Cuando llegó el momento en el que Jovanka iba a dar a luz a sus hijos, y aunque aquello era algo natural y no tenía por qué causar ningún revuelo, como ya sabían que eran dos criaturas y eso no era tan común, lógicamente había cierta expectativa. Milorad estaba de cacería, pero regresó a toda prisa a la aldea en cuanto le avisaron. Al principio todo marchó según lo que se esperaba, pero el asunto comenzó a complicarse cuando comenzó a pasar el tiempo y el alumbramiento no se efectuaba. Milorad estaba recibiendo la preparación para convertirse en Levjaner y por tanto la formación que le permitía controlar sus emociones, pero también era solo un chico de algo más de dieciséis años que iba a ser padre por primera vez, amaba a su mujer y la combinación de ambas cosas quebraron su resistencia, de manera que los miembros del consejo tuvieron que aplicarse mucho para mantenerlo a raya. Iziaslav perdió la paciencia que por lo demás no era mucha en ese entonces, y amenazó a las mujeres que asistían el parto, y como en su caso nadie podía decir ni hacer nada, las pobres criaturas estaban aterrorizadas.
Finalmente, y después de varias horas de angustia, les avisaron que había nacido el primero, era un varón sano aunque no muy grande, algo natural siendo que eran dos, pero la alegría se vio opacada cuando le dijeron que el otro no tenía muchas posibilidades, ya que traía el cordón alrededor del cuello. En contra de las costumbres, Milorad irrumpió en el avari y la escena que se presentó ante sus ojos no era precisamente agradable; Jovanka estaba agotada, había sangre por todas partes y una de las mujeres se afanaba ayudando para que el otro bebé terminase de salir, pero cuando Milorad vio la carita amoratada casi perdió la razón y fue necesario sacarlo de allí a la fuerza. Nadie supo a ciencia cierta cómo o qué había sucedido, pero el pequeño aykeri había sobrevivido.
Como era de esperarse toda la comunidad celebró aquellos nacimientos con verdadera alegría, ya que para ellos aquel era un fenómeno extraordinario y los aykeris pasaron a ser el centro de atención y así se mantuvieron aún por encima de Mikha, el príncipe heredero que nacería unos meses después. Otro asunto que contribuyó mucho a la atención de la que los aykeris eran objeto, fue que el consejo determinó que uno de ellos había nacido con el don del elemento éter, y hasta el momento solo había dos portadores del mismo, a saber, Liever y el recién nacido Iván.
Los niños comenzaron a crecer y en breve notaron que Istval era una positiva amenaza en todos los sentidos posibles, y como era el que había estado en peligro de morir, al principio todos se desvivían por protegerlo y mimarlo, pero cuando estuvo algo mayor, todos querían asesinarlo.
En el caso de Milorad aparte de querer apalear a su hijo un día sí y otro también, llegó el día en el que le habría gustado ahorcarlo y seguidamente suicidarse, porque apenas unos días después de que los aykeris cumpliesen catorce años, y luego de ser atacados sorpresivamente, notaron que Istval no estaba en el campamento. En cuanto se dio la voz de alarma, lo primero que Jovanka pensó fue que Massarik lo había intentado de nuevo y se fue derecha a buscarlo, pero el desgraciado aquel no estaba en condiciones de hacer nada, ya que había resultado seriamente herido en la reciente batalla, de manera que quedó descartado. Mientras se efectuaba la búsqueda, una vez que Istvan recuperó el conocimiento ya que había sido herido en el enfrentamiento, fue llevado ante el consejo para ser interrogado, porque usualmente aquel muchachito estaba perfectamente al tanto de las actividades de su hermano y prácticamente no hacían nada el uno sin el otro fuera esto legal o ilegal, así que a fuerzas él tenía que saber qué había sucedido con Istval, y aunque ciertamente así era, lo que no esperaban fue lo que Istvan informó y que además respondía al motivo de aquel inesperado ataque.
Según el relato de Istvan, Istval se había enamorado de una chica de la tribu en cuestión, pero como aquel loco de carretera por empezar vivía enamorado, nunca hacía nada por el camino correcto y se había apropiado de la criatura sacándola de su tribu. Aquello en sí mismo no era nada especialmente malo o diferente a lo que solía suceder, lo que no sabían que era que la niña era nieta del jefe de la tribu, y fue algo de lo que no se enteraron hasta que la comisión encargada de pactar el intercambio de prisioneros fue a hablar con los fulanos aquellos.
En otras circunstancias Iziaslav habría ordenado un sangriento ataque, pero ellos tenían a Istval y no iba a arriesgarse a perder al chico, así que envió a sus hombres con órdenes de pactar según los términos que ellos pidiesen y así lo hicieron, regresando en breve con Istval y con la criatura en cuestión. No obstante, aquella sería la primera y única vez que Iziaslav no respetaría un acuerdo de guerra, porque una vez que se efectuó la boda, y eso solo porque Istval así lo quiso, se prepararon para atacar a la tribu y arrasaron con ellos no dejando vivo ni a uno solo.
Muchos años habían transcurrido, Istval había continuado con su preparación como hijo de un Levjaner para convertirse en uno, pero fue evidente para todos que eso no sucedería nunca, porque si bien los años pasaron y él recibió toda la instrucción deseable, jamás dejó de comportarse con el mismo anarquismo, de manera que ahora y después de analizar la situación, Istvan llegó a la horrorosa conclusión de que fuese lo que fuere lo que había sucedido, Istval estaba metido en ello hasta el cuello, y si bien Istvan estaba convencido que nadie había atacado a la sizviteliani y ésta no corría ningún peligro a manos de sus enemigos, quienes realmente estaban en el mencionado peligro eran los ZD, porque ninguno de ellos estaba disponible y eso solo podía significar y como era lógico, que estaban actuando en conjunto. Cuando estuvo seguro de esto, con un enorme pesar y una vergüenza aún mayor, se dirigió a Illir para rendir su informe ante sus altezas reales y ante un sin duda furioso Iziaslav.
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Editado: 17.11.2021