Al despertar me encontré en una cama tibia y una taza de café a mi lado, la habitación era hermosa y entraba luz por dos grandes ventanales con terraza, todo adornado en color marrón, dando un aire de elegancia.
Me senté y vi que mi ropa estaba arrugada, me coloque los lentes y tome un sorbo del café.
Ahora si era momento para pensar en las complicaciones y consecuencias de no haber reflexionado la noche anterior, busque en mi interior, pero me fue imposible encontrar una pizca de arrepentimiento así que me eche a reír.
La situación era una locura, cada parte de ella, pero yo no tenia ni la más mínima inclinación para detener la energía feliz que burbujeaba en mi pecho, me sentía viva y vital.
Con café en mano decidí que lo primero era encontrar a Nick. Una sonrisa tiro mis labios de nuevo, ese hombre me dio el mejor orgasmo de la vida así que definitivamente podía permitirme a mi misma llamarle como quisiera.
Sali de la habitación y grandes pasillos de piedra me saludaron. Camine lentamente y me di cuenta que estaba en el primer piso por lo que pronto encontraría la biblioteca o algo parecido.
Cuando ya me había empezado a cansar de buscar escuché una voz lejana, mi corazón revoloteo y casi corrí a su encuentro.
Las enormes puertas de roble estaban abiertas y vi otra perspectiva de la biblioteca, estaba equivocada, me encontraba en el segundo piso y me vi envuelta por los libros inmediatamente. Abajo, sentado en su escritorio se encontraba Nicolas con el cabello en un listón obscuro y vestido con una camisa negra, solo podía verlo desde cierto ángulo así que caminé despacio a la pequeña escalera de caracol y descendí manteniendo mucho cuidado en mis pasos, los peldaños pequeños definitivamente eran peligrosos.
Nicolas siguió hablando y al llegar al piso me di cuenta que sostenía un teléfono.
Consciente de mi se levanto y me sonrió, no me había dado cuenta de lo nerviosa que estaba por verlo, tenia miedo de como me iba a saludar y de como quería manejar la situación entre nosotros.
Caminé hacia el, lo mas despacio que pude cuando lo único que quería hacer era lanzarme sobre el, pero contuve mis deseos.
Me coloque a su lado y recargue el costado de mi cadera en el escritorio. El hombre al otro lado de la llamada seguía hablando, pero eso no pareció importarle a Nic, porque colgó el teléfono sin mirarlo, me tomo por las caderas y me coloco entre sus piernas.
Levantándose, quito de mis manos la taza con café frio y lo coloco a mi lado, aprovechando la cercanía para pasar su nariz por un costado de mi cuello, sus labios como pluma se pasearon por mi mandíbula y yo cerré los ojos.
“¿Dormiste bien?” Su voz me acaricio y solo pude asentir. Su sonrisa ronca provoco un estremecimiento en mi y tuve que tomar un profundo aliento. Necesitaba ser valiente y enfrentar la verdad.
“Me iré” Abrí los ojos y me encontré con su mirada estupefacta. Veía la negación ahí, también el dolor, pero se echó para atrás un poco y asintió.
“Cuando estés lista para irte y si lo crees conveniente me gustaría llevarte o… si lo consideras demasiado, le diré a alguien que te acompañe. Lo que te haga sentir mas cómoda” Su sonrisa era contenida y ya no estaba el calor o la ternura de hace un momento, eso me rompió el corazón y desee con todas mis fuerzas que no fuera necesario irme, quería quedarme y verlo sonreír y mirarme como lo había hecho. Quería tantas cosas de este hombre…
Bloqueé todos mis instintos y me dije que este no era el momento, que tenia que ignorar el dolor agudo en mi pecho y también la sensación de vértigo. Necesitaba hacer esto.
Lo hacia por y para mi tranquilidad.
Me incline y bese su mejilla un poco mas de tiempo que el normal y cuando me separe, él ya no parecía descompuesto. Se veía normal, ligeramente triste pero bien.
“Me gustaría irme ahora, si no hay problema” Sus ojos se abrieron con pánico y su mascara se desintegro un segundo. La desesperación marco su rostro y casi me arrepiento, pero se recompuso, coloco una sonrisa y asintió. “Y si, me gustaría que me acompañaras, pero preferiría irme sola”.
Esta vez parecía que estaba preparado para mis palabras y solo asintió suavemente, dio un paso atrás y el calor de su cuerpo desapareció.
“Tengo que darte esto” Sobre el escritorio descansaba una caja de mármol pequeña y que parecía pesada, me acerque lentamente y el la abrió.
Un medallón de cinco centímetros de largo descansaba en la superficie, el verde contrastaba con el fondo negro y la cadena de oro que lo sostendría.
“Esta piedra lleva mi sangre, está atada a mí. Tiene mi aroma, por ahora es fuerte, pero con el tiempo se desvanecerá” Me miro a los ojos “Seria conveniente que nos viéramos cada mes para que yo pueda colocarle mi sangre y así no tengas ningún encuentro desagradable”.
Asentí y le sonreí. “Muchas gracias”
Casi no recuerdo lo que paso a continuación excepto un intercambio rápido de números y un borrón del camino. Cuando logre tomar conciencia, me encontraba aterrizando y recogiendo mi maleta.
Pasarían unos días antes de que volviera a verlo y ya lo extrañaba como loca.
Esa noche, mientras descansaba en la casa de mis padres tome el celular y mande un mensaje.
“Estoy bien, llegue a casa de mis padres hace poco 😊”
A penas unos segundos después me respondieron.
“Me alegro, gracias por avisar.
¿Qué tal el vuelo?”
Sonreí y me sentí como una jovencita con su primer amor.
“Muy bien, gracias.
¿No deberías estar dormido?”
“Jajaja tal vez… pero tengo que firmar algunas cosas”
“interrumpo?”
“Nunca”
“¿Cómo están tus padres?”
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Editado: 09.11.2022