La Dama

Capítulo II

El día del juicio ha llegado, es el día quinto del mes sexto de mil ochocientos treinta y nueve, la expectativa se siente en el tribunal supremo, donde realizan el juicio a una mujer. Desde hace algunos días atrás la policía estuvo tras la pista de la secta más peligrosa que existe en Francia, y muy poco se sabía de ello, hasta su descubrimiento, la secta conglomeraba un conjunto de adeptos que siguen la doctrina de Amélie de la Barthe. La policía logró contener la secta, pero, no en su totalidad, ya que solo lograron capturar a la mujer más peligrosa de la secta que se encontraba en medio de un ritual, y otros que se encontraban allí, todo gracias al libro “Malleus Maleficarum” y con un poco de suerte lograron contener a la mujer, antes que cometiera el sacrificio a la joven que se encontraba amordazada y atada al tablón de sacrificios, con un hermoso vestido blanco.

 

En el juicio se encuentran presentes las Baudet, como se les conoce a Nadine y a Odette en el mundo de la política. Ellas trataron que el hecho no se hiciera público y como es habitual Odette defendió a su cliente, en este caso la acusada. Pero, aun así, la noticia corrió por todo París, fue inevitable, mediante decisiones jurídicas, después de largas campanadas a eso de la sexta campanada de la tarde, el tribunal supremo dictaminó condenar a la acusada a la horca, por alguna extraña razón y burocratismos no la condenaron a la hoguera como es habitual en este tipo de juicios.

 

Todos los presentes, procedieron a salir del recinto del tribunal supremo, mientras tanto, el detective se acercó a la mujer, la miró a los ojos y esta le guiño el ojo, el detective coge la capucha y se la coloca, la levanta de su lugar y procede a llevarla por el largo camino desde el tribunal supremo hasta la horca que está preparada para ella.

 

Mientras se dirigen hasta la horca, los parisinos en su ira colectiva lanzan objetos a la mujer, alguno de estos objetos llegando a impactar en su humanidad, los inspectores y los alguaciles apaciguan la furia de la multitud, sobre esta mujer. Al llegar a la plaza, el detective la sube por la escalera que lleva al lugar de ejecuciones, la colocó debajo de la horca y procede a retirarle la capucha, la mujer no realizó ningún movimiento de escape. La multitud comenzó de nuevo a lanzarle cualquier cosa que tuvieran frente a ellos, sin embargo, la mujer no se defendía, ella en voz baja comenzó a decir unas palabras en latín. En el lugar de la ejecución el monseñor enviado por el mismísimo papa, se encuentra diciendo estas palabras al pueblo en voz alta.

+ Hoy ¡Por la gracia del todopoderoso y la divina providencia! estamos condenando a este ¡Engendro del demonio! ¡Hoy, va a ser un día glorioso! para ¡todos nosotros, y para los ojos del ilustrísimo! le daremos ¡fin de una vez por todas a estos hijos de satán! —Ella lo mira desafiante, él la observa y prosigue su discurso—

+ ¡La BRUJA que hoy tenemos en la horca, ha cometido muchos crímenes! qué —Hace una pausa y observa al pueblo que está atento a todas sus palabras— la muerte no sería suficiente castigo. —La multitud frenética, continúan lanzando objetos, la sentenciada los esquiva como puede, para ser una bruja con mucho poder, no podía o simplemente no deseaba liberarse de sus ataduras, por su mente solo pasaba el pensamiento de la gloria, verla a ella realizar los actos que pensaba hacer. Desea tener toda la atención posible, poco a poco lo fue logrando desde antes de su captura y hasta ahora lo sigue logrando, pero, aun así, el monseñor sigue con su discurso— ¡QUÉ DIOS perdone a este ser del averno! —El monseñor se acerca y le pregunta— ¿Tus últimas palabras? —Ella alza su cabeza, lo mira a los ojos de manera retadora y le dice—

+ Ven y bésame, sé, que me mirabas mis pechos cuando me traían para acá, sé que tienes ganas de tocarme, sé que lo deseas, quieres hacerme tuya, no creas que no me di cuenta, la forma cómo me mirabas el trasero. —Se echa a reír burlándose del monseñor y su tono de voz se pone serio e intimidante— Tu dios no te va a salvar de lo que se te viene. —El monseñor se retira y da la orden al verdugo. El verdugo se acerca hasta la sentenciada, acerca la horca hacia el cuello, la sentenciada se lo deja colocar, mira al verdugo y le guiña el ojo, el verdugo la mira con curiosidad y procede a retirarse. Mientras tanto, abajo en una esquina de la plaza se encuentra el detective observando todo el procedimiento. Ella comienza a decir unas palabras en voz baja que no se podían comprender, alzó su rostro a la multitud observándolos a cada uno de ellos, el monseñor dice al público presente—

+ PUEBLO parisino hoy verán el renacimiento de la luz y la esperanza —El monseñor realiza la señal de la cruz sobre su rostro— ¡PUEDES MORIR EN PAZ BRUJA! —El monseñor da la orden, el verdugo jala la palanca, la trampilla se abre y ella cae al vacío, solo es sostenida por la horca en su cuello, su cuerpo comienza a retorcerse, moviéndolo de un lado para el otro. La muchedumbre hizo un silencio abrumador, qué solo se escuchaba en el ambiente el agitar y los quejidos de la mujer que lucha por su vida, mientras la cuerda aprieta su cuello, su rostro hermoso pasó a ser rojo, por la sangre que se acumula en su cabeza, y al mismo tiempo, toda su facción comenzó a hincharse, a simple vista parece que las órbitas de sus ojos le van a estallar de tanto forcejear, se mueve de un lado al otro tratando de mantenerse con vida. Al cabo de unos minutos dejó de moverse quedando allí colgada e inerte—

 

El ambiente que está muy claro y con el sol radiante, de un momento a otro comenzó a cambiar, las nubes se tornaron grises y oscuras, el cielo comenzó a oscurecerse. Las personas comenzaron a atemorizarse, de repente los relámpagos comenzaron a verse por todo el lugar, todo el pueblo presente es poseído de a poco por el temor. Los vientos hacen juego perfecto con los rayos y los truenos, el pueblo pasó de temor, a gran pavor. Algunos al escuchar el fuerte estruendo de los relámpagos, llegaron a huir con gran pánico haciendo una pequeña estampida humana, muy pocos parisinos se quedaron a observar qué sucedería después, el detective que está a la expectativa, recordó lo que le había dicho su buen amigo Frank Toulouse; «Si el enemigo es más poderoso que tú, solo haz lo que tengas que hacer.» El detective siguió sus instintos, caminó lentamente hacia la plataforma, en un momento de su cruzada, siente que lo toman por el hombro y le dicen.



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En el texto hay: misterio, suspenso

Editado: 29.11.2022

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