Estabamos preparando los últimos detalles de la boda. Tanto pensar, me dio dolor de cabeza, me desmayé. Mi alimentación era muy mala. Rosa lo sabía y de vez en cuando me preparaba cosas ricas para que no me deprimiera, apenas entraba algo por mi boca.
—A veces las personas toman medidas drásticas para tratar de que nadie salga lastimado pero es inevitable porque es al que más lastimamos.
—Se va a casar con Pamela.
—¿Tal vez si te presentas en la boda? Lo podes impedir así.
Federico me llamó para que hablara con él, preguntó si estaba mejor de mi caída, respondí que sí. Preguntó cosas de mi vida, si había viajado a algún lugar, respondí que a Buenos Aires. Pamela comenzó a buscarme para arreglar un poco su vestido, tuve que esconderme en la habitación, no estaba para nadie. Vi mi hermoso anillo de bodas, la hermosa sortija de compromiso, no pude evitar pensar en los votos. Quería estar acostada en la cama y nunca levantarme, deseaba que fuera una tonta pesadilla. Tenía que evitarlo, él estaba a unas horas de casarse.
Aparecí en la casa de Diana para pedirle un consejo. Desde hacía varios días, antes de la boda, me atormentaba con la idea de no pasar una vida con Henry a mi lado. Se iba a casar con otra. No podía dejarlo así porque sí, quería que también supiera que lo amaba, que daría mi vida por él tanto como él lo haría por mí y pedirle perdón por todas las cosas malas que había pensado o dicho sobre él.
Más que nunca sabía que estaba muy equivocada con respecto a él, se me hacía una sonrisa en el rostro al pensar que por la que cambió fui yo y no por otra pero me destrozaba pensar en que él ya no iba a ser mío, sino de Pamela. Al diablo con todo, yo lo amaba y él me amaba, era lo único que importaba, estaba tan segura que lo quería solo para mi. Quité el hechizo de transformació, demostrándome como realmente era, con mis alas negras.
—¿Henry Aceptas a Pamela como futura esposa en la salud, enfermedad hasta que la muerte los separe? —dijo Paulo.
—¡Paren la boda! Henry no podes casarte.
—No acepto, nuestro amor es más fuerte y eso nunca lo vas a entender Pamela, Tess perdóname yo no quise...
Expresó Henry, preocupado, corriendo a abrazarme, en un fuerte y cálido abrazo. Todos estaban muy sorprendidos por la contestación de Henry, ninguno decía palabra, todos estaban con cara de asombro, mi papá me estaba mirando y una sonrisa inmensa en su rostro se podía reflejar.
—¡No! ¿por qué? ¡te odio Tessa! mi papá hablando siempre de vos y lamentándose de haberte dejado.
—¿Qué es toda esta locura Pamela? —preguntó Federico.
—Siempre se trató de la tonta Tessa, nunca de mí pero no cantes victoria —acercándose más. Henry se puso delante para protegerme —. Volveré preparada para derrotarte, por todos estos años de sufrimiento.
Dijo inclinando su brazo hacia arriba, logrando provocar un rayo que le cayó encima a mi chico. Cada vez se encontraba más pálido y frío.
—¡Henry no! —dije gritando, desesperada.
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Bueno esta novela ya está llegando a su fin, será hasta el capítulo 31. Gracias por los comentarios y los votos. Espero que les esté gustando. Saludos desde Buenos Aires xoxo.