La gran y poderosa Trixie en el exordio bajo las pirámides

Reunion en el castillo de Twilight

El viejo jardinero Toggam revisaba un gran arbusto en medio del camino que cruzaba la colina. Era una labor rutinaria que llevaba a cabo todos los días. Inspeccionar el tamaño de las nuevas setas, verificar posibles plagas, recoger las hojas y ramas caídas, regar y limpiar... estas eran tareas más exigentes de lo que la mayoría podría imaginar. Toggam lo sabía y se reía para sí cada vez que algún poni hacía bromas al respecto.

Después de estudiar durante varios minutos un arbusto ornamental en forma de osos que simplemente podría describirse como perfecto, procedió a cortar un par de ramitas que sobresalían de uno de sus extremos.

"¡PERFECTO!" exclamó Toggam, ahora convencido y lleno de orgullo, en medio del camino.

Pero a su éxito no hubo ninguna respuesta. No había ningún poni cerca para admirar su trabajo, y no se esperaba la llegada de ninguno por el resto de la mañana.

Toggam suspiró, agotado tras sopesar el inmenso silencio que lo rodeaba. Sabía que no era el único poni trabajando en esa mañana. Otros se habían levantado incluso más temprano que él para comenzar sus labores. La alcaldesa, el servicio de mensajería, la intachable directora Starlight... Toggam no estaba solo.

Aun así, anhelaba la compañía de alguien. Alguien a quien pudiera llamar compañero de trabajo, o incluso un aprendiz sería suficiente... alguien a quien pudiera mostrar la vida que conocía y amaba.

Otro suspiro. El solitario Toggam se ajustó el sombrero y comenzó a silbar. No tenía sentido dar muchas vueltas al asunto. Pronto terminaría sus labores de la mañana y regresaría a casa con su familia. Después de todo, era un día festivo.

Mientras el viejo jardinero acomodaba alegremente las hojas cortadas para cargarlas en costales, un tenue brillo llegó desde el otro lado del horizonte.

"¿Uh?" Toggam detuvo su silbido y miró confundido en dirección al castillo que se encontraba a la distancia. Pero no encontró nada inusual. El edificio se veía tan magnífico como siempre. Entonces... ¿Lo había imaginado?

Una brisa pasó suave a su alrededor.

Toggam, un poni terrestre ignorante en temas de magia, pero experto en plantas, notó algo inusual y se puso en alerta.

Las plantas se habían callado.

Toggam aguardó inmóvil en medio del camino, envuelto por un silencio abismal.

Pasaron segundos, pasaron minutos.

Por fin, Toggam se movió. El cielo, las plantas, la naturaleza en general parecieron recobrar su ritmo diario. Incluso el sol, que asomaba tímido entre las nubes aquella mañana, pareció recobrar su auténtico brillo.

¿Qué había sido eso? Toggam no lo sabía, pero tenía un mal presentimiento. Cosas asombrosas y peligrosas solían ocurrir en aquellos lugares.

Con una prisa redoblada, Toggam juntó las hojas y demás restos de plantas. Pero cuando se dispuso a abrir el costal donde metería todos esos desperdicios, encontró algo inusual dentro... una flor rosa.

"Oye, pequeña, ¿cómo llegaste aquí?" habló jovial Toggam a la flor, acercando su cabeza para verla más de cerca.

La respuesta de la flor fue fulminante.

El cuerpo de Toggam, que se había inclinado hacia el interior del costal, se contorsionó y comenzó a rodar por el suelo. Poco a poco, la figura del poni se hundió dentro del costal que lo devoraba hasta que finalmente desapareció entre el montón de hojas y ramas que él mismo había juntado.

Nadie oyó su último grito desesperado en medio del camino.

[---]

Era un día maravilloso para pasear a las afueras de Ponyville, especialmente si se trataba de una fecha especial como el Festival de las Dos Hermanas. Sandbar, que se encontraba admirando la bella pradera frente a él, no podía evitar pensar en cómo estaría transcurriendo la mañana para su familia, que seguramente se encontraba preparándose para viajar a Canterlot y participar en el festival.

Durante esas fechas, solía despertarse temprano para preparar los almuerzos de sus padres, tíos, abuelos y otros familiares que venían a visitarlos para realizar el tradicional viaje familiar. Siempre tenía el cuidado suficiente para asegurarse de que cada uno recibiera el alimento adecuado.

"Espero que mamá no le haya preparado un sándwich de espinacas al abuelo; él es muy alérgico a la espinaca..." recordó preocupado Sandbar mientras estaba sentado en su silla de ruedas.

De repente, una fina taza de té servido en un plato apareció frente a él, con un aroma delicioso que indicaba que estaba en su punto para ser bebido de inmediato.

"Gracias, Yona. Es muy generoso de tu parte", dijo Sandbar, más animado, tomando la taza de té. Detrás suyo, Yona sostenía la silla de ruedas en la que estaba sentado.

"Yona está aquí para ayudar al amable amigo Sandbar a recuperarse. Sandbar ayuda a amigos cuando están en mal momento. Yona no olvida y ayuda ahora", respondió Yona con una gran sonrisa.

"Realmente aprecio mucho este gesto, Yona..." respondió Sandbar, tomando el té.

"Por favor, chicos, no sigan, voy a llorar", dijo una voz detrás de ellos. Del otro lado del camino que cruzaba la pradera, venía Gallus con sus características cejas afiladas, no muy lejos se encontraba Ocellus leyendo un libro mientras caminaba.

"Yona, deberías tener más cuidado al empujar la silla de ruedas de Sandbar. Es un equipo muy delicado del hospital", reprendió Ocellus sin levantar la mirada de su libro.

"Yona emocionarse un poco al adelantarse en el paseo con amigo Sandbar", respondió Yona algo preocupada.

"Descuida, todo está bien, Ocellus", añadió Sandbar.

"¿Te preocupa más la silla de ruedas que Sandbar? Podría haberse caído de la silla, ¿sabes?" dijo Gallus, tan mordaz como siempre.

"No lo creo, Gallus. Conociendo a Sandbar, debió recordarle a Yona todas las medidas preventivas para transportar correctamente una silla de ruedas para ponis, así que estoy segura de que no se habría caído. Por otro lado, es muy lindo de tu parte que te preocupes tanto por Sandbar como lo hace Yona por él", respondió Ocellus con una sonrisita, cerrando su libro de golpe y devolviéndolo a su alforja.




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