Regresé a mi palacio después de terminar mi trabajo, luego me puse ropa cómoda más rápido de lo habitual.
Sentí que me palpitaba la cabeza, posiblemente por la sensación constante de que algo me molestaba.
Poco a poco comencé a comprender las palabras de mi madre de "No te involucres en los asuntos del Emperador y su concubina."
Pero madre, incluso si trato de no involucrarme, ella sigue apareciendo frente a mí.
"Condesa Eliza."
"¿Si su Majestad?"
"Sobre mi madre... no, no importa."
"¿Quieres que traiga a la duquesa Troby?"
"No, está bien. La veré en Año Nuevo de todos modos."
"Debería consultar a la duquesa si se siente incómoda, Su Majestad."
El consejo probablemente me tranquilizaría.
Pero si le hablara, la mente de mi madre sería un camino espinoso desde ese momento, y no quería cargarla con mis problemas.
Ella ya pensaba en mí todo el tiempo.
'Me lo guardaré por ahora.
Puedo decírselo después.
'Mi madre debe haber oído hablar de Rashta de todos modos.'
"Lo haré. Ah, ¿La Señorita Laura está bien?"
"Sí. Quiere volver al palacio lo antes posible."
"Dile que puede volver cuando quiera. Preferiblemente antes de Año Nuevo. De esa manera, la gente no hablara."
"Sí Su Majestad."
Hablar de Laura me hizo extrañar su brillante energía.
La condesa abandonó la habitación por un momento, me quité las joyas del cabello y las coloqué en la cómoda.
'Me voy a la cama un poco temprano hoy.'
Debería saltarme la cena.
En vez de eso, me senté en mi escritorio y abrí mi cuaderno.
Se oyó el clic de la puerta detrás de mí, pero no me di la vuelta, pensando que era la condesa.
Sin embargo, la presencia se mantuvo en silencio detrás de mi espalda.
Eso no era lo que haría la condesa.
Cuando estaba sumergiendo mi pluma en el tintero, fruncí el ceño y me di la vuelta.
"¿Su Majestad?"
Para mi sorpresa, era Sovieshu.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que mi marido vino al palacio del oeste?
En lugar de estar feliz ante su presencia, lo miré angustiada.
Seguramente sería otra conversación difícil con él.
"¿Puedo ayudarlo, Su Majestad?"
"¿Por qué la gente cambia tanto?"
Por supuesto que iba a ser otro encuentro incómodo.
Tuve un terrible presentimiento, y me pregunté si tenía algo que ver con Sovieshu en mi habitación.
"¿Cambio?"
"Escuché sobre las cosas malas que le dijiste a Rashta."
Rashta.
Una simple mujer pequeña.
Pero su nombre y presencia se pegaron obstinadamente a mis pies donde quiera que iba.
"¿Qué dije?"
"Dijiste que tomaría otra concubina después de ella."
"En lugar de tratar de ser amigable conmigo, le dije que fuera amiga de otra concubina cuando llegara."
"!"
"¿Dije algo malo?"
"Ella habló sin malicia. ¿Debiste actuar tan cínicamente?"
"...¿He cambiado? Tú has cambiado."
"¡Emperatriz!"
"¿Cuántas veces tengo que repetir que no quiero involucrarme con usted y su concubina? Sin embargo, eso no me impide escuchar sobre ella. Si usted y la señorita Rashta me dejaran en paz, no sería tan cínica."
"¡Tenía que venir porque era necesario! ¡Si no le hubieras dicho esas cosas a Rashta, no hubiera venido aquí!"
Grité, no de emoción, sino por encontrar algo que dañaría más a Sovieshu.
"¿Alguna vez el anterior emperador habló de la condesa Sofía a la anterior emperatriz?"
Sovieshu palideció cuando mencioné el tema de la amante favorita del anterior emperador.
"No sabía que eras una chismosa."
Hizo un gesto con los brazos alrededor de la habitación.
"Esta habitación está llena de hermosos muebles, y puedes comprar lo que quieras. Eres cruel con alguien que ha vivido su vida lastimosamente."
Los ojos de Sovieshu se llenaron de decepción.
"Ella también fue súbdita de la Emperatriz antes de ser mi concubina. ¿No sientes pena por ella?"
"Sí."
Tan pronto como dije esa sola palabra, mis piernas se debilitaron.
Me aferré al tocador para evitar caer, y fue entonces cuando la condesa Eliza entró en la habitación y corrió hacia mí.
Ella me abrazó con cuidado y me consoló en sus brazos.
***
"¿En serio? ¿El Emperador estaba enojado con la Emperatriz por Rashta?"
"Creo que sí. Gritaban muy fuerte."
Cherily sonrió con amargura, y Rashta se cubrió la cara con ambas manos.
"Guau... El emperador es increíble..."
La otra sirvienta, Kisu, continuó la historia.
"No sólo eso, sino que declaró un castigo estricto a cualquiera que mencione el falso rumor de que eres una esclava fugitiva."
Los rostros de las dos sirvientas se desdibujaron detrás de las lágrimas de Rashta.
"El Emperador realmente te ama, Señorita Rashta."
"Sí..."
"Bueno, ¿Cómo podría alguien no amar a alguien tan hermosa e inocente?"
"El Emperador y Rashta son como los enamorados de los cuentos de hadas."
"Realmente es como un cuento de hadas."
Rashta inclinó la cabeza y movió los dedos de los pies tímidamente.
"Rashta está tan feliz estos días. Siento que estoy soñando todos los días."
Ella no estaba preparada cuando, un momento después, tres sirvientes entraron a la habitación para entregar una gran silla columpio.
Su estado de ánimo se hizo aún más brillante.
"¿Esto es…?"
"Este es un regalo del Emperador a Rashta. Dijo que puedes sentarte aquí sin ir al palacio."
A diferencia de la silla nido en el palacio del oeste, toda esta silla estaba hecha de joyas, oro y plata.
Los cojines rellenos de plumas estaban hechos del material más fino y de una suavidad celestial.
Rashta estalló en lágrimas de alegría e intercambió miradas felices con sus sirvientas.
***
Me quedé llorando en la cama cuando escuché un golpecito en mi ventana.
Editado: 30.05.2024