La Dama De Negro

CAPÍTULO 26


Todo paso tan rápido. 
 


Hay tanto por procesar y no sé por donde comenzar.

Estos últimos días no fueron nada fácil. No me han dejado salir de casa, no he vuelto a saber absolutamente nada de Giovanni, ni siquiera apareció.

Mis padres no han estado en casa, he estado encarcelada en mi propia casa, básicamente estoy castigada y por ello tengo prohibido salir de la casa.

Estar en casa encerrada era extremadamente aburrido y abrumador. La relación con mi padre ha empeorado y con mi madre es un poco complicado, ya que se volvió el títere de mi padre, básicamente anda bajo su dominio y por lo que note le tiene miedo.

Las cosas andan muy tensas.

Los segundos, minutos, horas y días pasaban bastante lento.

No quiero pensar en todas las cosas que sucedieron y están por suceder, por la cual me puse a rebuscar para ver si encuentro algo interesante con que distraerme. Aunque dudo mucho que lo encuentre.

Después de pasar un buen rato buscando me encontré con mi celular, que hacía un buen rato que no lo utilizo.

La última vez que lo toqué fue para cargar, después lo apagué y lo guarde, y no volví a sacar hasta ahora.

Después de que lo haya encendido mire que seguía igual sin señal.

Solté un gran suspiro.

Estaba mirando la galería, la cual estaba repleta de fotos de cada momento bonito que he pasado.

Después de salir de la galería, accidentalmente accedí a blog de notas.

En la cual encontré algo que había escrito en la madrugada del domingo tres de julio del dos mil dieciséis.

Al leer todas esas palabras sueltas que había escrito en ella, mi cabeza hizo clic, para cualquier otra persona hubiera parecido incoherente.

Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.

¿Esto debe ser coincidencia o casualidad?

Ninguna de las dos, ahora entendí la referencia de la vidente al decir que esto era un don, pero no sé cómo controlarlo, y todo lo que he soñado lo había olvidado por completo y ni siquiera pensé en lo importante que sería recordar cada sueño.

Desde ahora en adelante prestaré más atención a cada sueño que tenga y no omitiré ni el más mínimo detalle.

Mis padres volverían antes de anochecer y aún falta bastante para eso, entonces busco la forma de salir de esta casa.

En las películas en muchas ocasiones muestran una salida alterna, así que me puse a buscar como si estuviera en una película.

Después de haber buscado durante un buen rato, en serio me cansé, al parecer esta casa no era similar a la de una película.

Un objeto se me cayó y terminó bajo las escaleras, esto debía ser coincidencia. No podría ser otra cosa. Abajo de esta escalera había una puerta, y quién sabe a donde lleva. O sea, sería lógico que lleve a un sótano, de la cual no sabía su existencia hasta hace unos segundos.

Intente abrir la puerta, pero estaba asegurado con llave.

Ahora tendría que buscar la llave, y como no tenía otra cosa que hacer, me puse a buscarla.

Busque en cada rincón de la casa pero sin tener ningún resultado.

La búsqueda fue inútil. Y para mi desgracia mis padres han regresado más temprano de lo esperado.

—Hola Elena, —saluda mi madre con una sonrisa a media de forma apenada.

—Hola, —le devolví el saludo con frialdad.

No me molestaba en lo absoluto demostrar mi disgusto.

Mi padre solo me observó desde la distancia sin decir nada.

Fue mi madre la que rompió él silenció incómodo y lleno de tensión.

—Elena, tu padre y yo necesitamos hablar contigo, —me hace saber arrugando su rostro. Era uno de los pocos gestos que hacía cuando se trataba de un conflicto familiar.

Asentí con un movimiento de cabeza.

Espere a que mi madre tomará la iniciativa de la conversación, pero no lo hizo y cuando estaba a punto de cuestionar sobre que querían conversar, fue mi padre el que habló, quedándose atorado mis palabras en mi garganta.

—Elena, supongo que te debo una disculpa y a tu madre igual. Lo lamento, no sé qué nos sucedió, esto no debe de seguir así. Nuestros problemas no se solucionarán por sí solos, las cosas se deben solucionar hablando y no ignorándonos. —se expresa mi padre con total seriedad, cada palabra estaba perfectamente bien dicha, lo cual es normal viniendo de él.

No sabía qué decir al respecto, o sea si tenía cosas por decir, pero me aterraba el expresarme y que no lo entendiera.

Otra vez.

Muerdo mi labio inferior con nerviosismo pensativa, tratando de callar todas las palabras que amenazan con salir de mi boca.

Para mi suerte mi madre habló.

—Cariño, sé que estás frustrada, porque las vacaciones no fueron como esperabas. Tu padre y yo sentimos haber arruinado tus planes. —dice mi madre apenada pero sin mirarme.

Sus palabras parecen ser sinceros, tanto la de mi madre como el de mi padre.

Tome una bocanada de aire antes de hablar.

—Bueno, si estamos siendo sinceros, después de todo no es tan malo pasar las vacaciones aquí, lo estoy disfrutando aunque no lo parezca, lo hago. Supongo que a partir de acá todo irá mejor. —me esforcé en sonreír, enserió que lo hice, pero solo conseguí hacer una mueca.

—Te prometemos que a partir de acá todo irá mejor, —mi madre dijo con una media sonrisa abrazándome junto con mi padre.

Parecerá raro, pero el abrazo era bastante ausente, o sea, así lo percibí yo.

Después de la charla que tuve con mis padres, las cosas parecían estar igual de tensa por alguna extraña razón.

Las últimas horas pasé en mi habitación mirando el techo, no tenía ganas de hacer nada en lo absoluto.

Me agarró un hambre tremenda.

Baje a la cocina para preparar un sandwich con limonada.

Soy un completo desastre si se trata de cocinar.

Me reí ante tan estúpido pensamiento.

Debería aprender a cocinar.

Hice una mueca de disgusto ante aquel pensamiento imprevisto.




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