—Estarás bien —asegura pegando mi cabeza a su pecho pero me remuevo haciendo que me suelte. —. Ah, quieres decir algo —asiento.
Pasa su mano detrás de mi cabeza y me quita el pañuelo.
—¿De qué se trata esto, Lenin? ¿Qué estás haciendo? —pregunto con la voz temblándome y un dolor horrible en la comisura de mis labios.
—Nada, sólo que tu esposo se está metiendo en muchos problemas últimamente —dice tranquilo.
—Lenin déjame ir, ¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas con esto? No que Leonardo te pagó ahora ¿Por qué me secuestras? —pregunto confundida.
Se sienta a mi lado y empieza a tocar mi cabello.
—Sabes que no te lastimaré —asegura.
—Eso no lo sé —aclaro.
—Lo sabes —me contradice. —. ¿Sabes a quién está buscando tu esposo? ¿Ya lo encontró? —pregunta.
—No sé de que me estás hablando —exclamo tirando de mi cabeza a un lado para que deje de tocarme.
—¿Qué pasa Carina? —pregunta suavemente tocando mi hombro.
—¡Quítame las manos de encima! No confío en ti —arrojo mirándolo aterrada.
—¿No confías en mí? ¿En él sí? —pregunta sonriendo.
—Mil veces —le escupo en cara. —. ¿Cuál es la diferencia entre ustedes dos? No la hay, me traicionaste y sufrí con un peso que sólo existía en mi cabeza.
Hace un leve gesto con sus labios.
—Tienes razón, todo siempre estuvo en tu cabeza porque nada fue real, bueno antes de que conocieras a Leonardo sí, pero después —ladea la cabeza. —. Mira nada más, si pudiste soportar al narcisista, de un peón pasaste a ser la reina.
Sin pesarlo dos veces le escupo en la cara mirándolo asqueada.
—Nunca fui tu maldito peón, yo siempre fui la reina que te estorbaba, soy la elegida y siempre lo seré porque hagas lo que hagas Leonardo siempre será más hombre que tú —le arrojo con rabia.
Éste no encuentra otra cosa que pegarme una bofetada, relamo mis labios y le escupo nuevamente en la cara.
—Pierdes tu tiempo porque no sé a quien busca Leonardo, sólo sé que muy pronto lo encontrará y lamentará haber nacido.
—Estás tan segura —toma mi mandíbula con fuerza. —. No creo que el pobre con la muerte de su madre tenga la fuerza —abro los ojos como platos. —. No, no tuve nada que ver, descuida, fue la persona a quien él busca, el que planeó éste teatrito para vengar la muerte de su padre, es que tú preciosa y él, fue todo un plan bien ideado, Leonardo no es tan inteligente como quiere aparentar.
—¿Y qué mierdas me quieres decir con eso? ¿Crees que me importa tu opinión? —suelta mi mandíbula bruscamente.
—Eso pensé —se para de mi lado.
—¿Por qué tenías que hacerme esto? —pregunto sintiendo lágrimas brotando de mis mejillas. —. Fingiste que no sabías nada de eso, nada de mi familia, de lo que hacían y yo preocupada por ti, yo te quería Lenin —lo miro de reojo. —. Pero soy la elegida, y no me importa quien haya ideado todo esto, voy a usar el poder que me concedieron, y todo lo que me enseñaron a dolor para defenderme.
Empieza a aplaudir sonriendo maliciosamente.
—Bonito discurso.
—¿Por qué? Si trabajas para ellos debes saber el motivo de esto ¿no? —inquiero sorbiendo mi nariz.
—Te lo digo, si decides unirte a mí, una forma de librarte de Leonardo —abre sus brazos como si me estuviera dando la mejor opción nuca antes ofrecida.
—Púdrete.
—¿Qué te cuesta? —pregunta acuchillándose frente a mí. —. Te estoy dando la oportunidad de vengarte del hombre que te arruinó la vida.
—¡El hombre que me eligió por tu culpa!
—Nunca dije estar involucrado en esa parte —se inclina hacia mí para tomar mi rostro. —. Carina, lo haré pagar.
Remuevo mi cabeza para que me suelte.
—Le haces algo y seré yo quien te lo haga pagar, ¿me entendiste? —amenazo.
[...]
POV: LEONARDO
—Necesito de tus mejores hombres papá —digo masajeando mi frente.
—Esto es insólito Leo, debiste decirme, ¿Qué acaso no te he dado la confianza de un padre?
—Sí, papá, lo siento, encontraré al culpable, y luego iré con ella para que la conozcas —murmuro buscando rodeos para abordarlo.
—Que pena con Ivanov —bufa frustrado.—. Cuando arregles esto, le pediré disculpas personalmente, te enviaré los hombres mañana mismo, y ya tengo en mente a una persona que te servirá de mucho.
—Gracias papá —suspiro. —. Nos vemos pronto.
—Necesito un papá adoptivo así —comenta Franco tecleando su celular acostado en el sofá de mi despacho. —. Diavoli, lo siento, se me escapó.
—Descuida.
Se para de golpe del sofá viendo su celular, rápidamente toma su saco y empieza a avanzar hacia la puerta.
—¿Qué sucede? —pregunto.
—Nada, sólo encárgate de tu parte del plan —dice apurado.
—Franco dime ahora —sentencio furioso, me paro del escritorio para seguirlo, pero él se detiene.
—¿Confías en mí? —me pregunta justo en la puerta.
—Sabes que sí —afirmo.
—Pues sólo haz tu parte —me pide y se va apurado.
Rayos.
Desordeno mi cabello frustrado, me siento atado, toda mi vida fue una mierda, me quitaron todo lo que tenía y quería de muy pequeño, y otra vez que vuelvo a querer a una persona, me la arrebatan, y me importa muy poco ser peor que ellos, ellos que me arruinaron, pero a la mierda todo el resto, si por ella quise sacar ese lado, por ella puedo enterrarlo y sacar lo peor de mí.
Tomo mi saco sobre mi asiento y salgo de mi oficina, bajo las escaleras trotando, salgo con varios de mis hombres y me dirijo hacia el cementerio. Bajo de la camioneta y a pasos lentos busco su tumba, me inclino ante ella y observo la lápida.
—No voy a prometerte nada porque nunca dejaré de ser lo que soy, de lo único que me arrepiento es sólo si una vez maté a alguien inocente, porque siempre me aseguro de que sean personas con las manos metidas —poso mis manos sobre mis muslos. —. ¿Sabes por qué? Porque tú eres la persona más inocente de todo esto y se atrevieron a arrebatarte de mi lado nuevamente, como a ella, y ahora que por fin estoy amando a una mujer, también me la quieren arrebatar, aunque esto es enfermo yo haré que ella me perdone, no me importa si sea egoísta, sólo cuando sienta que me perdonó, sabré si podré dejarla ir.
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Editado: 28.05.2024