Elena acabó aquello con gran pesar, sentía pena por la pobre Lucy que había sido engañada por ese envidioso y asesino pretendiente; y por Carlos quien no pudo reunirse con ella como lo planeó.
Ella desconocía la verdad y no pararía hasta saber el verdadero motivo de la ausencia de Carlos. Pero ¿Qué hacer al respecto? A Elena no se le ocurría nada, sin embargo sería una increíble historia que daría qué hablar a sus lectores generando ventas al por mayor. Su trabajo allí estaba terminando.
Regresó a su ciudad y escribió una serie de artículos sobre La Dama De Rojo que la llevaron a la fama inmediata. Publicó además un libro sobre esa leyenda empleando el material obtenido tiempo después con el cual ganó muchos premios. Pronto la periodista se olvidó de la pobre damita aristócrata para centrarse en su carrera y los premios que fue ganando.
Sin embargo la historia de Lucy no había concluido. Nada más alejado de la realidad.
Luis, un habido lector y estudioso de leyendas y mitos, leyó el libro de la periodista Elena con gran avidez. La Dama Escarlata se titulaba.
Aquella historia lo intrigó al punto de querer saber más; había algo en su interior que lo empujaba a ir a ese lugar. Anhelaba ir a esa ciudad y descubrir los detalles que a esa periodista se le hubo pasado por alto.
No lo asustaba saber que esa chica secuestraba a los hombres ya que al fin de cuentas él no tenía novia ni estaba casado. Y si lo estuviera tampoco le importaría. Por tal razón compró un boleto de ida a esa ciudad con el propósito de indagar más sobre el tema. Cuando estuvo en el colectivo su corazón palpitaba sin cesar deseando llegar y ver con sus propios ojos aquel magnífico escenario.
El viaje duró dos horas completas. Al llegar se instaló en un hotel y luego fue a recorrer los alrrededores del lugar. Llegó a los límites de la ciudad nueva dónde no pudo seguir avanzando pero si pudo contemplar parte de la antigua ciudad hasta donde sus ojos se lo permitieron.
Sacó varias fotos hasta que un oficial le pidió que se retirase. A resgañadientes Luis se alejó pero antes de retirarse del todo volteó para dar un último vistazo y fue entonces que la vió.
Una bella jóven de 16 años de edad, de piel blanca y lozana. Rojos cabellos y verde mirada, profunda y penetrante. Lo dejó paralizado. ¿Quién era realmente? Sus ropajes blanco con su larga y fina capa rojo sangre de terciopelo le daban un resplandor único. "Bella" era decir poco ya que ella...esa jóven... sinceramente era hermosa. Sus pestañas arqueadas le resaltaban más aún sus magníficos ojos.
El corazón de Luis latió con tanta fuerza que parecía querer salir de su pecho ¿Por qué sentía esas repentinas ansias de querer correr a ella? Lo ignoraba. Pero de algo estaba seguro; no podría irse sin ella. Tenía que traspasar la valla y llegar a ella como sea.
Miró hacía ambos lados y comprobó que no solo el oficial de policía estaba allí sino además había varias parejas, niños junto a sus madres paseaban alegremente.
Demasiadas personas, tendría que volver a la noche pero ¿Podría esperar tanto? Ella le sonrió consiguiendo que se le iluminase el rostro y a él le subiera el calor con mayor intensidad aún.
Tenía que esperar la llegada de la noche, utilizando todas su voluntad volteó y se alejó pero creyó oír la voz de aquella jóven decirle : "Por favor, no te vayas".