- Señor- Damián se encontraba evitando la mirada de Henry sonrojado por aquella visita tan inesperada
El tono burlesco de Elizabeth por el ambiente no ayudó mucho pues la voz de Henry estaba demasiado gruesa al hablar y esa mirada tan oscura, Sacó su espada, Damián alzó las manos sin resistirse.
- Basta- Conteste mientras sostenía su espada- No es lo que crees.
- Tienes un minuto para explicar tu visita a esta hora tan
alta de la noche Damián ,antes de que te arranque la Cabeza- Exclamó Henry con una mirada fulminante que hasta a Elizabeth se estremeció.
- Henry, solo estaba preocupado por ti, quería saber por qué no habías salido de tu habitación, yo en cambio no había nada más que esté camisón que encontré en ese viejo armario- Contestó ella tranquilamente para tratar de calmar a ese hombre que estaba apunto de explotar.
-Mmm- Murmuró guardando su espada, agarró a Elizabeth de la cintura pegándola a él.- Largo.
- Señora- Contestó Damián a modo de despedida mientras evitaba la mirada avergonzada.
-Fuiste muy cruel con él- Contestó quitando su mano una vez Damián salió.
- No me gusta que vean lo que es mío.- Contestó moviendo los hombros.
- Yo no soy de nadie- Contestó malhumorada.
- Mira como estas-Exclamo mientras jugaba con los listones del camisón y tocaba aquellas partes que se me transparentaba -¿Cómo querías que actuará, si el estaba viendo de esa manera?
- No es culpa de él, Solo quería ayudarte.
- Lo sé, pero estaba sonrojado, Elizabeth el es hombre y tú bueno eres- Guardó silencio mientras evitaba observar.
-¿Que soy?- Exclamó ella mientras se cruzaba de brazos.
- Eres la persona más hermosa que he conocido, Elizabeth, desde que te conocí ese día en el trono me cautivaste- Murmuró cerca de ella mientras sostenía su rostro con su manos.-Yo juré que jamás amaría a ninguna mujer, prefería morir antes de ser débil con tal semejante sentimiento, Pero te conocí y fui incapaz de dejarte sola, soy egoísta Elizabeth, Yo soy oscuridad, vivir conmigo es vivir en un infierno, sabes cuántas veces pensé para traerte aquí, No quiero que sufras en este Reino, pero de solo imaginarme que alguien más te toca me vuelve loco,¡¡MALDICIÓN!!!
La pequeña mesa café se sacudió mientras que Henry tiraba desesperado todo lo que encontraba en su camino.
-¡ Elizabeth, Te amo, Me quemó cada vez que te toco y se siente tan bien ese infierno!
- Yo...- La mente de Elizabeth estaba en shock no sabía cómo responder en tal situación.
Se agarró su vestido con fuerza mientras intentaba sacar el valor para poder sacar una respuesta digna de él, lastimar a Henry es algo que jamás quería experimentar, pero nadie se había expresado de esa forma de amor tan completa y tan intensa.
-Pero yo no te merezco, Elizabeth- Su mirada vacía y sus ojos se encontraron con ella al fin, un destello de luz cruzó por ellos como un eclipse.
El era el sol, ese sol que quemaba, pero ella amaba la calidez.
Su mano acarició su mejilla y estampó un beso en su frente.-Harry te merece más que yo, aunque me duela aceptarlo yo jamás podría darte paz ni estabilidad.
-¿¡Quien te dio derecho a Elegir por mi!?-Exclamo enojada mientras quitaba con brusquedad sus manos.
- Solo quiero que seas feliz, Elizabeth.
-No- Contestó molesta por como le había subido con aquellas palabras al cielo y luego la hacía caer con tal realidad.-Tu no sabes nada.
-Elizabeth- Su cuerpo trataba de buscar el mío pero ella solo se alejaba de él,
Elizabeth estaba desesperada, no solo por la declaración que había hecho si no que su corazón estaba lleno de emociones que había evitado desde que lo conocía.
-¡¡Eres la persona más narcisista que eh conocido, dé solo verte me pones los pelos de punta, odio tu estúpido estilo y tu cabello perfectamente despeinado, odio todo de ti.!!-Espeto ella mientras su rostro se sentía caliente.
-Lo vez..- Espetó sin fuerza agarrando la perilla de la puerta y la giraba,
El cuerpo de Elizabeth saltó solo para cerrar la puerta, la mirada de Henry se encontró con asombro mientras ella acorralaba con mi pequeño cuerpo y una mirada furiosa no por él sino por ella misma.
-Déjame terminar - Espetó ella mientras agarraba con fuerza su camisa jalando lo abajo para que sus miradas se volvieran a encontrar.
-Yo no me arrepiento de conocerte, Henry, no sé qué siento realmente por ti, solo sé que cuando te veo siento un enorme huracán de emociones que no me dejan pensar, nadie más que Elías había podido hacerme daño, pero ese maldito día que Fingiste ser parte del Rey Stefan me dolió y ni siquiera sabía por qué alguien como tú de todas podía hacerlo -Agarro con mas fuerza su camisa-Yo oprimí lo que sentía para poder continuar con esta postura, no puedo tener una debilidad por qué sería un blanco fácil para mí tío.
- Mi Pequeña Reina-Comentó abrazándola con fuerza.-Ya no digas más.
-No solo vine por mi deuda contigo, vine porque quería estar contigo, así que deja de decir esa estupidez de que no me mereces, por qué yo tampoco te merezco a ti.
- Yo siempre estaré de tu lado, Elizabeth -Comentó mostrándome al fin una sonrisa.
-Lo sé-Afirmó ella con seguridad.
La noche al fin termino de tantas emociones Elizabeth se sentía tan bien era como quitarme un peso de encima, los destellos del sol la despertaron y ahí estaba al lado de ella durmiendo tan tranquilamente su cabello despeinado, su mano acarició por primera vez su rostro, su índice dibujaba sus líneas de expresión hasta llegar a sus labios ahí es donde paro mientras se mordía el labio, se acercó lentamente y junto sus labios con el.
-Mm- Murmuró adormilado tallándose los ojos.
-Buenos días, Majestad- Contestó ella con una sonrisa.
- Buenos días, Amor- Contestó Coqueto.
La puerta sonó y de repente salió Damián algo preocupado, Henry me tapo rápidamente mientras él se levantaba de la cama.-¿Qué pasa?-Agrego algo enojado.