La criatura marina

3

Las personas en veces no son buenas, el ser humano le teme a lo desconocido y es hostil con lo que no ha visto en su vida, porque teme a que esto le haga daño aún cuando lo desconocido se muestra inocente ante ellos.

La serpiente marina del océano llamado Crowley tenía un largo cabello carmín con preciosas ondas, ojos ámbar de pupila afilada, colmillos puntiagudos para rasgar, descamar y comer peces, abrir conchas, y protegerse de sus enemigos. Aunque, normalmente lo verías explorando la superficie, o en las noches subiendo a ver las estrellas. También recolectaba objetos humanos y jugaba con los peces globos.

Crowley era cualquier cosa excepto peligroso, y Aziraphale lo sabía, por ello cuidaba mucho de este quien era su amigo y única compañía. Quizás alguna que otra vez el joven costeño pensó en Crowley como algo más que un amigo, y es que este gustaba de besarle en los labios. Para Crowley era una especie de demostración de cariño, con la intención inocente de agradar más al humano.

Sin dudas lo estaba consiguiendo, pero también poco a poco desarrollaban sentimientos el uno por el otro, ¿cuantos días más pasarían hasta que Aziraphale le confesara que su corazón no dejaba de palpitar por él? ¿Cuando Crowley le explicaría que deseaba regalarle cada una de las bellezas del mar, y cada hora de su vida?

No sabían como decirlo.

Ambos se encontraban sentados en la costa, el agua mojaba las piernas de Aziraphale y la cola de Crowley, uno sentado al lado del otro, tomados de las manos.

 

— ¿Te gustó el nuevo gancho para el cabello? —le observó, viendo las pequeñas trenzas en su pelo.

— Si, es un color muy lindo el de las piedras, ¿crees que se ve bonito en mi pelo? —se dieron un vistazo rápido y Crowley se sonrojó apretando el agarre en la mano de Aziraphale—. Sé que no me veo igual a los humanos, huelo a sal, y tengo branquias en mi cuello, mis dientes son raros, además de que mis uñas son afiladas y...

— Crowley, tú eres precioso, ¿crees que pienso lo contrario? Sé perfectamente como te ves, y así me gustas —sonrió para agarrar sus mejillas, dejando un besito en los labios ajenos—. De ser por mi hace mucho te hubiese llevado a casa para tenerte sólo para mí, te llevaría al pueblo para que conocieras el lugar más allá del mar.

— ¿No te importa que sea una criatura diferente a ti? —sintió mucha alegría en todo su ser, abrazando a Aziraphale—. Ay Aziraphale te quiero muchísimo, eres tan lindo y amable ¿no quieres ser mi compañero toda la vida?

— No me interesa eso, sigues siendo un magnífico ser y bueno... Si tú quieres, podría ser tu compañero el resto de nuestras vidas.

 

Crowley asintió muy feliz, abrazándolo otra vez Aziraphale dejó besitos en sus mejillas siendo muy cariñoso, aunque jamás pasaron de aquello. Crowley se ponía nervioso y tendía a huir a su cueva. Por el momento se quedarían con los besitos y abrazos.

La temporada de pesca llegó y Crowley tuvo que esconderse por varios días, la costa se llenó de botes y lanchas pesqueras, no podía poner en riesgo su vida. Aziraphale se sintió solo otra vez, pero comprendía la situación. Su amigo era una presa fácil si los malvados pescadores le cazaban, seguramente lo decapitarían vendiendo su carne al mercado, o peor, lo venderían a un circo esclavizando eternamente a Crowley.

 

— Durante estos días te veo muy preocupado Aziraphale, ¿sucedió algo? —Gabriel le observó, mientras el rubio miraba las manzanas maduras—. Suspiras tanto, hasta pareces enfermo.

— ¿Alguna vez ha estado en peligro la persona que te gusta? —levantó la mirada, Gabriel negó.

— No lo sé, me gusta alguien pero se sabe cuidar muy bien, no me preocupa tanto, confío en que estará bien por su cuenta —explicó—. No sabía que te gustaba alguien.

— Yo tampoco sabía que me gustaba —suspiró nuevamente, mirando hacia el mar—. Lo peor es que ni siquiera puedo protegerlo.

— ¿Hace mucho no se ven?

— Una semana —mordisqueó la manzana en su mano—. Para mí ha sido una eternidad.

— Oh, te entiendo, mi pareja y yo nos estamos viendo poco porque tiene algunos asuntos que resolver en su casa, pero ya casi podremos vernos con normalidad —soñó despierto—. Ya nos veo paseando por la plaza.

— Ojalá y pudiese decir lo mismo, a penas podemos salir al muelle —susurró muy bajo, casi imperceptible—. Bueno, ya me voy a casa.

 

Se despidió de su amigo del puesto de frutas y volvió a su cabaña en la costa, estaba seguro de que pronto se irían los pescadores de esa zona y podría volver a su rutina diaria con Crowley.

Las cosas no iban muy bien para el otro, había tenido que salvar algunos peces místicos de las redes de los pescadores, incluso el pulpo Beelz le estaba ayudando y eso que no se llevaban muy bien. Era el último día de pesca, a partir de esa noche no volverían hasta el próximo año, Crowley y Beelz estaban rescatando a los peces más importantes de las redes cuando el largo cabello de la serpiente se enredó en una red de la que acababan de salvar a un viejo pez.

Beelz se percató de que la red podría llevarse a Crowley a la superficie y exhibirlo, así que rápidamente nadó hacia él cortando su cabello, dejando este casi a la altura de su mentón, tomó su mano y lo llevó a su cueva lo más rápido posible.

Una vez a salvo se miró en el trozo de espejo que había contra la pared de su cueva, soltando un enorme grito, Beelz le observó con expresión de sorpresa y confusión.

 

— ¿Qué fue? ¿Por qué gritas? ¿Estás herido? —le inspeccionó, dándose cuenta de que sólo tenía un mal corte de cabello.

— ¡Me veo horrible! ¡¿Cómo voy a usar los ganchos para cabello largo, si ya no hay cabello largo?! —exclamó soltando lágrimas que se mezclaban con el agua—. Ya no le voy a gustar a Aziraphale.

— Hey hey, no te ves tan mal, te lo recortaré para que te veas mejor —sonrió con nerviosismo—. El cabello vuelve a crecer, ten por seguro que ese Aziraphale va a estar feliz de que estés vivo luego de la temporada de pesca.



#1480 en Fanfic

En el texto hay: au, aziraphale crowley, goodomens

Editado: 07.04.2024

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