La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 65 Camino a casa

 

Lucien por supuesto y como de costumbre, había tenido razón con respecto a Iyul, porque apenas Lucía se había marchado, él había mirado a Misha que entendió sin necesidad de que transmitiese nada. Iyul fue a enterarse de cómo estaba Dylan, pero después de eso, abandonó Illir y Misha lo estaba esperando.

  • ¿Y bien?
  • En su Dvorets

Aunque nominalmente ahora ese Dvorets pertenecía a Radek, Iyul entendió y se puso en camino, pero apenas había entrado cuando escuchó a Lucía.

  • ¡Ervat!

Los demás, con excepción de Radek, adoptaron la posición de respetuoso saludo. Iyul paseó la mirada por los presentes y no le extrañó ver de quiénes se trataba y la única que parecía fuera de lugar allí, era una asustada Nivi y, de hecho, Radek acababa de ordenarle que se fuese a su habitación cuando llegó Iyul, así que, de algún modo, la chica logró moverse y volvió a su habitación.

  • No puedes echarme de ninguna parte – dijo Iyul en respuesta al furioso grito de Lucía

Todos, y eso incluía a Yves que era el más joven, conocían bien a Iyul, y aunque lo habían visto simplemente molesto, o decididamente furioso, hacía mucho tiempo que no le escuchaban aquel tono, y menos para dirigirse a Lucía, pero con independencia de lo que estuviesen pensando, y con la posible excepción de Radek, lo que no podían era hacer nada. Sin embargo, Iván sabiendo que Radek podía ser un problema, se ocupó de forma inmediata de él mientras Iyul avanzaba hacia Lucía.

  • Eres…
  • No interesa lo que creas en este momento – la interrumpió él – lo que interesa es que tanto si te gusta como si no, te sugiero no intentar hacer nada, y cuando digo nada, es nada, porque si me desobedeces, no te gustaran las consecuencias.
  • ¿Me estás amenazando? ¿Tú? ¿A mí? ¿En verdad? – preguntó en tono burlón
  • Aunque no lo creas, yo te entiendo, pero entenderte no hace que esté dispuesto a permitirte comportarte de la única manera que sabes hacerlo. Quien no entiende eres tú. El mundo cambió, Mikha, ya no es como tú lo conociste, y no importa lo que pienses o quieras; no importa si piensas que somos unos cobardes o si nos hemos vuelto débiles y somos títeres de las leyes que nosotros mismos hemos hecho, lo único que importa, es que es de esa manera que vivimos y tú no puedes cambiar eso
  • Eso está por verse
  • No lo hagas, no me pongas a prueba, porque ya no soy el niño al que fastidiabas como fastidiabas a todo el mundo. Te amé como mi hermano, te respeté como el guerrero de rango superior que fuiste, y sigo amando y respetando tu memoria, pero si me obligas, comprobarás que, no solo aprendí bien de ti, sino que todo lo anterior no me impedirá actuar en tu contra, hermano

Dicho esto, abandonó el lugar con la misma velocidad que había entrado. Como los ojos de Lucía parecían dos sangrientas gemas desde que Iyul había llegado, Yves, sabiendo lo muy peligrosa que podía ser, se había estado esforzando al máximo con ella, del mismo modo que lo había estado haciendo Iván con Radek. Tal vez, se podría pensar que quien debió ocuparse de Lucía fue él, pues aquella era una Siglair y representaba un reto para cualquiera, ya no digamos para Yves que aparte de no serlo, tenía una condición que recientemente le había dado problemas al excederse en la utilización de su poder, pero en las presentes circunstancias, Radek podía ser igualmente peligroso y neutralizarlos a todos sin mucho esfuerzo, para luego irse derecho a atacar a Iyul, algo que no podían permitirse tratándose de quien se trataba. El asunto fue que, en cuanto Iyul se marchó, Yves cayó exhausto, lo que posiblemente salvó a Iván de la reacción de Radek.

  • ¡Ynli! – exclamaron Iliar y Radek
  • Estoy bien, solo…

Pero las cosas podían no estar tan mal para él hasta ese momento, pero antes de que lo notaran, Lucía lo había obsequiado con un puñetazo que lo envió al otro lado del salón.

  • Yo te enseñé casi todo lo que sabes, nekasny, y la próxima vez que intentes detenerme, haré lo que debimos hacer cuando te encontramos en aquella apestosa iglesia – dijo con suprema frialdad y luego miró a Radek – Ocúpate del rybik, y tú asegúrate de que haya entendido – agregó para Iván

Después de eso la vieron abandonar el salón, y si nadie la siguió, era porque al menos los levjaners, estaban al tanto de que no podía abandonar el Dvorets sin que ellos se enteraran, pero una vez solos se miraron.

  • Estamos en muchos problemas ¿no? – dijo Iliar
  • A eso puedes ponerle la firma, porque está justamente furioso con todos ustedes
  • Radek…
  • ¡Lo están traicionando!
  • Sé que no eres estúpido, Radek, y si el está muerto, tú no, razón por la cual sabes que no podemos dejarlo hacer lo que quiere
  • Pero Radek tiene razón – escucharon a Yves
  • Cállate, necio. Estoy tratando de arreglar lo que ocasionó tu estupidez – le ordenó Radek
  • Bien, pero como decía – continuó el terco aquel – tú tienes razón y has sido más astuto haciéndola creer que estás dispuesto a seguirla en cualquier locura
  • Y lo estoy
  • No, no lo estás, y puedes seguir intentando engañar a los demás, pero ¿a mí?




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