Noa estaba entre la espada y la pared ante aquella petición, petición que la haría perder mucho debia hacer algo antes de que fuese demasiado tarde para ella —lo que me pides no es posible cariño. —Dijo Noa con voz juguetona tomando al hombre de la barbilla.
—¿Y porqué no? —refutó Takeru siguiendo el juego de la bailarina.
—Porque es parte del show darling —susurró acercendose al oído de Takeru.
—Tú no pareces ser el tipo de chicas que sigue las reglas Azul. —Habló Takeru esbozando una sonrisa ladina.
—Pues las apariencias engañan guapo, no soy lo que crees, yo en el fondo soy una buena chica. —Rió Noa cómplice al coqueteo de Takeru. La intención de la morena era hacer tiempo hasta que la hora pasará y su turno finalice.
—A mi no me parece que seas una buena chica, al contrario.
—Lamentó decepcionarte, has venido de tan lejos y...
Los labios de la morena fueron silenciados por Takeru en un beso desprevenido que Noa no vió venir, intentó soltarse del agarre de Takeru pero este le tomo de su cabeza hundiendo sus dedos en su lacio cabello azabache. En cuanto logró liberar una de sus manos del agarre de Takeru Noa propinó una bofetada que de inmediato enrojeció la mejilla del japonés.
Él dió un paso hacia atrás, tocó su mejilla levemente enrojecida —te gusta jugar rudo eh.
—Eso no es parte del show —dijo Noa con altivez, pero en su fuero interno temblaba del miedo, no podía hacer eso—, cruzó los límites.
—Me pregunto ¿Qué dirá tu jefe si le digo la brusquedad con la que tratas a tus clientes? Yo creo que se enojaría mucho. —Habló Takeru en un tono dramático fingiendo estar afligido.
—No por favor, haré lo que sea. —Dijo Noa con temor, ya tenía una advertencia y Fabrizio no era un hombre que amenaza en vano, un par de veces vivió en carne propia la crueldad de ese hombre.
—¿Lo qué sea? —siseó acercándose a Noa, sujetó a la morena de la cintura, rozaba la delicada y terza piel canela de la chica—, eso me gusta, podemos llegar a un acuerdo ¿Te parece? —dijo sin soltar a la chica su contacto era magnético y su aroma exquisito.
—Acuerdo ¿A qué tipo de acuerdo te refieres?
Quiso volver a golpearlo está vez más fuerte, pero solo tenía un pensamiento en su cabeza «solo haces esto por Cameron, resiste un poco más Noa», se auto animó ella ahogando su frustración.
———
Miró asqueada su reflejo en el espejo del baño.
—Ni tomando mil baños me sentiré limpia. —Musitó con su voz quebrada por el llanto.
No era el tipo de mujer fantaseosa que esperaba al principe azul y vivir un cuento de hadas. Al menos esperaba enamorarse y la primera vez que estuviera con alguien hacerlo por amor, pero no la vida no le sonrió a ella y las cosas no ocurrieron como lo deseó; prácticamente dió su virginidad en forma de pago a un desconocido.
Saltó como resorte al escuchar que tocaron la puerta —¡Ya voy! —gritó Noa apresurada en alistarse. —Se dió una última mirada al espejo, por más maquillaje que usase esos hematomas no desaparecieron.
———
Pasó de su cuello, a sus labios, acariaba lo que pudiese de su piel, la apegó más a su cuerpo. Algo no andaba bien no era lo que esperaba al tenerla, mucho menos era lo que imaginó cuando la tuviera en sus manos.
Su cuerpo era rígido ella no estaba siendo parte de esto, su cuerpo lánguido ante sus caricias fueron el detonante para soltarla, no quería tenerla así —así no puedo —dijo frustrado ella parecía tener pavor de él—, ya puedes abrir los ojos, no haré nada que tú no quieras. —Dijo con voz ronca, estaba molesto y confundido en partes iguales esa mujer le había rechazado, tal cosa nunca había pasado a Takeru Shinomoto ninguna mujer le decía que no.
—¿Lo dice de verdad? —cuestionó ella aliviada, aunque poco duró la alegría—. ¿No le dirá nada a Fabrizio? Escuche yo haré lo que pide pero...
—No le diré nada —dijo hastiado arreglando su arrugado atuendo—, por ahora puedes estar tranquila.
—Gracias. —Dijo confundida con el proceder de aquel hombre.
—No agradezcas —habló Takeru caminando a la salida del cuarto vip—, la próxima vez no seré tan amable.
Sin agregar más salió dejando sola a Noa, su sonrisa desapareció siendo sustituida por un suspiro de alivio.
•••
Estaba absorto en su trabajo, eran muchas las cosas que debían cambiar; la dirección ejecutiva anterior cometió muchos errores que si no se corregían a tiempo podría acarrear graves consecuencias.
—Señor Von Parker traje lo que me pidió.
Alzó el rostro mirando la pila de papeles que Kate dejó en su escritorio. —¿Es todo? —cuestionó Alexander tomando una de las carpetas de la pila.
—No señor —negó Kate—, aún tenemos más, la verdad es que faltan al menos aún tres pilas más, todas de este mismo grosor.
—Kate ¿Por qué no me pusiste al tanto de esto en cuanto llegué de Alemania? —dijo Alexander con un dejo de molestia en su voz.
—Lo siento señor no pensé...
—¡No Kate tu trabajo no es pensar! —reprochó el rubio exasperado por la actitud tan relajada de su asistente—, Kate si no soluciono los desastres de la anterior dirección ejecutiva, muchas personas pagaran las consecuencias, si no eres diligente en tus labores lamentablemente no podré seguir contigo como mi asistente.
—¡No señor Alexander! —dijo con sus ojos abiertos a su máximo, no podía perder esa oportunidad—, prometo de ahora en adelante notificar todo lo que pase, también le notificaré todo lo que necesite señor Von Parker, pero por favor...
—Esta bien kate te daré otra oportunidad de mantener tu puesto, pero por favor que está situación no se vuelva a repetir de lo contrario buscaré alguien más.
—¡Gracias! —dijo la rubia sin poder ocultar su emoción—, ¿Desea algo más?
—Si un café, bien cargado y sin azúcar. —Pidió Alexander sin quitar la atención de la pantalla del ordenador.
Una vez solo en la oficina siguió trabajando en silencio, la calma no duró mucho pues nuevamente alguien entró interrumpiendo.
Editado: 17.03.2024