La Guerra De Las Bestias

Amor o capricho

Fue el primer día de trabajo del coronel, y el ultimo de muchos soldados, el uniforme era la muestra de la decisión de aquellas personas con el anhelo profundo de cuidar a sus familias, después de mucho tiempo bajo las ordenes de distintas formas de pensar, cayeron en las manos de aquel Coronel de una sed insaciable de de dolor ajeno, de gritos y de lagrimas, al parecer era cierto, se trataba de una completa fiera, todo el día no paró  de dar ordenes sin importar el sufrimiento de aquellos hombres, el dolor se sentía tan profundo, el cuerpo lloraba, suplicaba piedad, el corazón parecía que ya no podía latir o que más bien se saldría del corazón,  se trataba de un miserable sin capacidad de sentir un poco de compasión, si acaso el hubiese entendido o visto con aquellos ojos cubiertos por el gris de la neblina que es cansancio es humano y es sentido hasta por el más gallardo guerrero

En cuanto al T. Coronel era la misma historia, solo que el con descaro se burlaba de ellos, les dijo molesto:

- Yo vengo a trabajar, no a lidiar con gente tonta, floja e ignorante- con esa sonrisa irritante que deseas borrarle de una apuñalada

les veía como la escoria de la humanidad, con una mirada azul aunque el azul mas desagradable y falso que pueden tener dos ojos, un porte de superioridad que aunque la tenía se sentía el mismo rey de corona inglesa, con la arrogancia sin fundamento de un niño malcriado en el cuerpo de un hombre de 40, solo caminaba al lado de ellos como si caminase entre ganado de cerdos, solo divirtiéndose y escupiendo a unos cuantos que se quejaban del dolor y el sufrimiento.

Solo pensaban en terminar, pero pareciese que los minutos transcurrían muy lento, cada segundo se contaba por cada gota de sangre y sudor derramados.

La teniente Sánchez pasaba cerca de donde entrenaba el coronel y sus soldados, en eso vio como él iba a golpear a uno de ellos, le vio con coraje y con el deseo que cortarle esa mano, corrió tan rápido y le alcanzó a detener la mano, ella le grito

- Bestia, eso es lo que es usted, una miserable bestia

El coronel sin pensarlo le dio una cachetada tirándola al piso, se golpeó la cabeza y la mejilla le quedo roja con la mano marcada, el respondió:

-Si yo soy una bestia, tu eres como la Adelita, popular entre la tropa

- ¿la fuerza es acaso para compensar lo que le falta de hombre?, si se atreve a golpearlos le juro que se arrepentirá, ellos no son máquinas, son humanos

- ¿me acusaras con unos de tus tantos amantes?, si no sirven para esto que no me hagan perder mi tiempo y que se larguen, y tú no te atrevas en amenazarme no sabes con quien estas tratando

- ¿cree que necesito de ellos?, usted tampoco sabe con quién trata, infórmese de mí y sabrá que conmigo nadie se mete

-vete a jugar a los soldaditos a otra parte, ¿Qué no tienes un marido que atender?

- ¿y usted está casado, dígame quien es para darle el pésame?

-lárgate de mí vista

Danilo hervía de rabia, todo dentro de él temblaba de coraje, Sánchez se fue con la cabeza en alto, furiosa, y es que ¿Quién se atrevería a meterse con ella?, él aun no sabía quién era, no sabía que se trataba de la teniente Sánchez, una mujer que se supo ganar su lugar, una fiera que no dudaba en enfrentarse al enemigo, los que la conocían, que era prácticamente todo el cuartel, los vieron con miedo sabiendo que dos bestias se habían enfrentado, pronto comenzaría una guerra pues esa mujer era indomable, recia, estricta, con un carácter temible aunque con buen corazón. Al pasar el rato, el chisme no tardo en difundirse, pues de eso, solo se escuchaba en el comedor:

-La teniente es muy valiente, le dijo sus verdades al coronel, que bueno que lo puso en su lugar

-pronto él se dará cuenta quien manda aquí, con ella es o muy valiente o muy idiota para meterse con la teniente

- ¿Cuánto crees que tarde en correrla?

-el coronel tiene razón, Sánchez tiene que atender a su marido, no estarle jugando a los soldaditos, aunque no creo que haya un valiente para casarse con ella

-que la teniente no te escuche, aun no llega a su límite, apenas le dio el primer aviso, pero ¿no se han dado cuenta que ha estado muy rara desde ayer?, cuando lo vio parecía que vio a un muerto.

- ¿desde ayer?, yo creo que más bien desde que regresó, ya no es la de antes, la Sánchez de antes sonreía, tocaba la guitarra los viernes, cantaba en la noche, hacía bromas, tenía ilusión en los ojos, se moría por estar aunque fuese en nuestro lugar aunque la pisotearan y la enviasen al lodo, ahora es solo una muñeca bacía

 - tiene razón, es una muñeca bacía, apenas sonríe aunque sea falsa, se desvive entrenando sin motivo alguno, deambula como fantasma además antes sus soldados eran su prioridad cuando se volvió Sargento ¿pero ahora?, solo los usa como juguetes 

-tienen razón, es increíble que lo haya defendió

Sánchez y Lucho escuchaban los comentarios de todos, solo lo ignoraban, aunque a ella se le veía seria.

-Te encanta meterte en problemas ¿cierto Sánchez? ¿Cuándo entenderás que no todo lo se piensa se dice?

- ¿enserio me lo dices tú?

-sí, pero no se la ando mentando a medio mundo, mira lo que te ganas, esa marca no se te va a quitar en semanas, bueno y a todo esto ¿ya te disté cuenta que se parece a...?

-cállate, ahora solo necesito pensar en que haré para que esto no me perjudique.

-¿ya resolviste tu sueño?

-no pero no sé porque esto me atormenta tanto, hoy volví a soñar con eso

- ¿y si los ojos son de él?

-es lo más probable, pero hay algo más, siempre es un hombre y unos ojos grises pero... siempre siento que hay alguien más en la habitación

Los recuerdos son una parte de nosotros que nunca se borra, algunos que necesitamos olvidar seguirán presentes, así se cambie de casa, de rumbo o de vida, el pasado nunca queda atrás.

Mientras tanto el general Daniel, el T. Coronel Debran y el coronel Danilo, se encontraban hablando.




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