La Gema de la Reina

Capítulo III. "Baile de Bienvenida".

Cuando llegamos al Instituto nos encontramos con una enorme cola para entrar al estacionamiento. Era una hermoso atardecer al inicio del otoño, hacía mucho frío, las hojas caía teñidas de color marrón, anaranjado y verde opaco. Estaba oscureciendo, el cielo estaba de azul oscuro y en el horizonte al oeste se desvanecía una línea anaranjada. Con eso estaba aquellas palabras, "disfruta mientras puedas perra"; como en un susurro que retumbaba en mi mente. Y por alguna razón pensé en Pamela… “Curioso, ¿no?”, ironicé.

Ya aparcados, nos quedamos un rato en el estacionamiento hablando antes de entrar a la fiesta. Math decías sus bromas tontas, y nosotras reíamos, no solo siguiéndole la corriente, si no de los gestos que hacía y lo ridículo que se veía tratando de impresionar a Maggie.

Después de un tiempo de afuera, esperando a que la cola de la entrada disminuyera un poco, decidimos entrar al salón, lo que fue en vano, aún no habían abierto las puertas, así que la cola para entrar al gimnasio seguía igual de larga que hace unos diez minutos.

-viste el vestido de la profesora Karen – comenta Hela haciéndonos señas para que volteáramos.

Su vestido era extremadamente seductor y atrevido, de cuero negro y mallas, sus rizos eran ligeros bucles, con un maquillaje ligero.

- ¡Wow! – exclamamos los tres al unísono.

-eso no debería estar permitido.

Comento la rubia que llevaba puesto un hermoso vestido de un matiz rosado claro con detalles de encaje, pegado en el torso, amplio en la cintura hasta las rodillas, llevaba unas sandalias plateadas y muy altos que la hacía mucho más alta de lo que es; con su cabello liso natural.

-espera – la detengo – pausa y retrocede – coloca los ojos en blancos – ¿Quién eres y que hiciste con mi Vicky?

Hela, (cuya chica que se supone que seguía las normas), usaba el vestido que había comprado en la tarde con unas sandalias plateadas, con el cabello semi-recogido, dijo…

-intercambiamos zapatos por hoy – la rubia rio sin humor – como muchos por aquí, ¿cierto Math?

Él intento ocultar sus mejillas ruborizadas bajando la cabeza. Math llevaba un traje que realzaba sus ojos, llevaba una camisa blanca debajo (con los tres primeros botones superiores desabrochado), muy seductor de hecho, agregando unos zapatos de vestir negros, muy diferente a sus tenis diarios, se veía muy guapo y formal.  Maggie, quien concordaba conmigo, usaba un vestido verde militar, con escote en los hombro, cuello alto y manga larga, con unas sandalias blanca y sus cabellos rizados al natural, lo cual le quedaba muy bien así.

Mi celular irrumpe en el momento en que avanzamos en la formación.

- ¿ola? – pregunto al contestar sin ver el número entrante, tras arrugar el rostro por un pitido proveniente del auricular del móvil.

-princesa, te ves impactante – su voz y usual tono burlón me identifico.

- ¿en dónde estás? – pregunto sin vacilar, ocultando mi rostro ruborizado de mis amigos, haciéndole señas para que entraran – estoy en la entrada del Gimnasio – le informo.

- ¡Ah! ¿es qué ibas a entrar sin mí? – dice bromeando.

-no.... hahahaha... – río – se supone que nos veríamos a dentro genio.

-pero ya estoy aquí, así que... Vamos – dice la voz detrás de mí, sobre saltándome.

Giro sobre mis talones, y ahí estaba, con un traje parecido al de mi amigo, pero de color diferente. Éste es gris, casi plateado, acompañado con su pícara sonrisa. Trancamos al mismo tiempo la llamada, suspirando de alegría.

-wow Brian, te ves... – me quedo sin habla.

Acorta la mínima distancia entre nosotros, tomando mi mano envolviéndola en su brazo. Eleve una ceja, tratando de simular el ardor de mis mejillas sonrojadas.

-galán, atractivo, guapo... – dice con un enorme ego saliendo por sus poros, pero lo interrumpo colocando la mano a nivel de sus ojos.

-elegante – agrego y le guiño el ojo.

-Gracias señorita Rowling, usted está más hermosa de lo habitual – dice mirándome de abajo hacia arriba.

-Gracias señor Belmont. ¿vamos

Avanzamos juntos atrabancando la doble puerta del gimnasio. Al pasar, nos recibe la música electrónica junto con las miradas de todos en mí, eso me hizo sentirme algo incómodo, pero a la vez una gran satisfacción. Yo me había puesto el vestido azul que me dio Maggie, con unas sandalias escarchadas plateadas que me hacían ver más altas, combinado con una cartera del mismo color, llevaba un peinado recogido a mi lado derecho con un broche de diamantes dejando toda la parte de atrás e izquierda suelta con unas ondas, y en mi cuello el collar de esmeraldas que me regalo mi nana en mi cumpleaños, que desde ese día no me lo quito, solo para bañarme por supuesto, pero siempre lo llevo puesto.




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