Escuchaba el alboroto y no sabía que pasaba, me pesaban los ojos y no quería sin no seguir durmiendo, tocaron de repente la puerta, y con mi voz ronca.
– pase-
- ¿mamá? - Todavía está dormida. a pararse princesa Morastary. me dice Bero
– hay…. estoy cansada.
– si mamá, pero hoy es tu boda, y ahora mismo vas para un spa
- ¿Qué….?
-Si mama, “que te pasa”.
Pues les cuento, ya ha pasado un mes y hoy es la boda, - si esa famosa boda, donde iré vestida de novia tradicional para la realeza con una cola que llega a tres metros de larga y escote bandeja.
– ya voy hija.
– si mama, te espero abajo para que salgamos.
– bueno…- animo mamá. Asiento con la cabeza.
Me siento al borde de la cama y fijo la mirada al jardín donde están decorando para la celebración de la boda, ya que la ceremonia será en la capilla milagro de Dios. – siento ansiedad de saber, que apenas salga de aquí seré recibida por miles de persona que presenciaran la caravana. Directo a la capilla y cuando vuelva de regreso. Mi mente es un caos, por un momento recuerdo día en que me case con Gustavo, siento tanta nostalgia.
Estábamos en el spa, mi Bero no dejaba de reírse de mí, me sentía fastidiada con tanta mezcla untada en todo el cuerpo. parecía una momia, duramos tres horas, luego volvimos al palacio allí me esperaba el estilista que me peinaría y me maquillaría.
llegué me puse una bata de seda y me recosté en el espaldar de la cama para tomarme un té, tenía mis nervios de punta, me provocaba salir corriendo huir lejos donde no…. me encontraran.
Esta semana no había visto a Cristofer, ya que se la paso viajando, estuvo en diferentes países, en el último no me quiso llevar, según él tenía unos asuntos personales que hacer. Estaba metida en mis pensamientos cuando llego unas de las mucamas y me saco del mundo en que estaba.
– princesa….
- si dime
– ya llego la estilista
– dile que entre – si majestad.
Me levanté de la cama con pereza y me acomodé al frente del espejo.
– buenos tarde su majestad – me dijo ella haciendo una reverencia.
pase aproximadamente tres horas arreglándome, y saber que me quedaban otras tres para la ceremonia, siento unos saltitos en mi corazón de tan solo pensar lo que voy hacer hoy. Me siento terrible de saber que a partir de esta noche compartir las sabanas con mi amado hermano y no solo eso también mi vida entera.
- Princesa ya está lista, ahora vamos a ayudarla a vestir.
Yo la miré y asentí, entraron otras más para ayudarme, me montaron en un banco y empezaron a ponerme el corset y ajustarlo al máximo, cuando ya estaba listas me pusieron los accesorios y las zapatillas, me miré en el espejo quería llorar, no me reconocía ni yo misma.
Tocaron la puerta y todas miramos al ver a mi papá al entrar – su cara fue de asombro
- ¡oh por Dios! Esta hermosa hija.
Agache la cabeza sonriendo al ver a mi padre embobado en mí.
– te pareces tanto a tu madre – así se veía el día que me case con ella.
Se acercó lentamente tomando mi mano y depositando un beso en ella.
- te amo mi princesita – me dijo y yo lo abrecé con fuerza
– yo también padre – le respondí.
– bueno no vayan a llorar que llegaremos tarde – nos dice mi madre y a su lado venia la mujer que dedico su vida para educarme. Les sonreímos y las abrace.
Las mucamas acomodaron unos cojines en el suelo y me ayudaron arrodillarme para que mis padres me dieran la bendición, incline mi cabeza y los tres posaron sus manos sobre dedicando sus palabras, me levante y mis lágrimas salían, la estilista me arreglo un poco el maquillaje.
Tome el brazo de mi padre y nos dirigimos por las escaleras, los fotógrafos nos tomaban fotos hasta que llegamos a la limosina blanca y detrás iba una caravana de guardaespaldas, recorrimos casi una hora para llegar a la capilla milagro de Dios, cuando llegamos a la puerta, me abrieron el carro, ya mi padre se había dado la vuelta para sacarme, había mucha gente alrededor de la capilla, pero tenían una cinta y mucha seguridad para no dejar a nadie a cercarse.
La capilla era tan grande que no alcanzaba a ver a Cristopher desde la puerta del carro hasta el fondo había una alfombra roja, estaba preocupada que no se me cayera la tiara ya que la sentía floja.
Mi padre me tomo del brazo para seguir adelante los fotógrafos no dejaban de disparar esas caramas. Cuando llegamos a puerta empezó a sonar la marcha nupcial, fuimos entrando lentamente, es tanto que sentía una eternidad para llegar al altar.
todos aplaudían a medida que avanzaba, de pronto alcance a ver a Cristopher a la distancia, tenía una sonrisa iluminada que lo hacía ver encantador, mi padre me sentí tensa y acariciaba mi mano para que me relajara, lo miraba y nos sonreíamos.
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Editado: 21.09.2021