Ninguno de los chicos se marchó después de la conversación con Dylan, pero tampoco pudieron conciliar el sueño, así que a Alexander le extrañó poco cuando sintió que se abría la puerta de su habitación.
Aunque pocas cosas alteraban a Alexander, aquel incordio lo lograba con mucho éxito, pues había aprendido extraordinariamente bien cómo pasar inadvertido, y, además, había demostrado ser extraordinariamente entrometido.
Como en verdad discutir con aquel individuo era francamente imposible y una absoluta pérdida de tiempo, no lo hizo, y lo que sí tuvieron que hacer fue escucharlo.
Como Alexander sabía un par de cosas de Michel, no lo interrumpió.
Por mucho que discutieron, y cabe destacar que Michel y Lucía lo hicieron hasta el agotamiento, Alexander se mantuvo inconmovible, de manera que a la mañana siguiente, de Iziaslav para abajo, todos estarían de un humor asesino.
Después de una pésima noche en la que Dylan tuvo que aguantarse tanto a Lucien como a Henry, pues ellos no tuvieron la consideración de sus hijos y decidieron que lo mejor por hacer era convencerlo de su necedad, el pobre individuo no había podido descansar prácticamente nada, y como Dylan también podía ser muy terco, ellos no consiguieron nada más allá de una noche sin sueño, así que Lucien y Henry estaban del peor humor,
La entrevista naturalmente no iba a efectuarse en Illir, pues seguían siendo pocas las personas autorizadas a ir hasta el palacio, de modo que se trasladaron al Dvorets de Dylan en Yaroslavl.
Iziaslav abandonó el salón dando un portazo y Janos se preparó para tener un muy mal día.
Armand no fue ese día al Haigala, pero como él, era todo corrección, le envió un mensaje a Aleksèi y partió con los demás, algo por lo que Dylan debió mostrarse agradecido, porque Alexander solamente no habría podido con aquella partida de locos decididos a fastidiarlo todo. En medio de las quejas y opiniones no solicitadas, Dylan notó que por primera vez en la vida, Lucien y Lucía no se estaban peleando entre ellos, sino que de la manera más insólita, habían hecho causa común esmerándose en darle tantas razones por las que en su opinión él no necesitaba de ningún medio hermano en su vida, que era necio que insistiese en aquello, pero por lo menos Henry no se unió a aquellos dos, y no porque no quisiera o porque estuviese en desacuerdo con lo que decían, sino porque no le daban oportunidad a nadie de decir nada, y aunque con seguridad no era que se hubiesen puesto de acuerdo como pensaba Dylan, pues aquellos dos nunca habrían acordado nada, era de lo más extraño escucharlos argumentando como si lo tuviesen ensayado, porque o bien Lucía completaba lo que Lucien estuviese diciendo o viceversa y como si fuesen un solo cerebro.
Una vez en el Dvorets, Dylan y Armand se dedicaron a esperar en pacífica calma, Alexander se hallaba en tensa concentración, y las otras criaturas estaban en desesperante inquietud, pero en cuanto sintieron la presencia, se detuvieron y miraron hacia la puerta del salón. Istvan fue el primero en entrar, pero incluso antes de dirigirse a Dylan para solicitar su permiso para hacer pasar al visitante, se sintió golpeado por la mirada de intensa ira de Lucien. A pesar de que Lucien había puesto todo su empeño en convencer a Dylan de olvidar todo aquello, también esperaba que Istvan le hubiese quitado la cabeza a aquel infeliz, pero le bastaron unos pocos segundos para saber que no era así y de ahí la mirada asesina que le dispensó al Levjaner.
Aunque Istvan sabía que a Dylan le disgustaban los protocolos de la corte, dobló una rodilla y saludó a los príncipes, pues estando Lucien presente y del ánimo en el que se hallaba, no quiso incurrir en un disgusto mayor. Después de eso, Dylan dio su autorización e hicieron entrar al individuo.
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Editado: 16.12.2021