La desgraciada semana que me enamoré de ti

Capítulo 20

El mensaje de Jarek decía que nos encontráramos abajo, justo al lado de la escalera. Además, agregó que no llevásemos teléfonos ni nada más que a nosotros mismos. Son las 4:05 y todavía no baja.

¿Puedo aferrarme de su impuntualidad para echarme para atrás? Claro que puedo.

Muy tarde, ya escucho sus pasos en los escalones, y en cuestión de segundos lo tengo a un lado.

—No hemos vuelto a coincidir en la ropa, sería divertido, ¿no crees? —es lo primero que dice—. Tengo una camisa parecida a la tuya, si es que me esperas dos minutos, voy corriendo a cambiarme —me mira con ese aire fanfarrón que tiene siempre, pero últimamente me irrita mucho más.

Me irrita mucho más porque, Jarek, querido, ¡¿Podrías ser un poco más serio?!

—Cállate y vamos a donde sea que hayas decidido llevarme —bufo.

Tengo una camisa con estampado de palmeras, muy llamativa y la cual adoro un montón, él tiene puesta la camisa blanca que días atrás manché en ese fatídico accidente que prefiero no rememorar demasiado. De nuevo, tiene algunos botones sueltos para, a propósito, lucir su cuerpo.

—Tengo otra petición —dice.

—¿Otra? ¿Quieres una isla privada también?

—No me vendría mal, pero no —niega con la cabeza—. Es más un reto que una petición, en realidad. Elije entre estas dos cosas: ir conmigo de la mano hasta allá, o un reto sorpresa que te daré cuando lleguemos.

—Ninguna, vámonos —pongo los ojos en blanco.

—¡Vamos! Hay que ponerle algo de diversión a esto —me codea—. Sino será una dramática caminata tensa.

—¿En qué parte me divierto yo? No estoy enterada —y será tensa de todos modos.

—Si me tomas de la mano, luego podrás obligarme a hacer lo que tú quieras, sin importar qué tan vergonzoso sea —ofrece.

—¿Tan desesperado estás por tomarme la mano, idiota? —sonrío con fastidio.

—Sip, y si decides mi reto sorpresa, de todas maneras, podrás devolvérmela, solo que no sabes de que trata, así que puedes ir por lo seguro o arriesgarte —se encoje de hombros—. ¿Aceptas o prefieres un viaje ab...?

—El viaje aburrido, gracias.

—¿De verdad? —alza una ceja con desgano—. Una patada en mi entrepierna hubiese sido menos dolorosa —se encoje de hombros y se da la vuelta—. Sígueme, caminaremos un rato.

Se dirige a la entrada a la playa, así que puedo suponer que iremos al lugar donde estaban las rocas, o a lo que sea que haya al final de la playa en la dirección opuesta, porque no me imagino qué otra cosa pueda ser interesante como para ir hasta allá.

Camino a su lado sin mirarle la cara y con los nervios creciendo a mil por hora en mi interior. Ya hemos dejado atrás el pasillo que lleva a las cabañas, así que ya nos estamos adentrando en la arena y en el montón de gente. Poco a poco nos desviamos hacia la derecha, el mismo camino que seguí con Penélope hace unos días, así que mis suposiciones de que iremos a algún lugar que no he conocido deben de estar en lo cierto.

No ha dicho nada, cosa que me sorprende mucho viendo el cómo ha actuado desde ayer, animado y seguro de sí. Por pura curiosidad le miro de reojo y me encuentro con una expresión pesada en su cara, nada que ver a la que tenía hace diez minutos antes de partir.

Ay, Jarek, dime por favor que no es por lo que creo que es.

Ay, Camille, dime que no estás pensando lo que creo que estás pensando.

Ubico su mano izquierda, la cual se mueve como péndulo mientras continuamos caminando. Devuelvo mi vista al frente, observando las pocas personas que aún quedan en esta parte de la playa, la cual ya comienza a ser más arena que sombrillas, respiro hondo, cierro los ojos, reflexiono en si realmente quiero hacer esto y, al abrir los ojos, la voz que me grita que no lo haga es opacada por mi estupidez, así que lo hago.

Y la reacción es inmediata.

Jarek se tensa al instante por un par de segundos antes de relajarse, y cuando vuelvo a observar su rostro, tienen encima la relajada y fresca expresión de hace rato.

Hijo de...

Yo, por otro lado, me arrepiento de haber entrelazado su mano con la mía, ya que ahora cada centímetro de mi cuerpo tiembla del horror que me provoca esta sensación.

Ya había tocado su mano antes, en ocasiones nada parecidas, por pura casualidad o roce. Ahora es distinto, pues la siento de lleno rodeando a la mía. Grande, suave, cálida... Dios mío, creo que voy a sudar.

—Estoy genuina y gratamente extrañado —suelta con esa voz irritante que me hace querer patearlo.

Esto era, por eso puso esa cara de perro triste. Y yo, como mensa, acabé complaciéndolo. ¿Por qué lo hice? La sensación que me da es agradable, pero mezclada con lo chocante que es esto al típico contacto que tengo con la gente solo deseo soltarla de inmediato.

—En la boda vas a tomar el micrófono y cantar algo para novios —le digo ya que, al fin y al cabo, será mejor que piense que hago esto para canjear el derecho a obligarlo a hacer lo que sea—. Una canción completa, de mínimo 3 minutos.

—Acepto —aprieta un poco más mi mano.

Te detesto, Jarek, te lo juro.

Caminamos a lo largo de la playa otro buen rato, mucho más lejos del punto en el que habíamos llegado Penélope y yo. No hay nada que lo delimite, pero estoy segura de que ya estamos fuera del terreno propio del resort. A lo lejos veo que nos acercamos al comienzo de una subida hacia otra colina, siendo esta más sencilla de subir que la que está dentro del resort y sin una caída tan terrible, con un terreno más amplio. Observando hacia el borde de la tierra, no es más que un rompe olas, ya que no alcanza a crear una orilla. Es como si le hubiesen arrancado un trozo de tierra.

Cuando la arena va terminando paulatinamente y comenzamos una ligera subida —todavía con las manos entrelazadas y sin dirigirnos la palabra—, me pregunto por qué rayos Jarek quiere traerme hasta aquí. No es un lugar desierto, aunque sí poco visitado: hay grupitos de personas muy lejos de nosotros, algunas ubicadas cerca del borde donde hay una agradable vista hacia dos figuras rocosas que sobre salen del agua, como si fuesen islas, otras están mucho más lejos, donde hay una carretera poco transitada.



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En el texto hay: vacaciones, amor odio, amor de verano

Editado: 12.07.2020

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