La hechicera

Vini, vidi, vinci

Tres meses antes
Isantce andaba tranquila, como quien se sabe victoriosa. La estúpida guardiana se había quedado cuidando a Roman, el vampiro. Además una guardiana wicca jamás se compararía con una chamán de las montañas. La elegida se hallaba cerca, la sentía. El resto de los idiotas creían que era un hombre. Como siempre pensando en tiempos arcaicos.
En cambio todas las hembras de las especies mágicas sabían que la salvación del mundo mágico tenía que ser por fuerza una mujer. Llegaba a la puerta de donde se encontraba La Hechicera cuando alguien la detuvo.
Lo primero que sintió fue un fuerte viento. Seguido de un movimiento de la Tierra que bien podría parecer un temblor si no fuera porque solo ocurría en el espacio en el que estaba parada.
Se giró sabiendo a quien encontraría detrás de ella.
-Juliet, ¿qué haces tan lejos de tu altar?
-No debo darte explicación alguna Isantce-Juliet se colocó delante de ella en un parpadeo-en cambio tú debes decirme tu propósito aquí.
-El elegido se encuentra en este salón, su guardián está afuera y es necesario tomarlo con nosotros antes de que el guardián envenene su mente.
Juliet río ante el comentario.
-Primero, ambas sabemos que es una mujer; segundo, es guardiana; tercero, no deberías temer porque le envenenen la mente, ella es fuerte y por último, sabes que ella llegará a nosotros cuando sea su tiempo...vete de inmediato de aquí.
-Tú no me mandas, yo soy...
-La más poderosa chaman, lo sé-la interrumpió Juliet sonriendo-pero se te olvida quien soy yo y lo que puedo hacer para convencerte de hacer exactamente lo que quiero que hagas, ¿te arriesgarás realmente?
Isantce bufó molesta, tanto sacrificio para conseguir a un puto vampiro competente y ahora no tenía nada.
-Me voy Juliet, pero esa chica cumplirá su destino aun lo tenga que obligar.
Isantce salió echando pestes y maldiciones. Juliet miró por la ventana de la puerta a la Hechicera. Aún era muy joven, pero, sabía que pronto debía cumplir para lo que estaba en el mundo.
El problema sería escoger la raza que merecía esa perpetuidad y poder. Se desvaneció al ver a la guardiana llegar al pasillo. Aún no debía dejarse ver por nadie, la guardiana la reconocería en seguida y seguro le temería.
La pobre guardiana haría que huyeran lejos del destino de Clarissa y Juliet no podía permitir eso.
No dejaría que la volvieran a alejar de su familia.



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En el texto hay: cazadores, hombreslobo

Editado: 04.03.2018

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