El silencio solo fue roto por el crujir de la leña, Alexander y Noa se quedaron mirando, sin darse cuenta sus rostros se juntaron hasta unir sus labios, ambos se movieron en absoluta sincronia, lo que comenzó como un roce de labios se convirtió en un apasionado beso, el rubio tomó a la niñera de la cintura apegandola más a su cuerpo.
Por falta de oxígeno Noa se separó de los labios de Alexander respirando agitada, se sintió avergonzada y fuera de lugar en este momento había cruzado la línea de jefe y empleada.
—Noa...
—¡Lo siento, de verdad lo siento! —prorrumpió la morena levantándose del sofá para acto seguido correr a su habitación.
Alexander intentó detenerla pero la muchacha solo lo ignoró, volvió a tomar asiento llevó sus manos al rostro meditando en lo que acababa de pasar.
—¿Qué hice? —se preguntaba el rubio confuso por lo que acababa de suceder, no tenía atracción alguna por la niñera. Noa solo era la niñera ¿Ahora que le diría? O peor aún ¿Cómo miraría ahora a la muchacha a la cara?—, lo mejor será pedir disculpas.
Entró a su habitación cerró con seguro apoyó su espalda a la puerta «Noa eso no está bien y lo sabes» pensó caminando a su cama para acto seguido tirarse con pesadez en la misma, llevó sus dedos a sus labios con suavidad recordando el beso con Alexander de hace un momento atrás.
—Noa no debiste besarlo —se reprochó molesta consigo misma por ser débil, se decía no volver a cometer los mismos errores pero siempre volvía a meter la pata, ese hombre no la hacía poder pensar con claridad—. Dios pudo darse cuenta de que Azul y tú son la misma persona ¿Noa porque no entiendes que debes olvidarte de Alexander?, los hombres así no se fijan en chicas como tú.
Se giró abrazando su almohada deseando que sus sentimientos por Alexander se esfumaran; sabía que eso no la llevaría a nada bueno; además tenía el presentimiento de que su secreto estaba por terminar Takeru sabía su doble identidad y no confiaba en que ese hombre le fuese a guardar el secreto. Con ese último pensamiento la morena termino cayendo dormida.
•••
Despertó emocionada el momento había llegado se asomó por la ventana mirando el blanco e inmaculado paisaje invernal propio de la temporada navideña.
—Haré muñecos de nieve con papá y Noa.
La pequeña castaña se calzó unas esponjosas pantuflas de oso polar, corrió a la habitación de su padre al llegar a la cama se subió junto a él de un brinco.
Alexander sintió a alguien moverse abrió sus ojos y allí la vió recostarse junto a él, Luna últimamente hacía cosas que no dejaban de sorprenderlo era una niña más espontánea y expresiva, no sabía si eso se debía a qué la pequeña estaba creciendo o la presencia de Noa tenía algo que ver en el comportamiento de la niña, lo que sea que fuera lo agradecía inmensamente.
—Papi te vi abrir los ojos se que estás despierto. —Dijo la chiquilla entre risas pillando a su padre infraganti.
—Luna te has vuelto una niña muy observadora —se incorporó para acto seguido acariciar los lacios cabellos de su pequeña—, feliz navidad hija.
—Feliz navidad papá. —correspindió la sonriente nila
—¿Ya fuiste a ver el árbol? Seguramente Santa te trajo lo que pediste ya que eres una buena niña.
La chiquilla negó como respuesta ante la pregunta de su padre —aunque yo sea una buena niña Santa no me traerá lo que pedí. —Musitó Luna cabizbaja.
—Luna ya hablamos de eso pequeña —tomó a la niña por el mentón para que está le mirara a la cara los orbes celestes y cristalinos de su hija hicieron un nudo en su garganta—, aunque mamá ya no esté con nosotros...
—Se que está en mi corazón —dijo con una sonrisa—, aunque no entiendo lo que eso significa, pero tú estás aquí vamos papá quiereo ver mis obsequios.
La niña bajo rápidamente de la cama dejando a Alexander solo en la habitación, el rubio se preguntaba que hacía que su hija cambiará tanto.
—Lo mejor será que dejes de hacerte preguntas y vayas con Luna. —Se dijo a si mismo poniéndose de pie.
Al llegar a la estancia la mañana había dejado de ser grata, junto a Luna estaba Neta no entendía como es que esa mujer simplemente no se alejaba, ella sabía que él no se fijaría en ella, no la veía como mujer siempre fue la hermana de su fallecida esposa nada más.
—Buenos días Alex feliz navidad. —Habló la rubia al percatarse de su presencia.
—Buenos días. —Respondió el de manera educada.
—Supe que la niñera volvió, no estoy de acuerdo, esa mujer...
—Esa mujer no hizo nada malo, Luna me pidió que su niñera regresara y eso me da a entender que la niñera no le hizo nada malo a mi hija Neta, si no tienes más que agregar te pido dejes el tena por la tranq. —Dictaminó cansado de la insistencia de su ex cuñada.
Neta molesta se retiró de la estancia su plan de sacar a la niñera de la casa había fallado.
—¡Mira papi patines, Santa si leyó mi carta y trajo los patines que le pedí! —decia la pequeña emocionada mostrándole su obsequio de navidad a su padre.
—Estan preciosos Lunita.
—Papi quiero probarlos hoy, puedes llevarme a la pista de patinaje ¿Puedes? —inquirió la pequeña a su padre con insistencia.
—Esta bien, pero solo un momento.
Luna dejo a su padre para ir a mostrarle sus nuevos patines a Noa.
—Mira Noa, Santa Claus si me trajo los patines. —Dijo la niña emocionada mostrando su obsequio a su niñera.
—Estan muy bonitos Luna —dijo la niñera inclinandose a la altura de la chiquilla castaña—, de seguro haras muchas piruetas cuando aprendas a usarlos.
—¿Tú crees que pueda hacerlo?
—Luna, tú puedes hacer lo que quieras y, si quieres ser patinadora sobre hielo, yo estoy segura de que lo vas a lograr.
Alexander se acercó a la niña en cuanto su mirada se topo con la de Noa se sintió incómodo.
—Luna ve a cambiarte te llevaré a la pista de patinaje.
La niña feliz subió las escaleras, Noa desvió la mirada en cuanto se quedó sola con su jefe.
Editado: 17.03.2024