Lucien estaba en el jardín cuando repentinamente comenzó a experimentar un dolor sordo en el pecho que lo hizo llevarse la mano al mismo. Itlar e Yvaylo que se encontraban en aquel momento con él ya que los tres habían estado bromeando hasta ese momento, se miraron y compusieron expresión de preocupación.
Los Levjaners se miraron más confundidos aún, pero Lucien no había agregado nada más y permanecía en la misma actitud estática y con los ojos cerrados. Sin embargo, cuando Itlar ya estaba plateándose enviar a Yvaylo por el Lijenik que habitualmente estaba en el palacio, Lucien abrió los ojos y éstos eran un par de rubíes encendidos, esto era bastante común en la mayoría de los devrigs hasta por un simple disgusto, pero en el de Lucien no ocurría sino cuando aquel individuo estaba letalmente furioso o era atacado por alguna fuerte emoción de cualquier naturaleza y que no estuviese a su alcance manejar. Teniendo en cuenta que Lucien prácticamente acababa de salir de un peligroso estado de abstracción que había durado casi seis años, y recordando que Iván había dicho que su psiquis seguía siendo delicada, la preocupación de los Levjaners creció de manera alarmante, pero no tuvieron ocasión para conjeturar o hacer nada, ya que Lucien casi desapareció ante sus ojos y ellos tuvieron que darse la mayor de las prisas para seguirlo. Ahora se encontraban en el salón privado que Dylan utilizaba para compartir la hora del té con sus hijos justo en el momento en el que todos miraban la situación que tenía lugar con mudo asombro, aunque aún no estaban lo bastante asombrados.
Lucía y Alexander, aunque éste no había exteriorizado la misma curiosidad de su hermana, habían escuchado en atento silencio la exposición de Iziaslav, pero una vez que el soberano pareció concluir, un par de cosas preocupó en grado sumo a todos. Lo primero que llamó su atención fueron las lágrimas de la gemela, ya que no era muy usual verla llorar y ella todo lo resolvía con furiosas diatribas y hasta de manera violenta cuando su ira rebasaba los límites o cuando se sentía herida, algo que habían visto en mucha ocasiones y en el caso de Lucien lo había experimentado en carne propia. Pero lo segundo resultaría directamente preocupante y ciertamente inesperado, pues vieron como de las lágrimas y el dolor, Lucía pasaba a una enorme y peligrosa ira, aunque antes de que la misma saliese disparada por su boca, la voz de un extraordinariamente furioso Lucien se dejó escuchar.
Dicho esto y casi sin que nadie se percatase abandonó el salón. De más está decir que la totalidad de los presentes estaba más allá de la impresión y en realidad estaban mucho más cercanos al más puro terror, ya que obviando el hecho ya de por sí insólito de que alguien, fuera quien fuere, estuviese gritándole a Iziaslav, que además lo insultase llamándolo egoísta y cobarde, y para concluir se atreviese a negarse a obedecer una orden de cualquier naturaleza, justificaba sobradamente la preocupación de todos, porque si bien Lucien solía decirle todas aquellas cosas, lo que nunca había hecho era negarse a obedecer una orden expresa y sin tener en cuenta si le gustaba poco o nada asistir a las Evesbriel por ejemplo, cuando Iziaslav ordenaba su presencia, al malcriado príncipe no le quedaba más alternativa que asistir. De manera que por todo lo anterior, estaba más que justificada la aterrada angustia de todos.
Iyul por primera vez en todos los años que llevaba conociendo a su sobrina, pensó que la niña estaba en verdaderos problemas, porque él conocía lo suficiente a su progenitor y si bien sabía que lo divertían mucho las actitudes de Lucía, también sabía que ni cuando Lucien decía barbaridades parecidas Iziaslav se lo tomaba a bien, y aunque nunca le había hecho nada a su hijo, eso no significaba que no se molestase mucho con él.
En el caso del propio Lucien estaba a medio camino entre la sorpresa y algo muy cercano al miedo, aunque si alguien se hubiese molestado en mirarlo a él, no habrían notado ni una cosa ni la otra, y de haberlo hecho posiblemente no lo habrían comprendido teniendo en cuenta las pésimas relaciones que tenía con Lucía.
Alexander solo parecía levemente disgustado, algo que era obvio solo para aquellos que conociéndolo bien, lo habrían notado por la levísima unión de sus cejas, pues no había expresión alguna en su rostro.
Los Levjaners se habían quedado petrificados en el lugar, pero Yvaylo había sido el primero en reaccionar y sujetando por un brazo a Itlar lo arrastró fuera del salón ya que no se suponía que ellos presenciasen disputas como aquellas entre los miembros de la familia real.
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Editado: 17.11.2021