La guerra nunca acaba

Parte 7: Misterio salvaje

Habías notado que Greenwood había aumentado su vegetación en los últimos meses, lo cual es raro sabiendo que había muchos rebaños de ovejas rondando el lugar. Puede que el ecosistema se haya alterado por Cesy que siempre sale a cazar durante horas. Pero no le das importancia.

Sigues caminando tranquilamente por el pequeño camino de tierra mientras observas a los pájaros trinar, las liebres ocultarse en sus madrigueras, los girasoles asomándose para recibir la luz de Solari, diosa del sol.

El viento mueve las hojas de los frondosos árboles dejando que pequeños rayos de luz atraviesen la espera del bosque. "Que cálido", piensas. Te detienes por un segundo para disfrutar de la brisa. Pero algo interrumpe tu momento.

Puedes oír cómo se mueve el follaje a tu derecha, es muy ligero como para ser captado, pero aun así lo percibiste. Miras en aquella dirección y con cautela por es la palma de tu mano en la empuñadura de tu espada, aprietas ligeramente mientras que con la otra sujetas la vaina lista para desenfundar.

De repente del follaje se deja escuchar un gruñido feroz. Crees que es un lobo.

Lentamente desenfundas tu espada... pero de pronto de tu espalada salta algo a una velocidad increíble, sin dejarte tiempo a reaccionar y en una fracción de segundo ya estás en el suelo con aquella cosa.... Muerta.

Escuchas en la lejanía como otros animales huyen despavoridos.

Te quitas el cadáver de encima y ves que efectivamente era un lobo. Te hubiera sorprendido la velocidad del ataque sino fuera por un detalle.... ¿Quién mato al lobo antes de que te tocara?

Estas segura de que no fuiste tú, ya que tu espada estaba a la mitad de desenvainar. Y no había ninguna gota de sangre en la hoja.

Arrodillada en el suelo, puedes ver como el lobo tenia incrustado algo en la nuca. Era una flecha, pero era transparente, podías ver el pelaje del animal a través de esa flecha. Estabas a punto de agarrarla cuando de pronto esta se disipa en el aire, dejándote con más dudas.

Algo raro pasaba, alguien te había salvado de lo que pudo haber sido una muerte segura. No podría ser tu madre, ya que ella no usaba arco, pese a ser diestra en ello. Y tampoco es que ella se preocupase que te ocurriera algo en el camino, confiaba que sabrías superar cualquier obstáculo.

De momento no le contaras de lo que paso hasta estar segura de lo que viste.

Te pones de pie y sigues tu trayecto.

"Lobos", piensas.

"Qué raro que me haya topado con ellos, usualmente se encuentran en los más profundo del bosque", sigues sin entender.

Repentinamente escuchas como en la copa de los arboles aledaños a ti, empiezan a mecerse de una forma inusual, como si algo se hubiera metido en sus ramajes. Te quedas inmóvil y no quieres saber qué cosa te está acechando, lo único que piensas es en llegar con tu madre.

"Esto se está volviendo peligroso", te asusta y sales corriendo.

Empiezas a un carrera estrepitosa, con el presentimiento de que algo podría haber ocurrido si no huis. Un instinto impulsado por el miedo que invadía tu cuerpo junto a la adrenalina. En un instante la tranquilidad del bosque se había convertido en peligros que acechaban en cada rincón. Te habías confiado demasiado, eso te volvía vulnerable a muchos ataques. De nuevo se te viene a la cabeza las palabras de tu madre: "Sé que eres algo descuidada, pero siempre debes mantener tus sentidos alertas, no importa si el lugar sea considerado seguro, nunca esta demás estar alerta ya que la muerte avisa hasta que ya es demasiado tarde". Lo recuerdas más por el tono serio y frió cuando lo decía ella, pero aun así es un consejo vital. 

 



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En el texto hay: romance ligero, duelos con espadas, desarrollo

Editado: 09.07.2020

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