Sentimientos al borde, dos seres humanos que comienzan una nueva travesía, comenzaron a salir y poco a poco las confesiones del uno y el otro salieron a flote, aunque Danae no creía mucho en las palabras de Kouichi pues era escéptica en esas cosas del esoterismo.
Poco importaba, agradecía el mayor de los Tsujii a alguien así en su vida, puesto era lo que necesitaba, aun así había ciertas diferencias, la joven peruana no sabía nada sobre cómo comportarse en aquel país tan lejano al suyo.
Aunque para Kouichi eso le parecía a veces adorable, buscaba remediar aquello, inclusive lo había hablado, que si tenía amigos, no debía tener contacto físico con ellos, no saludar de beso a lo mucho dar un apretón de manos, pero jamás abrazarles, inclusive la manera de tomar del brazo de ella hacia él no estaba bien visto, mucho menos los besos en los labios, en público estaban prohibidos.
Aquello materia a Danae un poco desanimada a veces, sentía que el joven Tsujii era muy frio con ella, que quizás tal vez ni siquiera la deseaba como mujer, pues aun teniendo tiempo saliendo, ambos seguían sin darse un beso más allá de solo acariciarse por unos segundos los labios con el otro sin pasión alguna escondida de las demás personas, aquella maravillosa oportunidad de tan corta unión era casi inexistente. La diferencia de culturas era un obstáculo grande para ambos en la relación pero poco a poco fueron sobrellevándolo, sobre todo aquella chica morena que no podía acostumbrarse a la forma de ser tan fría de los japoneses.
En el camino Kouichi pensaba mil cosas al respecto, le parecía una exageración que por ello se pusiera de esa manera, pues todos los extranjero a su perspectiva eran despreocupados respecto a la limpieza. Siguieron caminando hasta llegar a un lugar modesto, se posaron enfrente de la puerta el cual tenía el número 133.
Danae no podía dejarlo ir, siempre deseaba poder besarle, pero aún le costó mucho acostumbrarse, sabía que no debía hacerlo frente al público, inclusive la manera en que le tomaba el brazo era indecoroso, menos pensar en un beso frente a los demás, ella lo sabía, eso le incomodaría al joven, por lo cual no lo había hecho nunca, pero siempre salían a lugares públicos y no podía ni siquiera probar de nuevo aquellos dulces labios que había tomado por sorpresa la primera vez que decidieron salir como pareja.
Aun le daba vergüenza como estaba su habitación, no dudo en dejarle pasar, el joven se quitó los zapatos al igual que ella, algo que al inicio de su llegada le costaba, se había acostumbrado, pero no podía seguir con la necesidad de posar sus labios con los de él, al momento de pasar completamente al lugar, no dudo en hacerlo, se acercó lentamente a él, lo tomo de sorpresa y la respiración de ella se sentía tan cercana a la de él, levantándose levemente hasta poder rosar los labios de su amado.
Al inicio Kouichi no podía cerrar los ojos de la sorpresa, pero rápidamente reacciono y la tomo por la cintura profundizando más el beso, abriendo sus bocas explorándose la una a la otra. Kouichi tenía una necesidad lasciva de querer más, él lo sabía, habían comenzado ese juego peligroso donde mostraría uno de sus más oscuros deseos, ella lo había iniciado y esperaba no ser detenido, pues quería seguir adelante con ello.
Levanto su mano izquierda lentamente acariciando el pecho de la joven la cual saco un leve gemido de sorpresa, ella lo entendió, ella también lo deseaba desde hace tiempo, eran pareja y le parecía extraña que fueran tan lento que en algún punto sentía que no era atractiva ante los ojos de aquel hombre que ella deseaba.