"Nota de autor": Este libro es una primera versión. Actualmente he revisado, ampliado y corregido esta historia para autopublicarla en físico y digital en Amazon y Kindle Unlimited como (Oscuros Secretos I. La Familia Dark)".
Es curioso como un simple gesto puede cambiarte la vida por completo. Sucedió esa mañana de verano cuando apreté bien fuerte el freno de mi bicicleta amarillo chillón. Era de ese color tan vistoso porqué una amiga me había dicho: <<Deberías pintarla de un color horroroso, así nadie te la robará>>, por quinta vez. Me detuve de sopetón porqué un extraño cartel pegado en una farola me llamó la atención. Estaba impresionantemente mal escrito y la tinta se había corrido un tanto, pero el anuncio era digno de leer:
“Se busca cochinera, cuidadora y ahyudante de limpiesa por 2000 grejos al mes”.
<<¿Dos mil grejos al mes?>>, exclamé en mi interior. Era una cantidad de dinero descomunal para un trabajo de ese tipo. Pero la mejor parte del anuncio venía debajo:
“Presentase en la Mansión Dark, en lo alto de la gran colina”.
<<¿Una de esas mansiones lujosas de la parte alta de Necrolis?>>.
Arranqué el anuncio sin pensarlo, no quería que nadie más lo viera. Reanudé mi camino hacia casa y el puñetero viento me metió el rubio y largo cabello ondulado en toda la boca hasta que alcancé la pequeña casa en la que vivía con mi madre.
─ Sookie White ─ me dijo ─. Cero que ya estás tardando a ir a por ese puesto. Este salario es superior al mío.
Mi madre no salía de su asombro, tenía los ojos abiertos como platos y leía y releía el anuncio una y otra vez.
─ Solo sería durante el verano ─ respondí ─. Hasta que empiece la universidad y por fin me convierta en artista.
─ Para eso quedan tres largos meses, con esto prácticamente pagaríamos la mitad del curso ─ contestó mi madre, aunque yo pensaba reservar una parte para unas vacaciones o quien sabe, una bicicleta nueva si le pasaba algo a la actual.
─ Iré este mismo mediodía.
Mi madre asintió satisfecha.
Dediqué parte de lo que quedaba de mañana a peinar mi larga melena ondulada, pronto me alcanzaría la cadera, quizá habría que plantearse un corte. Me puse uno de mis veinte, quizá más, vestidos de verano de flores; en esta ocasión flores verdes, rosas y amarillas ocupando la totalidad del vestido, y cogí un pequeño bolso negro en el que guardar lo básico del día a día. Me subí a la bicicleta y pedaleé media hora cuesta arriba, acercándome cada vez más a la parte alta de Necrolis, sin embargo, cuando la cuesta se hizo más y más pronunciada decidí bajarme de la bici y andar a su lado.
Alcancé la Mansión Dark prácticamente una hora después de haber salido de mi casa, era la última de todas, la que más arriba estaba, allá dónde la carretera acababa para dar paso a un bosque en fuerte desnivel, la otra cara de la montaña. Me había imaginado una mansión lujosa de las que construían últimamente, pero en su lugar encontré algo antiguo, totalmente pintado de negro en medio de un bosque tétrico, justo después de un alto muro de piedra. Lo único que te permitía ver lo que pasaba en el interior era una gran puerta negra de barrotes metálicos adornada con cuervos. En el muro de piedra se encontraba escondido un pequeño botón.
<<Supongo que será el timbre>>.
Lo pulsé y esperé pacientemente un largo minuto hasta que de repente las puertas dobles se abrieron solas hacia el interior permitiendo mi entrada. Justo delante encontré un camino ancho rodeado por ambos lados de árboles y más árboles. La gran casa negra se encontraba al fondo, a unos treinta metros.
Cuando el bosque finalizó, escondida detrás del último árbol encontré una niña de aproximadamente diez años de aspecto escalofriante con una muñeca de aspecto todavía más escalofriante. Vestía con un vestido totalmente blanco sobre una piel totalmente blanca y unos ojos totalmente negros casi escondidos por un cabello también totalmente negro. La muñeca prefería no describirla. Me agaché para quedar a su altura y solté mi bicicleta a un costado.
─ Hola niña ─ le dije ─. ¿Están tus padres por aquí?
Pero ella no respondió. Se acercó lentamente y me cogió de la mano tirando de mí hacia la puerta de la casa. Gire la cabeza echando un vistazo a la bici que había quedado abandonada en medio del caminito, pero tampoco me la iban a robar allí dentro… ¿No?
Se detuvo ante la puerta y esperó, así que le di dos toques a la madera. Una mujer mayor vestida de criada abrió la puerta y me echó un vistazo de arriba abajo.
─ ¿Vienes por el anuncio? ─ preguntó.
─ Sí, señora ─ contesté.
─ ¿Cuántos años tienes? Pareces joven.
─ Dieciocho ─ le respondí ─. Acabo de cumplirlos.
─ Bien ─ dijo y se giró. Supongo que debía seguirla.
Entré en la casa no sin antes quitarme el barro de la suela de los zapatos y seguí a la mujer a través de una amplia y vacía entrada con unas grandes escaleras que daban al segundo piso. El único mueble destacable de la sala era un reloj de pie de madera oscura y decorados dorados que hacía tic tac más fuerte de lo necesario. La mujer giró a la izquierda y me hizo entrar en una gran cocina con muebles y hornos en casi todas las paredes y una gran isla en el centro. En la pared del fondo había una gran chimenea en altura, en forma de semicírculo con una gran campana extractora negra encima.
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Editado: 15.09.2024