Susana
¿Por dónde debo empezar?
Por la hiperventilación que sentí al equivocarme de persona, por el brutal espanto que me llevé al ver al Gelado frente a mí o por el pánico que se apoderó de mi cuerpecito porque él me siguió el absurdo juego.
De todas formas, si todos los caminos llevan a Roma; todos lo caminos que tomé hoy, me arrojan a estar jodida. Muy. Jodida.
Quién diría que el saltimbanqui de Val iba causarme tantos problemas, quizás hubiera sido mejor el darle un buen golpe definitivo para calmarle todas sus fantasías. Pero no toda la culpa fue de él, solo es un chico desesperado por asegurar un lugar en “este mundo”. La cuestión es que no permitiré que sea a costa mía. Su belleza es envidiable y tentadora; sin embargo, mi tranquilidad es más valiosa que cualquier cosa.
No quiero lidiar con Lucía y Tod Arkozonobel. Son otros viejos pasados de moda y frustrados como mi abuela. Ya suficientes han sido estos años soportándola.
Si el Gelado puede ayudarme a voltear la atención de Val sobre mí, pues solo dejaré que las cosas sigan así. Total, no creo que otro encuentro vuelva a ocurrir.
—Ya regreso, a-m-o-r-c-i-t-o —fue lo que dijo el Gelado al salir, nos dejó perplejos a todos. No éramos optimistas al respecto. Después de que yo soltara mis tiernas palabras hacia él, sabíamos que comenzaba nuestro camino por la cuerda floja. Todos aguantamos nuestra respiración y nos miramos con expectación. “¡Ándale, hermanito, si nos quiere echar de su casa hágalo o diga algo, lo que sea, pero dígalo!”, fue el pensamiento general.
A gracia nuestra, Val restregó la puerta ofendido y el Gelado abandonó la casa para ir a atender sus asuntos. Ahora nosotros en la sala nos quedamos sonsacados.
—Al menos, no frunció la frente —tranquiliza Lisbeth.
—¿Desde cuándo estás con Graham? —pregunta Runin, aún sin creerlo.
Lo observo con una expresión iracunda, ¡cabeza de chorlito! —¿Cómo crees que podría estar con él? Eso es mentira —aullo con efervescencia.
Liz comienza a reir— fue divertido.
—Nada de divertido, ¿viste su cara? Me iba a matar —reniego, en este mismo momento lo llamaré. Debo llamarlo y explicarle todo.
—¡Qué libertad! —se escucha a nuestras espaldas. Bruno ha salido del baño, su tranquilidad y la sonrisa santurrona en su cara me enferma. ¿Por qué no saliste unos minutos antes, maldito?
—Pero ¡qué es lo que has comido! —le reclamo— Tonto, acabo de hacer el mayor ridículo de mi vida y me he puesto en deuda con un insensato. Bruno, te quiero matar.
—Pero, ¿yo qué hice? —pregunta hundiendo los hombros.
—¡Nada! ¡No hiciste nada! —grito elevando los brazos.
—Susana, tampoco seas mala con él —defiende Runin.
—¡Claro! ¿Cómo tu no te has emparejado con el Gelado? Solo espero que el imbécil de Valentín no le vaya con el chisme a mi abuela.
Mis ojos se abren y mis manos viajan velozmente hacia mi celular. Tecleo y luego escucho la voz de Val que me responde— Seré tu amiga, y cambio te pido que no vayas de soplón.
“—No soy un soplón. Pero no me creo eso de tu noviecito, mi amor. Sabes voy a quedarme por dos semanas. Mi abuela me ha ordenado que me lleve bien contigo. Envíame tu horario para programar nuestras citas. Adiós, te amo”.
—Me colgó, este hijo de…
—¿Qué pasa aquí? —replica Bruno, nadie aún lo ubica en el tiempo y el espacio.
—Su, tranquilízate. ¿Tú crees que Valentín te hubiera creído si le hubieras dicho que estabas con Bruno? Val lo conoce, si hasta lo vio comerse los mocos en la primaria.
Sara hizo un gesto de disgusto y yo recordé ese día. Por un momento, los músculos de mi cara se relajaron, pero en seguida volví a fruncir el ceño.
—No comiencen, a desenterrar el pasado, ¿ok? Sino también yo soltaré sus trapitos sucios —amenaza señalándonos con el dedo índice y con la otra mano suelta se aprieta la cintura. Bruno nunca te olvidaré.
—¿Qué tal si empezamos a comer? —sugiere Runin al quedarnos en un minuto de silencio.
—¿Aún no almuerzan? —pregunto sorprendida, ya son más de las tres.
—Me dijiste que regresarías para almorzar —responde acomodándose el mandil—. Así que te estaba esperando y luego vinieron Bruno y Liz para animarte, decidimos esperarte todos.
Mis ojos brillaron mientras los veía alrededor mío.
**
Al final de la tarde, cuando mis amigos ya se habían despedido, las aguas se habían calmado. Decidimos juntos que lucharíamos contra la influencia de Val (lo siento, Val, te hemos tratado como el villano de la serie). Por supuesto, les conté lo que pasó en mi visita a la casa de mi abuela, omitiendo, claro está, todo lo que sentí allí adentro.
Sara, a pesar de no entender completamente nuestro lenguaje, hacía gestos de apoyo. Su español recién está puliéndose, y no podíamos hablar inglés, sino Runin no hubiese entendido ningún carajo. Espero que al menos, vea que con nosotros se puede divertir mucho en estas vacaciones.
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Editado: 16.02.2024