Cap. 10 Conversaciones
La conversación entre Lucía y Henri, o más bien el monólogo de este último, fue largo y detallado; Lucía escuchó con atención tanto lo que decía como lo que no, y no porque Henri tuviese intenciones de ocultarle nada, sino más bien porque ella estaba registrando no solo las palabras sino los pensamientos y sentimientos de Henri.
- Nym sarievì -- dijo él cuando finalizó -- sé que nada de lo que diga o de lo que pueda hacer, reparará ni siquiera en forma mínima mis muchas faltas en contra de tu familia, pero como te dije antes, te juro que dedicará el resto de mi vida al servicio de ustedes
Ella guardó silencio por tanto tiempo, que Henri no sabía qué pensar, pero finalmente ella se puso de pie y lo miró.
- Si mi padre no encontró motivos para castigarte, entonces yo tampoco lo haré, así que te libero de ese juramento
- Te lo agradezco, pero no puedes hacerlo y quiero aclarar que no lo hago como castigo, sino porque tu padre demostró ser la clase de persona digna de lealtad y siempre tendrá la mía, por lo tanto y siendo que tú y tus hermanos son sus hijos, la misma se extiende a ustedes, y aunque es posible que lo consideres una grosería y hasta una traición, aún por encima de la que le debo a nuestro sozdatel’
- Gracias monsieur D’Albret
Henri iba a decir que no tenía que darlas, pero se preocupó al verla tambalearse. Desde hacía mucho rato, y aunque Lucía había conservado un soberbio control sobre sí misma, estaba resintiendo el entrenamiento de Alexander.
- Sizviteliani -- dijo Henri incorporándose en la cama
Este movimiento provocó la inmediata irrupción de los Lovets en la habitación.
- Creo que se siente mal -- dijo Henri
- ¿Lucía? -- dijo Irakli acercándose a ella
- Estoy bien, solo… tengo sed
- Vamos -- dijo Istaval intentando alzarla
- Déjame en paz, Korsacov -- dijo ella de mal humor -- sé caminar
Istval que la conocía bien, decidió no insistir, así que Lucía tomó la mano de Irakli que era el otro que estaba más cerca, pero antes de salir, se volvió y miró de nuevo a Henri.
- Gracias por tu honestidad, regresaré
Después de eso abandonaron la habitación y Lucía fue conducida a la suya donde los Lovets se ocuparon de su comodidad e hidratación.
Aleksèi se había ido a Elobis, la isla en el mar Egeo donde residía Nadège y donde él mismo había vivido durante los años que duró su instrucción.
- Mucho tiempo ha pasado desde la última vez que visitaste este lugar, kicyk mydevrig -- escuchó que decía Nadège aunque él no podía verlo
- Dakvrevit, nym sarì -- saludó Aleksèi
- La serenidad del espíritu es esencial para una vida sana, pero lo es mucho más para resolver cualquier conflicto
- Ak leyvychtel
Aleksèi se aplicó para equilibrar su energía y una vez que alcanzó su objetivo, pudo visualizar a Nadège. El Svetsnik se encontraba en la posición habitual de meditación, pero en cuanto Aleksèi lo alcanzó, se puso de pie y emprendió la marcha, de modo que él comenzó a caminar a su lado. De haber sido posible para cualquier otra persona verlos, lo más seguro habría sido que comenzase a cuestionarse su cordura, pues ambos parecían caminar en el aire y en un lugar que estaba a medio camino entre un jardín exótico y la nada. Nadège esbozó una sonrisa y miró a Aleksèi.
- No has cambiado mucho en los últimos años kicyk, sigues teniendo gustos… muy coloridos
Esto lo decía en obvia alusión al lugar que visualizaba Aleksèi cuando alcanzaba la relajación total.
- Biagyzlim, sarì
- ¿Por qué te disculpas? Tu consciencia está en libertad de llevarte a donde mejor te sientas y no debes olvidar que tienes una fuerte conexión con Erde [1] -- le dijo -- Te estás preocupando innecesariamente por algo sobre lo que no puedes ni te corresponde hacer nada
- ¿Sarì?
- Sabes, como lo sabemos todos, que los aykeris no son devrigs ordinarios
- Claro sarì, pero es que en el caso de Lucía, sus diferencias son…
- Son las que deben ser -- lo interrumpió Nadège
- Puedo entender eso sarì, pero lo que me preocupa es que nadie parece saber cómo enfrentar esto
- No tienen por qué -- dijo él y Aleksèi lo miró sin comprender -- Kicyk, la sizviteliani y como ya sabemos, no es una devrig ordinaria, razón por la cual ningún Levjaner podría saber qué hacer
- Pero…
- Aparte de eso es una Siglair, -- continuó Nadège sin prestarle atención -- no está en manos de ninguno de los Levjaners enseñarle nada, porque su poder excede a nuestra limitada comprensión
Aleksèi guardó silencio por un rato, pero que no dijese nada no significaba que su cerebro no estuviese en furiosa actividad, y entre otras cosas se estaba plateando que si lo que estaba diciendo Nadège era cierto, y estaba bastante seguro de que así era, entonces la situación iba a tornarse muy difícil, pues en su opinión era de suma importancia que Lucía aprendiese a controlarse.
- Deja de angustiarte kicyk, todo a su tiempo -- le dijo -- sabes que no hay nada que escape al orden universal, y nuestra sizviteliani hace parte importante de ese orden
- Sarì -- dijo el chico después de otro prolongado silencio -- ¿Eres tú quien va a instruirla?