

—Claro— le sonrió Dana, dándole otro abrazo.

—¿Cómo te fueron las cosas a ti por aquí?— quiso saber Lug.

—Muy bien. Tenías razón, Humberto decidió ayudar en vez de huir con el cristal.

—Me alegro por él.

—Entró a la cúpula y logró deshacer el desfasaje temporal, así que me pude comunicar con mi padre y evitar la invasión.

—¡Excelentes noticias! ¿Qué hay de tu padre? ¿Aun sigue odiándome?

—Calpar y él vieron lo que pasó en Cryma. Entienden por qué los dejaste plantados en Faberland para ir a investigar por tu cuenta.

—¿Les dijiste que todos estamos bien? ¿Qué encontramos al responsable de la masacre de Cryma?

—Sí, no les conté todos los detalles de la historia, pero sí lo suficiente como para dejarlos tranquilos.

—¿Quién más está con ellos?

—Frido, y también llegó Ifraín desde Kildare. Althem está de camino, pero les dije que no era necesario que…

—No— la cortó Lug—, tal vez sí sería bueno que Althem llegara, y también habría que invitar a Eltsen.

—¿Para qué?

—Misión diplomática. Aunque no creo que las cosas se den muy bien con Dresden en el trono, tenemos que intentar una aproximación entre el norte y el sur. Si no logramos que se reúnan para conocerse pacíficamente, la sombra del temor a la invasión estará siempre presente de ambos lados, y tendremos una guerra latente en puerta.

—Creo que tienes razón— admitió Dana—. Y creo también que tal vez las cosas se den más fácilmente de lo que piensas.

—¿Por qué lo dices?

—Hace unas horas me comuniqué con Ana y tenía noticias muy alentadoras.

—¿Dónde está Ana? Espero que no se haya separado de Randall otra vez, ¿no?

—No, claro que no— rió Dana—. Ana, Randall, Akir, Zenir y Govannon partieron hacia el sur, hacia las Marismas y se llevaron a Avannon.

—¿Qué?

—Fue idea de Humberto. No podíamos seguir drogando a Avannon con calidea indefinidamente, así que Humberto sugirió rodearlo…

—Con balmoral— completó Lug—. Es una buena idea— admitió.

—Como el palacio de Gov estaba ocupado por la gente de Dresden, decidieron ir directamente hasta el bosque de balmoral que está al sur de las Marismas, aparentemente, plantado por el propio Humberto. De camino, Ana decidió hacer una parada en las tierras de Viany.

—Vianney— corrigió Lug.

—Eso, exacto. Allí fue donde se enteraron de que el hijo de Vianney…

—Franz— aportó Lug.

—Franz, sí, junto con otros nobles tomaron Colportor.

—¡Tomaron Colportor!— exclamó Lug, sorprendido.

—Sí, eso obligó a Dresden a volver a Colportor, donde fue capturado y destituido. Su ejército ha sido desbandado, así que los soldados que tenían tomado el palacio de Gov y el castillo de Vianney debieron rendirse o enfrentar una pena de cárcel.

—¿El conde de Vianney está bien?

—Sí, está en camino a Colportor para reunirse con los demás miembros del Concejo. Ana y los demás están ahora en el palacio de Gov.




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