Me encontraba con los ojos entreabiertos, comencé a escuchar ruido proveniente de la entrada, agarré mi lámpara para protegerme aunque no me iba a servir mucho si era quien yo creía pero solo era una falsa alarma.
—¿Qué haces con un velador en la mano? —dijo Diana preocupada—. Esas pesadillas que te atormentan. Tenes que ir a un psicólogo, no es normal esas pesadillas nocturnas.
Luego Diana se disculpó por haberme tratado mal, tenía un mal día y no sabía por qué pero si lo averiguaba se iba a poner peor, así que solo me callé.
—¿De quién es esa pulsera? —preguntó Diana.
—Mía, me la dio mi novio, Zac —sonriendo.
Luego de terminar de hablar de Zac; empezamos a hablar de Henry, el nuevo chico de la secundaria. No pude evitar pensar que me encontraba casada con él, miré hacia mi mano donde seguía teniendo el anillo, no sabía por qué razón me costaba sacármelo de la cabeza.
Durante la noche tuve un sueño con mi papá, era raro que aparte de tener pesadillas también podía tener sueños. Mi papá se encontraba de espalda diciéndome que iba a mostrarme algo, tenía muchas ganas de conocerlo. Diana se ofreció a ayudarme pero me negué, sabía que si seguía vivo se encontraba en Shadow, no quería volver a ese lugar, tampoco quería poner en riesgo a Diana. Quería olvidarme de todo pero algo me decía de no darme por vencida aunque en realidad eso era lo que quería hacerle creer a Diana, para no meterla en problemas o exponerla a peligros.
—La Tessa que conozco era dulce, tierna y ahora te convertiste en una persona que se da por vencida fácilmente.
—Tal vez esta Tessa es con la que te tenés que conformar —dando un portazo.
—¿A dónde vas? ¡Son las seis de la mañana dentro de una hora vamos al colegio! —exclamó Diana.
Me senté en un banco, me encontraba en la plaza, alguien estaba sentado al lado mío pero no me di cuenta, hasta que Zac me habló. No soportaba ser diferente. Zac me alentaba convenciéndome que era una persona diferente, que debía estar contenta, tenía un castillo donde mi mamá me esperaba, me hizo darme cuenta que en la Tierra no tenía nada para hacer, toda la gente se encontraba bien y era aburrida, era la responsable de salvar a todos tanto a los ángeles y criaturas místicas.
—Hay algo que descubrí hace poco y es que el padre de Henry tiene un hechizo bajo todos los ángeles de la oscuridad y trata de hacerlo con los ángeles de la paz pero no tiene tanto poder, me necesita a mí para hacerlo, ¿pero por qué me querría matar? —pregunté.
—Ahora tenes que preocuparte de otra persona, la historia es diferente.
—Zac no puedo elegir entre ser reina de la oscuridad y reina de la paz, no puedo, yo pertenezco a los dos y eligiendo uno de ellos es darle la espalda al otro.
¿No me podía pasar otra cosa? me lo preguntaba una y otra vez. Zac me había contado de mi media hermana, de parte de mi papá, llamada Pamela. Cuando se hizo la guerra por la paz y la venganza fui robada por un ángel oscuro, no se sabe quién había sido él/ ella pero me había traído a la Tierra, haciéndole creer a todos mi muerte. En ese momento, podía ser reina, solo debía enfrentar la guerra. Explicó que mi media hermana buscaba venganza por ser yo la elegida y no ella. Pamela era poderosa pero yo era más, estaba celosa por ello, buscaba mi muerte para ser la única más poderosa.
Mi papá ahora estaba vivo y era el rey de los ángeles oscuros. Des y mi papá ahora eran amigos, entre ellos hubo rivalidad pero cuando Des conoció a la mamá de Henry, no hubo más rencor entre ellos. La mamá de Henry se encontraba viva junto con Henry y Des.
Para el colmo Henry se iba a casar con mi media hermana. Me sentía rara con tanta información de golpe. Mi mamá no sabía que estaba con vida pero tenía esperanzas, era mi obligación estar con ella en ese momento.
—Comprendí que mientras vos seas feliz yo lo voy a ser aunque no estés a mi lado —dijo Zac.
—¿Cuándo se casan? —pregunté.
—No se —respondió Zac.