La emperatriz Mizuki

ENCUENTROS DE FAMILIA

¡Yow! ¡Yow!

Lis Dives volvio despues de andar de desaparecida T-T

He estado al punto del colapso, y justo ahora que puedo publicar este capitulo...

¡He sufrido de dolores de estomago!

TT

Parece que todo quiere estar en contra para que publique XD

Pero, bueno, volvi :D

¡Espero les guste el capitulo!

Preparen sus teorias~

(En serio, vayan preparandolas para los siguientes capitulos)

Los quiero <3

Nos leemos pronto

Lis_Dives

 

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Natsuki e Itsuki se observaban preocupados. 

Mizuki nunca había mostrado interés en la materia física, pero, ahora se hallaba más que dispuesta, blandiendo fuertemente una espada que resultaba ser el doble de grande que ella. 

 

—¿Le decimos? 

—Le decimos. 

 

Ambos suspiraron en sincronía y se acercaron a su hermana. 

 

—¡Mizuki! ¡Detente! 

 

La gran espada cayo al pasto. 

Mizuki los miro. 

 

—¿Sucede algo Natsuki? 

 

Natsuki la regaño con la mirada, pero Mizuki no podía saberlo, por lo que se rindió cuando apenas iba empezando. 

 

—Seré directo por que eres tú —dijo levantando la espada—. Tú no puedes agarrar cualquier espada y decir que ya vas a comenzar a practicar. Segundo, ¿En serio piensas entrenar con esas ropas? 

 

Mizuki bajo la mirada, observando lo que había señalado su hermano. Hace unas horas Mizuki se encontraba en un dilema por su propia decisión. Los vestidos que observaba en su enorme armario resultaban ser demasiado voluptuosos, hermosos, y costosos como para usarlos en un entrenamiento con espada. 

 

“¿Por qué compraba tanto?” 

 

Se recrimino mientras revisaba cada ropa, encontrándose con mejores vestidos de los que esperaba. 

Mizuki no pudo evitar sentirse agobiada por ver tan extravagante (y sobrecargado) armario.  

 

“Podría vender lo que no me sirve, no estaría mal ahorrar dinero” 

 

Las sirvientas tocaron su puerta y fue entonces que vio a la misma doncella que la había recibido en su nueva vida. 

Minutos después, Ibelina le entregaba sus vestidos viejos. Mizuki no dudo en ponérselo, después de todo, según su perspectiva, no se hallaba tan mal; pero para Ibelina, quien se estaba muriendo por dentro, era lo peor que pudiera haber hecho contra su ama. 

 

—Señorita Mizuki...¡Por favor, castígueme! ¡Si el duque Argineld ve que ensucie su imagen, me mandaran a azotar! ¡Prefiero ser castigada por la señorita! ¡Alivie mi dolor, se lo...!   

—Ibelina, ya te lo dije, no voy a castigarte. 

—Pero si el duque... 

—Entonces yo intervendré. 

—Pero... 

—Ibelina, levántate —dijo ayudando a levantarla, pues Ibelina se hallaba de rodillas, llorando desconsoladamente—. No te pasara nada, no dejare que te pase nada ¿Entiendes? 

 

Ibelina asintió débilmente. Después de aquello, Mizuki ordeno a Ibelina en arreglar su cabello, y hecho esto, partió con sus hermanos. 

 

—¿Esta mal el vestido? 

 

Itsuki se arrodillo a tocar los bordes de la falda, sorprendiéndola. 

 

—¡¿Itsuki?! 

—Como lo supuse, tela de nicon, tela de telas en lo que se refiere a mala calidad —exclamo levantándose pensativo—. ¿Le robaste a las sirvientas? 

—No. 

—Bien, nos desviamos del tema —comento Natsuki—. Mitsuki, no cuestionamos que uses vestido o que sea de mala calidad, pero, ¿te ayudara a moverte? 

 

Mizuki los observo neutra. 

 

—Ustedes me invitaron ¿no deberían de enseñarme? 

 

Natsuki gimió de forma berrinchuda, mientras que Itsuki sonrió. 

 

—De que reniegas, es igual de ingeniosa que tu para dar respuestas. 

—¿Tomo eso como cumplido o como burla? 

—Tómalo como quieras. 

—¡Aja! También se parece a ti. 

—Somos de la misma madre. 

—Buena salida. 

 

Ambos hermanos seguían charlando, ignorando completamente a Mizuki, la cual aún mantenía el rostro inexpresivo, pero con una paciencia contada. 

Itsuki se percató y dando una palmada en la espalda de su mellizo, presto atención a su hermana. 

 

—Debes cambiarte, el vestido se rasgará. Ve a los campos de entrenamiento de los caballeros santos, allí debería haber pantalones y camisa para que te pongas. 

—¿Voy a ir sola? 

—Ya tienes edad suficiente para estar sola, o eso dijiste cuando cumpliste doce hace...¡Ah! ¡Si! Hace un día. 

 

Natsuki sonrió, burlándose de su hermana. 

 

—Ignorando lo que Natsuki dijo, vamos a ir por armas que se adecuen a tu edad y tamaño. 

 

Los tres quedaron en silencio, mirándose mutuamente. 

 

—Y... ¿Qué esperan? ¡Muévanse! 

 

Itsuki aplaudió y los tres se movieron. 

Fue entonces que Mizuki recordó algo. 

 

“Cierto, tengo 12 años. A ojos de mis hermanos, todavía soy una niña” 

 

 

 

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