La elegida del alpha

Cap 6 Confusos (*)

 

"La memoria es un monstruo. Uno olvida, ella no. Simplemente archiva las cosas, las guarda, las esconde, y las trae al recuerdo con voluntad propia. Se piensa que uno tiene una memoria... No es cierto. La memoria lo tiene a uno."

 

—Jhon Irving. 

 

Estoy demasiado confundida, yo... no puedo creer lo que mis ojos están viendo, la primera vez que me atacó una de esas extrañas criaturas recuerdo que aquel chico con el tatuaje de una constelación tenía ese mismo color de ojos y ahora cinco años después vuelvo a ver esos mismos ojos y es como si estuviera viendo a ese mismo chico, solo que diferente, pero lo más extraño es que yo no soy la única que parece estar confundida.

 

El intruso, también parece estar confundido, y es extraño porque ya no parece la misma persona de hace algunos minutos, ya no se ve furioso, ahora solo parece estar un poco anonadado, es como si hubiera recordado a algo o ha alguien, y eso me confunde aún más 

 

— Yo... mmm— No se que decir, iba a decir algo pero ahora que lo pienso mejor, creo que es mejor no decir nada, porque ambos parecemos genuinamente confundidos. 

 

— Mmm — Exhala un largo suspiro, de esos que sueltas cuando vas a cometer una locura o vas ha decir algo estúpido — yo lo siento, siento haberte hecho daño hace un rato, verdaderamente lo siento — suena genuinamente arrepentido de hecho se ve verdaderamente arrepentido — se que sonara raro y estúpido, porque fui un verdadero imbécil hace unos minutos, ¿pero que te parece si empezamos desde cero? — pregunta en un susurro como si temiera mi respuesta.

 

Esto verdaderamente es muy raro, porque hace a penas unos minutos estaba gritándome, amenazándome, he intentando cometer asesinato hacia mi persona y por otro lado estaba yo, llorando, gritando y pidiendo que acabara con mi vida, creo que hemos tomado un giro demasiado inesperado.

 

todos necesitamos una segunda oportunidad, ¿no?, sobre todo nosotros que empezamos verdaderamente mal, creo que es una buena idea empezar desde cero aunque hallamos empezado muy mal.  

 

— Está bien — Respondo con una pequeña sonrisa — pero solo si prometes que no volverás ha ser un imbécil asesino. 

 

— Lo prometo, prometo no volver ha ser un imbécil y mucho menos un asesino — Promete con una pequeña sonrisa — Me llamó Kenerlo, aunque puedes decirme Niko — termina estrechando nuestras manos en forma de saludo.

 

— Yo me llamó Sofia aunque eso ya lo sabes — Por si se lo preguntan, si, todavía sigo tirada en el piso — no siento las piernas, ¿porque no siento las piernas? — digo asustada, después de un minuto de haberme dado cuenta de que no siento las piernas.

 

Niko me mira aterrado y sale de la habitación murmurando algo que no logró entender.

 

Todo queda en silencio, oculto mi cara entre mis manos y empiezo a sollozar, en cierto modo Rubi tenía razón, soy patética. Mi familia está muerta, no tengo a donde ir y estoy paralítica. 

 

Lloro hasta que ya no tengo más lagrimas que derramar, no sé por cuánto tiempo he llorado, ciento los ojos hinchados y estoy demasiado cansada.

 

De repente siento unos fuertes brazos rodearme y levantarme como un bebe, siento que me acomodan y me acuestan en algo blando, tengo tanta tristeza que no soy capas de levantar mi cara y ver quién me ha cargado.

 

— Vamos deja de llorar — Susurra una vos suave y aterciopelada en mi oído — tienes que comer algo.

 

Oh, yo conozco esa voz, limpio mi rostro y luego lo levanto para observar al dueño de la dulce voz, y hay está Niko, sentado frente a mi, mirándome fijamente con una mirada que no logró descifrar.

 

— No tengo hambre — Frunzo el ceño y arrugo un poco la nariz en señal de desagrado.

 

— Tienes que comer — Vuelve a decir con voz suave pero firme — fui a buscar al doctor y dijo que vendría dentro de una hora, pero mientras tanto tienes que comer — me enseña un plato hondo con algo dentro que parece sopa.

 

Mmm, si, es sopa, y huele delicioso.

 

Tomo la cuchara que está en el plato y agarro un poco de sopa en ella, cuando me la llevo a la boca sabe a cielo, sabe deliciosa.

 

— Te gusta? — Pregunta Niko, yo respondo con un asentimiento — es la receta secreta de mi nana, solía prepararla mucho cuando era niño.

 

— Sabe a cielo — digo mientras me llevo otra cucharada a la boca — tú nana es la mejor del mundo — digo con la boca llena pareciendo una ardilla cachetes.

 

— Claro que lo es — dice mientras se ríe — nada más espera conocerla, no ahí ninguna nana en el mundo mejor que ella.

 

Su risa es contagiosa y cuando menos nos damos cuenta terminamos riéndonos como dos locos desquiciados.

 

— A pasado tanto tiempo desde la última vez que te reísteis de verdad — dice una dulce voz desde el otro extremo de la puerta de la habitación — tanto tiempo que se oye como un milagro oírte reír de nuevo — habré un poco la puerta y se asoma una señora joven con canas — oh — dice sorprendida luego de vernos — siento a ver interrumpido, mi niño.

 

Es una señora joven y muy linda, cabello canoso, piel limpia y lisa como la porcelana, por la forma en la que se dirigió hacia Niko con la palabra mi niño he de suponer que es su nana, aunque aparenta una edad de unos 50 años.

 

— tranquila, nana, pasa te quiero presentar a alguien — su nana entra en la habitación y se para justo en frente de Niko — nana, ella es Sofia, Sofi, ella es mi nana — dice en modo de presentación.

 

— Es un placer conocerte, mi niña — Expresa con entusiasmo mientas se acerca para darme un abrazo — pareces una pequeña muñequita de porcelana — dice mientras me abraza.

 

— no te dejes engañar nana — Afirma Niko con seriedad fingida — tú misma lo has dicho parece una muñequita de porcelana, pero no lo es, lo que si es en verdad es una pequeña criaturita gruñona — termina con una de sus sonrisas contagiosas.




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