- LA CRIPTA - Capitulo #7: La Cripta (Parte 2)
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—D-Director General Lookbought...—Tartamudeó Theodoro.
—Acompañenme a mi oficina, los tres, por favor.
Los jóvenes sintieron el verdadero miedo llenando sus cuerpos en fracciones de segundos. Por supuesto, no tuvieron más opción que obedecer. Con las cabezas bajas, subieron las escaleras hasta el último piso siempre detrás del experimentado director general, quien parecía abrirse camino como un dios sobre mortales cuando el resto lo veía. Era la primera vez que subían a ese piso. La séptima planta del departamento no contiene nada de interés para novatos. Esto fue diseñado así a propósito por el arquitecto contratado por Sigmud Van Strike hace ya muchos años. Una de las peticiones del anterior y primer director general era que en su planta no hubiera personas que no fueran de absoluta confianza para él o el departamento, por lo que todo lo que conlleve interés recurrente iría en las plantas de abajo para evitar así la contaminación de personas de su planta.
—Por favor, entren aquí.
Parecía estar amaneciendo. Un tenue rayo de sol entraba por la ventana. La oficina era bastante espaciosa y había sillas suficientes para todos, por lo que se sentaron dejando el escritorio entre el director general y los novatos. Se podía apreciar placas de reconocimiento en varios campos, diplomas, y fotos con altos cargos del gabinete de asuntos no comunes colgadas en las blancas e impecables paredes. Esto llamó la atención de Fred, quien tenía una cierta admiración hacia el directo general. Finalmente, Lookbought decidió hablar con mucha calma pero serio:
—No daré más rodeos. Fred Geroma, Theodoro Kummet, Benedict Vett...—los tres se sorprendieron de que conociera sus nombres— ... ¿Conocen el título del libro que tienen en su posesión?
Los tres dudaron. No lo conocían, pero tenían miedo de que sea una pregunta trampa.
—No, señor. Toda la cubierta se encuentran desgastada e ilegible—respondió Benedict.
—¿Conocen cual es el contenido dentro del libro?
Si la anterior parecía una pregunta trampa, esta lo era aún más. Los tres se miraron de reojo, parecía que se podían hablar telepáticamente. "¿Que respondemos? Si decimos que conocemos el contenido, puede que nos quite el libro y acabe preguntando sobre nuestras sospechas, lo que claramente debemos evitar ya que las sospechas lo involucran a él. Pero si negamos conocer lo que hay dentro, puede que igualmente nos quite el libro". Tras algunos segundos, Fred fue quien respondió:
—S-Si, señor. Conocemos la aparente existencia de una cripta especial que resguarda los cadáveres de personas con importantes secretos jamás revelados sobre la humanidad. O bueno... mejor dicho, su aparente existencia.
Theodoro y Benedict no comprendían por qué le reveló la verdad. Pero Fred no se arrepintió.
—Entiendo—respondió Lookbought.
"¿"Entiendo"? ¿Cómo que "entiendo"? ¿No va a quitarnos el libro ni a desmentir nada?" pensó fastidioso Benedict.
—...solo tengo una pregunta que hacerles, ya que parecen seriamente interesados en ese libro—los tres siguieron escuchando intrigados—...ustedes...
... ¿Ustedes están dispuestos a abandonar sus vidas para siempre?
Los tres novatos tragaron saliva. ¿He escuchado bien? ¿Acaso dijo "abandonar nuestras vidas"?—pensó Theodoro. No pudieron evitar una sensación desagradable que les recorría el cuerpo. Era como miedo, pero no era miedo exactamente. ¿Era acaso intriga? No, tampoco. Pero estaban seguros de que no era agradable.
—D-Disculpe... ¿A qué se... refiere?
—Theodoro Kummet. Pupilo del investigador privado superior Levin Hauser. Como bien sabes, al igual que tus compañeros, al ingresar en cualquier departamento policial a cargo del gabinete de asuntos no comunes para trabajar, por ejemplo, como un simple oficial de tránsito, en su primer trabajo, se les pide ocultar su edad y nombre para proceder a mentirle a toda su familia y amigos al decir que ustedes se cambiarán sus nombres por decisión personal, mientras que poco a poco extorsionaban a esas mismas personas para que olvidaran su edad verdadera y creyeran en una ficticia. Por supuesto que hay personas a las que no puedes engañar sobre la edad, por ejemplo, los padres. Pero ellos son la única excepción permitida. El resto, debe creer que su nombre ya no es el mismo y que su edad verdadera es la inventada. Los que lo hayan logrado con éxito, son los que internamente reciben la aprobación del director general para obtener rangos altos en los departamentos. Rangos como... jefes de policía.
Los tres novatos lo sabían a la perfección, ya que hacía cuatro años cuando llegaron para solicitar empleos como policías de campo, tuvieron que cumplir esto. Ninguno se opuso, ya que la paga por trabajar para el gabinete de asuntos no comunes es considerablemente mayor a la de un departamento policial estatal, además de contar con todos los seguros posibles. Básicamente era cumplir esa petición a cambio de trabajar como reyes, además de contar con la posibilidad de ascender su rango en poco tiempo con buen desempeño y responsabilidad.
Benedict Vett de 27 años, originalmente era Benjamin Vett de 17 años cuando fue aceptado como policía.
Theodoro Kummet de 25 años, originalmente era Thomas Kummet de 17 años cuando fue aceptado como policía.
Fred Geroma de 25 años, originalmente era Fredderick Geroma de 17 años cuando fue aceptado como policía.
En el momento en el que conversaban con el director general Lookbought en su oficina con el libro como motivo, Benedict tenía realmente 22 años, Theodoro tenía realmente 21 años, y Fred tenía realmente 21 años. Mucho más jóvenes de lo su entorno creía que eran. Esto indirectamente significa que ellos no conocían su verdadero nombre ni edad entre ellos.