Presente
Clarissa sabía que la única que podría ayudarla era Paola, debía huir del vampiro que decía que ella era la salvación de su pueblo. Clarissa no sabía quienes eran de su pueblo ni quería saberlo. Paola vivía muy lejos de donde la habían llevado al secuestrarla.
Y a todo esto, ¿quién era el hombre con el chocó?
De pronto un estremecimiento la llenó. Sabía que alguien la seguía.
Lo mismo había pasado con su acosador, con el vampiro y ahora, en ese mismo momento.
No quiso voltear, sintió miedo. Esto la aterró más que otra cosa.
No había sentido miedo con su acosador ni con el vampiro. Así que esto era algo peor.
Una muy atractiva mujer se colocó de un salto delante de ella. Clarissa pasó saliva, era por lo menos 20 centimetros más alta que ella misma, y tenía una expresión que la llenó de horror.
-La hechicera.
Otra vez el mismo cuento, pensó Clarissa.
-Mi nombre es Clarissa, no sé de que me habla.
-Mi nombre es Kassandra, aunque mi pueblo me dice Sugar M.
-¿Sugar M?
-Tal vez algún día conozcas de que va la M, tú me llamarás Sandra
Vaya, esta mujer que respondía a 3 nombres, la tenía realmente mal.
-Conociste a Roman y te dejó escapar, lo siento Clarissa pero no puedo hacer lo mismo, nuestro pueblo te necesita.
Clarissa sintió que definitivamente debía huir de esta loca, eso de que debía ir con ella no le parecía bien, si era amiga, ¿por qué le temía?
-No puedo ir contigo Kassandra, Sandra o SugarM
-A pesar de ser quien eres no podrás contra mi en una pelea, ¿ de verdad te quieres arriesgar?
A partir de que escuchó pelea supo que jamás le ganaría. Miró por encima del hombro de la otra mujer, no sin pasar dificultades, e hizo lo primero que se le ocurrió.
-¡Oh Dios! Roman viene para acá.
Tal como lo supuso, Sandra volteó a visualizar la amenaza. Esta pequeña distracción ayudó a Clarissa a salir corriendo en dirección contraria, rogando a todos los santos en su haber que la ayudaran a llegar pronto con Paola.
Esperaba no volver a encontrarse con ninguno de los que la perseguían, pero sabía que si alguien tenía mala suerte, ciertamente era ella.