La donante: extras

El rio (Anisa y Pen)

Anisa no puede evitar sonreír con malicia, al pensar en lo irónico de resultan las cosas. Ahora está ahí para ayudar a ese molesto humano, que ha intentado asesinar a su señor en más de una ocasión. Cosa que lo convierte en su enemigo. Por muchos motivos, pero quizás los principales de ellos, si él muriera, ella quedaría a la deriva, sin un amo, del mismo modo que Irina. Y porque nunca olvidara que fue él quien la salvo de la miseria.

« ¡Sálvalo! »

Aprieta los dientes furiosa al recibir la orden a través del vínculo. Ese sin duda es el más grande inconveniente del lazo que la une a Armen. Puesto que por más que desee, no puede ir en contra de la orden que acaba de recibir. Maldice internamente, a pesar de que él seguro se percatara.

Sin embargo, no se ha olvidado de ese humano. Desde aquel instante en que sus ojos se cruzaron y vio el odio reflejado en ellos, deseo con todas sus fuerzas arrancarle la cabeza, pero Gema lo había evitado y también Irina.

¿Salvarlo?

Eso es lo último que ella quiere. Puesto que él es igual que todos los humanos, a los que odia.

― ¡Anisa! ―Escucha el grito de Irina, quien se anticipa a ella y cruza con rapidez el rio. Vuelve la mirada hacia Armen, quien asiente. Se impulsa y comienza a moverse, saltando entre las ramas de los árboles.

Puede olerlos, son demasiados, aun así distingue su inconfundible olor, incluso el latido de su corazón.

Tiene miedo.

Piensa divertida al escuchar el acelerado tamborileo de su pecho. Con desagrado ve como Irina se dirige en auxilio del otro humano que los acompaña, así que irremediablemente ella tiene ir con ese.

¡Maldición!

Fija sus ojos en las patas del caballo y anticipa lo que viene. Su pata derecha se rompe y en medio de una nube de polvo, ambos, jinete y caballo, ruedan por el suelo. Su espada termina alejada de él y un par de impuros se arrojan en su dirección.

No lo lograra.

Afirma contemplando su imagen desesperada. Por un instante considera desacelerar y fingir que no ha llegado a tiempo, pero siente la mirada acusadora de su compañera y el peso del influjo de su señor. No tiene más opciones.

Sacude su espada sin esfuerzo alguno y decapita al primero de los vampiros, quien ni siquiera la sintió acercase. Al mismo tiempo sujeta la espada y la arroja a sus pies.

― ¡Mueve! ―Exclama enfrentando al otro impuro, dándole oportunidad de recuperarse.

Pen se tambalea adolorido por la caída, pero se obliga a mantenerse en pie y a hacer frente a sus atacantes. Los impuros se mueven, ahora son más, su retraso les ha dado oportunidad de aproximarse.

―Olvida eso ―Grita Anisa tomándolo por los brazos y cargándolo. Él se queda rígido, sin dar crédito a lo que ocurre.

― ¡Volvamos! ―Exclama Irina desde el lomo del caballo, situada detrás de Alain. Golpea al caballo y sale disparado.

―Que conveniente ―Masculla Anisa saltando con Pen en brazos a una de las ramas de un viejo árbol.

―Puedo...

―Si abres la boca te dejo caer ―Advierte lanzándole una mirada envenenada que lo hace desistir― Estarán encantados.

 

De nuevo salta a otro de los árboles, pero uno de los vampiros intenta darles alcance y lanza un golpe. Logra esquivar su ataque, pero llevarlo le impedirá el movimiento.

Corre a campo traviesa, sin importarle que sea arriesgado. Escucha sus gruidos y siente la briza que sus rápidos movimientos provocan, haciéndole saber que están a nada de darles alcance. Un tanto aliviada, descubre que solo quedan algunos metros para alcanzar la orilla del rio, pero al menos cuatro de ellos los flanquean. No tiene oportunidad. .

Se prepara para intentar repelerlos, no morirá así de fácil y menos por un sucio humano, pero antes de que puedan hacer un ataque, comienzan a arder.

¡Uriel!

Piensa aliviada, al mismo tiempo que observa como Armen también actúa. Hace una mueca y se lanza hacia el agua, logrando cruzar. Apenas toca tierra deja caer el cuerpo de Pen, quien la observa fijamente.

Agradecido deberías de estar.

Piensa apartando la mirada y dándole la espalda con aire altivo. Pen se incorpora, mientras Alain se acerca a él. Observa la espalda de esa sanguijuela, quien acaba de salvarle la vida. Un golpe a su orgullo.

 



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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