Esta mañana me despierto con los ruidos de Benji, al entreabrir un ojo me doy cuenta de que ni si quiera ha amanecido, quien sabe qué horas de la madrugada serán, pero lo ignoro por completo dándome vuelta y cubriéndome la cara con las cobijas, aunque en un principio funciona después siento como algo tira de las sabanas, frustrada tomo uno de los cojines y se los lanzo a Bneji, quien aún trae la tela entre los dientes.
_ Déjame dormir ¿quieres? _ farfullo, él ciñe sus orejas y chilla suplicante.
Ha dejado de tirar del edredón, pero sus ladridos no cesan, ni si quiera la almohada encima de mi cabeza bloquea el sonido, ya hasta me están empezando a vibrar los tímpanos. Tomo el teléfono. Las cuatro de la mañana, ni si quiera la hora que ya se han despertado mis padres. Me levanto de la cama exasperada.
_ Benjo, quieres callarte_ lo reprendo con enojo_ si sigues con ese comportamiento te van a echar de aquí ¿entiendes?
Nada, sigue chillando y ladrando con intensidad, vuelvo a la cama para tomar un jersey, si salgo en camiseta seguramente me dará frio, me coloco las pantuflas y abro la puerta, de la cual, Bneji sale disparado. Bajo las escaleras con cuidado de no causar ruido, aunque es en vano dado que los pasos del perro son sonoros. Igual que antes Benji sale con mucha prisa cuando ni si quiera he terminado de abrir la puerta que da al exterior. Una oleada de viento ligero me golpea, me abrazo a mí misma intentando acoplarme a la briza matutina que es tan fresca que me causa escalofríos. Lo observo olfatear el piso con impaciencia, entonces me doy cuenta de qué era exactamente lo que quería, me cubro la cara con ambas manos, como no se me ocurrió pensar que mi perro requiere satisfacer sus necesidades, agradezco que no me haya puesto en la bochornosa situación de tener que limpiar mi cuarto con todos líquidos de limpieza que pudiera encontrar.
Le ofrezco un poco de agua, pues no ha bebido desde anoche, dios que irresponsable soy. La madrugada es silenciosa, tanto que provoca calosfríos, la vista del cielo es casi siniestra y ni hablar de la arbolada en un costado, la carretera desoladora, el viento zumba y tal es la ausencia de algún sonido que podría jurar que hasta las pisadas de un insecto podrían alcanzar a ser audibles. Inconscientemente mis manos han empezado a titiritar y estoy helada, halo del collar de Benji para hacerlo entrar, cierro la puerta causando el molesto rechinido de las bisagras. Si voy a tener que hacer esto todos los días me va a dar algo, pero tampoco soy capaz de dejar a Bneji fuera.
Nos dirigimos a las escaleras, la única luz que hay es la de la luna que se alcanza a colar por las ventanas, espero Benji tenga mejor visión que yo para que no vaya a cometer otra atrocidad como la de ayer. Sigo tratando de no hacer ruido, al girar siento el agarre de alguien que me hace soltar un grito estruendoso.
_ Niña, ¿pero qué rayos haces acá abajo?
_ Mamá, me acabas de sacar el susto de mi vida.
_ Tú también me haz asustado, escuché la puerta, creí que alguien había entrado.
_ Solo saqué a Benji…
_ ¿Ves lo que provoca tu animal?
_ ¿Qué pasa?_ la voz somnoliento de mi padre se hace presente.
_ Mira lo que causa el hecho de que estés consintiendo a tu hija_ apunta con rabia, subiendo las escaleras con paso firme. Papá me da una mirada dulce y baja.
_ No le hagas caso, ya lo aceptara, dale tiempo, voy a buscar la forma de acomodar para que Bneji pueda salir por su cuenta y no tengas que salir, sé que te da miedo la oscuridad.
_ Está bien papá, puedo bajar, son solo cinco minutos, es solo que no entiendo por le son tan repugnantes para mamá.
_ Bueno, créeme que ni yo lo entiendo, pero ya se adaptará, tú también vives aquí y tienes ese derecho, ve a dormir.
Una vez en mi habitación, me es difícil dormir nuevamente, al poco rato ya me he puesto a leer para relajarme un poco, hasta que veo los primeros rayos de sol colarse entre las nubes entro a la ducha, tengo que ir al trabajo, pero no sé dónde dejaré a Benji, si lo dejo aquí no podré asegurarme de no haga algo que no le parezca a mamá.
Hoy desayuno con mis padres, es temprano así que lo hago con toda la calma del mundo, cubro de crema mi pan tostado y me preparo para hablar.
_ Mamá, ¿podrías encargarte de Benji mientras no estoy? _ una mirada de desaprobación aparece en su rostro_ solo es en lo que no estoy, yo me encargaré de alimentarlo y mantenerlo limpio, solo asegúrate de que tenga agua suficiente y que este bien.
_ Si no tengo otra opción, ¿Qué más hago?
_ Muchas gracias mamá_ agradezco con una sonrisa.
_ ¿Quieres que te lleve al café?
_ No papá, aún es muy temprano, iré caminando.
Hoy llego más temprano que de costumbre, abro el local y me dispongo a poner todo en orden, la tardanza de Jayden me extraña, ya hay uno que otro cliente y estoy demasiado apurada, tengo cosas en proceso en la cocina y tengo que salir al mostrador, tomar ordenes, preparar cafés, malteadas, por dios, porque este chico no llega. Me empiezo a preocupar, no es su estilo llegar tarde, mucho menos faltar sin avisar. Despacho lo más rápido que puedo, intentando desocuparme pronto, cuando la puerta se abre dejando ver la silueta de Jayden.
_Por dios, ¿Por qué no llegabas? _ espeto, con la batidora en la mano.
_Te llamé como una quince veces_ replica mientras se coloca el delantal.
_ ¿Qué?
_ Si mínimo no fueron quince no fue ninguna.
Dejo el utensilio sobre la mesa un momento para ir a revisar en mi mochilita, al esculcar me doy cuenta de que ni si quiera está mi teléfono.
_Lo siento, creo que deje mi teléfono.
_ ¿En serio? ¿Quién olvida su celular hoy en día?
_ Yo_ ensarto con desdén_ pero… ¿está todo bien? _ la preocupación me ha vuelto al alma, y el ensombrecer del rostro de Jayden hace que se agudice más_. ¿Qué pasó?
_ No te preocupes, todo está bien_ se me acerca, pero sus palabras resultan poco creíbles_, la señora Aura se puso mal, Cooper me pidió que lo apoyara con comprar la materia prima que hiciera falta.