Istval estaba más allá de la furia y en opinión de sus hombres eso era en extremo peligroso. Todos los que formaban parte de su reducido escuadrón habitual de trabajo eran Lovets con una probada y exacerbada tendencia al suicidio, según sus compañeros del Arkel, porque trabajar con Istval era como caminar al borde de un precipicio todo el tiempo. Sin embargo, en los muchos años que llevaban trabajando con él, pocas veces lo habían visto enfurecer de aquella manera, aunque podían entender sus razones. La búsqueda de André ya les estaba consumiendo mucho más tiempo del habitual y aquel desgraciado parecía haber desarrollado una especial habilidad para esconderse.
Hacía apenas unas horas estaban seguros de haber estado a punto de atraparlo, pero el mal nacido había desaparecido y acababan de comprobar que era una pista falsa, de modo que Istval estaba destrozando todo a su alrededor. No obstante, ninguno de los diez hombres se movió ni un milímetro de donde estaban. Una vez que se hubo calmado lo suficiente como para que ellos estuvieran seguros que no le quitaría la cabeza al primero que hablase, uno de ellos dio un paso al frente.
Esa era otra de las muchas y muy extrañas características del Lovet, aunque aquellos sujetos lo obedecían ciegamente, dado que habían pedido trabajar con él y a todos los efectos era su comandante, Istval nunca obligaba a nadie a nada y no se veía a sí mismo como el Lavny de aquel grupo de hombres, sino que para él todos eran sus amigos, de modo que aquello les sentó como una patada en el estómago.
Con ese comentario quedaba demostrado de manera irrebatible, el poco aprecio que le tenía él mismo a la propia, pero de no ser así, ninguno de ellos trabajaría con aquel loco. No obstante, Istval no dijo nada y caminó hacia la puerta.
Istval lo pensó durante unos segundos, pero su instinto le indicó que no tenía tiempo para eso y continuó su camino. Cuando estaban a pocos metros del lugar, escucharon el inconfundible ruido de lucha, de modo que corrieron en aquella dirección y enseguida identificaron el uniforme de tres Lovets, pero era un enfrentamiento desigual, ya que los sujetos con las que se las veían los superaban en número por mucho, de modo que sin pensarlo, se metieron en el conflicto. No obstante, cuando ya tenían la situación controlada, apareció otro llevando consigo a una joven a quien le tenía un nelegasi apuntando a su cuello.
Istval no tenía idea de quien era aquella mujer, aunque le resultaba vagamente familiar, pero algo estaba muy mal en todo el asunto, porque si estos sujetos eran hombres de André y ella le interesaba por algún motivo, dudaba que aquel payaso fuese a hacer lo que decía.
Fue evidente el cambio de actitud del individuo, porque si bien sabía que aquellos sujetos eran Lovets, acababa de identificar a uno especialmente peligroso.
Pero definitivamente nadie se esperaba lo que sucedió a continuación, porque no hubo oportunidad de saber si tenía o no la intención de obedecer, ya que la jovencita aquella tenía ideas propias y clavó su codo en el estómago del desprevenido sujeto con mucho perjuicio para ella misma, y a pesar de que Istval se había movido con extraordinaria rapidez, ésta no fue suficiente. Istval había sujetado a la chica y no se había detenido, sino que había corrido para sacarla de escena, pero cuando intentó ponerla de pie, se dio cuenta que aquel mal nacido le hacía cortado la yugular y estaba desangrándose ante sus ojos.
#14018 en Otros
#1115 en Novela histórica
#10577 en Fantasía
#3982 en Personajes sobrenaturales
violencia odio injustificado venganza, amor eterno verdad oculta, alegria efimera amor familiar
Editado: 29.09.2021