A pesar de lo mal que se había visto Luciano, en opinión de Dylan se recuperó rápidamente, y aunque durante los primeros días había estado más irritante de lo normal, pronto recuperó su natural simpatía y su incansable conversación.
Aunque Dylan no esperaba que su amigo se mostrase curioso con respecto a su estadía en Illir, supuso que al menos comentaría algo así solo fuese en términos sarcásticos o directamente desagradables, pero no, simplemente pareció borrar de su memoria el tiempo que Dylan estuvo fuera.
Una asidua visitante de la villa era Anastasia, y aunque Dylan ya sabía que era una Devrig y sabía igualmente las especiales condiciones que los afectaban, eso no impidió que reanudara su vieja broma con respecto a la relación entre Luciano y ella. Dylan había aprendido hacía mucho tiempo que a Luciano le gustaban todas, especialmente si había un anillo de bodas en sus dedos, porque según él eran más seguras y no intentarían neciamente cazarlo; a pesar de que ahora Dylan sabía que aquello en realidad no habría representado un problema para él, ya que ciertamente nadie habría podido obligarlo a nada, Luciano respetaba a las jóvenes solteras y procuraba con ahínco no acercarse a ellas.
Siendo que Luciano se había recuperado con extrema rapidez, pronto volvió a los salones y a su vida normal, y fue en una de esas veladas que se enteró de la orden girada por Iziaslav con respecto a los Lothian.
Luciano prestó atención y se sorprendió de que Dylan lo hubiese notado primero que él, pero en efecto había otro Devrig en el salón y unos minutos después el mismo se hizo presente.
Anastasia colocó una mano sobre el brazo de Luciano cuya expresión que hasta hacía un momento había sido alegre, había variado en forma notoria, y Dylan pensó que aquel sujeto fuese quien fuere debía tener muchos deseos de morir o era simplemente estúpido, porque recordó lo que Iyul le había dicho y lo que él mismo sabía en cuanto a la aversión de Luciano por esa clase de tratamiento.
Dylan buscó con la vista el anillo del sujeto, pero tenía la mano en la espalda, de modo que no podía verlo. Sin embargo, dudaba mucho que un miembro del Clan Lothian, que no hubiese abandonado el continente, se arriesgase a dejarse ver públicamente y justamente por Luciano. De modo que concluyó que este hombre fuese quien fuere, no podía ser un Lothian. Su atenta observación fue interrumpida cuando los ojos oscuros se volvieron hacia él después de saludar a Anastasia.
A Dylan aquello le sonó más a insulto que a simple afirmación, pero su expresión no varió.
Dylan se limitó a una ligera inclinación de cabeza ahorrándose cualquier otra fórmula de cortesía, porque si de algo estaba seguro, era de que por las venas de aquel sujeto no había corrido nunca ni una sola gota de sangre noble, y ese título viniera de donde viniese, era tan falso como la sonrisa de su ilegítimo portador.
La expresión de Dylan seguía siendo de total hermetismo, pero sí notó que las cejas de Anastasia se juntaban hacia arriba y al mismo tiempo notó que Luciano le ordenaba a la sorprendida chica que se controlase.
Biaggio por su parte no estaba prestando ninguna atención ni a Anastasia ni a Luciano, sino que toda la tenía concentrada en el joven Duque. Inicialmente y siendo que Biaggio era uno de los Devrigs que se dedicaba a perseguir a Luciano, solo había sabido que Dylan Danworth era amigo del príncipe y que había mantenido una larga e inestable relación con Emiliana, pero cuando se enteraron de la transformación y una vez superada la sorpresa, había intentado dar con aquel sujeto, pero parecía que se lo había tragado la tierra. Aquello le había valido un severo castigo, porque se suponía que él debía estar perfectamente al tanto de todo lo que concernía Lucien Yaroslávich. De modo que se dedicó a investigar todo cuanto hubiese que saber de Dylan.
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Editado: 17.07.2021