La Duquesa

XXV

Volví a mirarme una última vez al espejo antes de bajar. Nadie diría que yo era duquesa. Llevaba un sencillo vestido para montar y el cabello recogido en una trenza. Salí de la habitación muy nerviosa, esa mañana Toni y yo nos habíamos despedido de una manera muy incómoda y yo había desayunado en mi habitación. Salí al exterior por la puerta más cercana a los establos, y ahí estaba Toni terminando de ajustar la cesta con la comida a uno de los cabellos.

-Espero que ese sea tu caballo- dije al tiempo que levantaba una ceja- Porque con esa cesta no va poder ir muy deprisa.

-Me arriesgaré a que seas más rápida- contestó divertido- no quiero que venga ningún criado. - Yo me acerqué al otro caballo- Hoy solo estaremos tú y yo- dijo a mi oído mientras me ayudaba a montar.

Cabalgamos alejándonos del castillo hasta que Toni decidió que aquel lugar era el indicado, y la verdad es que no podía más que darle la razón. Nos encontramos ante un remanso de agua del que parecían extraer la vida dos enormes árboles cuyas raíces se perdían en el interior del río. Toni descendió de su caballo y se acercó al mío para ayudarme a desmontar. Mientras él desataba la cesta yo no pude evitar acercarme al río.

- Siria, espero que no me estropees el día cayéndote dentro del río-dijo entre risas.

- Mejor me alejo un poco. Te ayudo a preparar la comida. - juntos extendimos el mantel y descubrimos los platos que nos habían preparado - ¡Qué bien huele! Comemos - dije ansiosa mirando a Toni.

- Me has leído la mente.

Comimos sin decir palabra, todo estaba delicioso y de postre ¡tarta de queso!  No podía haber nada mejor.

- No sé de quién fue la idea de hacer un picnic- dije tumbándome boca arriba sobre el mantel- Pero es un genio.

-La verdad es que tomarnos un día de descanso a sido una idea maravillosa... y más teniendo en cuenta que día es hoy- yo fruncí el ceño y mire a Toni.

-¿es tu cumpleaños? - dije llevándome las manos a la boca- soy horrible, no tenía ni idea - Toni comenzó a reír.

- Siria, no es mi cumpleaños.

-¿Entonces? ¿Qué celebramos hoy ?- dije incorporándome un poco sobre los codos.

-Hoy hace un mes que nos casamos- contestó al tiempo que se giraba a la cesta en busca de algo.

-Ahora no solo soy una persona horrible, también soy una mujer espantosa- Volví a dejarme caer sobre el mantel y cubrí mi cara con mis manos- Toni, perdón....

-Sira... no pasa nada... tampoco es que nuestro matrimonio haya sido lo más importante que nos ha pasado en este mes- Se tumbó boca abajo y se apoyó sobre los codos para poder mirarme.- Aunque no voy a negarte que me gustaría que lo fuera.- Abrí mis ojos y lo contemplé. - Tengo algo para ti, dijo tendiéndome una cajita de terciopelo.

-Por si no podías ser más perfecto y yo peor persona... Toni yo no tengo nada para ti.

-Ábrelo... quizás no te guste.- en el interior de la caja había una delicada pulsera de plata con una inscripción Sira Fallen      Nunca cambies Leí en voz alta.

-Toni es preciosa...pero ahora soy Sira Cigar -  dije al tiempo que le tendía la muñeca para que me pusiera la pulsera- y ese a sido un buen cambio.- Cuando termino de atarme la pulsera beso mi mano.- Yo también tengo algo para ti - dije incorporándome un poco, y sin pensarlo dos veces lo bese. Él pareció sorprendido al principio, pero tras un breve instante respondió a mi beso. Jamás había sentido aquello, todo mi cuerpo se estremecía con tan solo el roce de sus manos por mi cara. Pero algo hizo que me detuviera en seco.

-¿Ocurre algo? - dijo Toni alejando un poco su cara de la mía. Tenía que contarle la verdad.

-Yo no he sido sincera del todo contigo... -Contesté desviando la mirada.

-¿Sincera sobre qué Sira? - aquello no le hacía mucha gracia.

-Sobre Fran.

-Sira, lo que tú y él hicierais antes de que nos casáramos no es asunto mío- dijo mientras se colocaba enfrente mío dispuesto a besarme de nuevo.

-Pero si lo que hayamos hecho después de la boda... -Aquello hizo que sus ojos se oscurecieran- Creo que no es tan grave como te estás imaginando Toni- tome aire y comencé a decirle la verdad.

-Yo ...no se que quieres que diga Sira...

-Lo siento de veras, quiero que sepas que yo lo empuje y después lo abofetee- le dije para intentar exculparme.

- Te creo, pero ¿le quieres? - por la voz que acompañó aquella pregunta supe que no le había resultado fácil plantearla.

- Toni...

- Ya, no hace falta  que digas más...- Toni se puso en pie y se alejó unos pasos y yo le seguí.

- Toni, puedes enfadarte porque me besara, pero por nada más. Los dos sabíamos que este matrimonio no era del gusto de ninguno- Toni no dijo nada y yo me enfadé - además - dije sin meditar mis palabras- jamás me dijiste que sólo pudiera estar contigo.

- ¡Esto es el colmo! - Gritó- Te he respetado y aguantado estupideces durante un mes Sira, pero ahora te has sobrepasado.



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En el texto hay: misterio, romace, epoca victoriana

Editado: 13.04.2019

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