Si bien las cosas en el mundo de los Devrigs no marchaban del todo bien y en realidad estaban bastante revueltas, en Illir habían cambiado de forma drástica para beneplácito de Iziaslav. El antiguo palacio se había llenado de vida de la noche a la mañana, las voces de los niños llenaban los pasillos antes vacíos y silenciosos, las horas de las comidas se habían convertido en un festival de risas y después de muchos años, Iziaslav había rememorado las historias que contaba a sus hijos antes de enviarlos a dormir.
La presencia de Derek y de Aureliè, aunque la chica pasaba mucho más tiempo con Phillipe, cuando estaba con ellos entre ambos chicos hacían verdaderos esfuerzos por enloquecer a Iziaslav con sus preguntas, porque tan incisivo era el uno como la otra, pero normalmente lo hacían reír mucho.
Lo único que empañaba la atmósfera de felicidad que se había instalado en Illir era la ya muy prolongada ausencia de Dylan.
Phillipe había pasado muchas horas hablando con su hija, como era natural él quería saberlo todo y ella a su vez tenía muchas preguntas qué hacer acerca de su familia. Unos días más tarde, Phillipe decidió que había llegado el momento de que su hija conociese el hogar paterno, pero consciente de que Aureliè a pesar de ser su hija ahora pertenecía a aquel mundo, había solicitado autorización a Iziaslav para llevarla a Francia. Inicialmente Aureliè se había sentido un poco nerviosa por aquella visita, porque desde su transformación no había vuelto a su país y de hecho básicamente no había ido a ninguna parte, porque del Haigala había sido llevada a la casa de los Korsacov y luego a Illir, pero como también tenía muchos deseos de ver aquello de lo que su padre tanto se había esmerado en hablarle, se armó de valor para efectuar la visita.
A Iziaslav le preocupaba aquella salida a la que Derek quería unirse, pero finalmente acordaron que se limitarían a visitar las propiedades de los Saint-Claire, pero una en cada salida y regresando cada día a Illir.
Con motivo de esta salida, Derek fue llamado a las dependencias de Iziaslav la noche anterior a la misma.
Mientras lo veían avanzar despreocupadamente, Goran intentó suprimir la mirada de desaprobación, ya que estaba muy consciente que aquel era un príncipe y no le correspondía a él aprobar o desaprobar nada por muy irritante que le pareciese. Lo que Goran no sabía y siempre divertía mucho a Derek, era que por mucho que se esforzase en proteger sus pensamientos, era tiempo perdido, porque él estaba perfectamente al tanto de la opinión que el covetnik tenía de él, pero si no le había preocupado antes lo que la gente pudiese pensar, menos ahora.
Aunque Derek aun tenía mirada de rebeldía, recordó que si ni Lucien o Dylan se habían podido sustraer a contar con una escolta, él tendría muchas menos posibilidades, de modo que se giró, pero…
Después de eso se marchó, y aunque seguía sin gustarle mucho tener a alguien pegado a sus talones todo el tiempo, al menos eran conocidos y siendo poseedor de un espíritu práctico, dejó de preocuparse por el asunto.
Se acercaba la celebración de la Evesbriel y Dylan seguía sin aparecer, de manera que Iziaslav estaba muy preocupado. Lucía y Alexander hacían a diario la misma pregunta y a él le dolía mucho tener que darles siempre la misma respuesta.
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Editado: 16.10.2021