La heredera de Lyuvov (libro 1)

Capítulo 2: ¿Secuestro o exageración?

"...Mientras se acercaban la imagen se hacía más clara. Efectivamente era un hombre y no cualquier hombre, era nada más y nada menos que Bléiser.

—Alex llévate a Luna, ¡ahora! —gritó Eithan agarrando la mano de Cloe que lo miraba aterrorizada.

—Tiv...

—Haz lo que te digo, después te explico. Busca al resto y déjala a salvo..."
 

Miércoles, 1.° de abril de 2020.
 

—¡Kolie a desayunar! —grita mi madre interrumpiendo mi momento creativo. 
 

Solté el bolígrafo junto al cuaderno de notas, prefiero escribir en papel mis ideas para cuando las transcriba a digital ir editando los detalles. Miré la hora en reloj que hay al lado del ordenador de mi habitación, son las 7:45 am. Mi cuarto está ubicado en la segunda planta de la casa, es amplio, las paredes son de color rosa pastel y tengo un librero enorme que ocupa toda una pared, lleno con mis ejemplares favoritos. Tendí la cama, guardé mi móvil en el bolsillo de mi pantalón de mezclilla y bajé a la cocina con extrema calma.
 

—¿Será que en esta casa nadie puede escribir en paz? Estoy redactando una escena realmente importante para mi último proyecto —me quejé fingiendo estar enojada.

 

Mi madre se encuentra preparando unas tostadas con mantequilla, usa un delantal de cuadros y lleva el cabello recogido. No me puedo molestar mucho con ella, durante este año que he pasado como directora de la compañía hemos mejorado nuestra relación. Incluso me ayuda más dándome espacio para escribir. Debo desayunar rápido para asistir puntual a una reunión de inversionistas. Si no me alimento correctamente probablemente me desmaye por el camino.
 

—Buenos días para ti también hija —dice poniendo una taza de leche con chocolate en mi puesto.
 

—Buenos días —dije arrastrando las palabras y me senté en la mesa—. Ma, ya sabes cómo es esto de la inspiración, llega, se va, regresa... —probé un sorbo de leche, pero me quemé la boca e hice una mueca de dolor.
 

—¡Kolie! ¿No viste que está caliente? —Se acercó preocupada y examinó la zona dañada—. No es nada grave, solo la sensación, ten cuidado por favor. Mel está para el mercado y yo debo encargarme de que mis niñas tengan su desayuno a tiempo. No recuerdo cuando fue la última vez que estuve en la cocina de esta forma.
 

—¿Dices que está caliente? En realidad está hirviendo. 
 

—No seas dramática —minimiza la situación y me alcanza las tostadas con mantequilla.
 

—Oye, ¿el abuelo ya llamó? —pregunté degustando una tostada crujiente, el sabor de la mantequilla se instaló en mi paladar, la sensación es exquisita.  
 

—Aún no, ¿por qué? 
 

—Él siempre llama a primera hora. ¿Qué habrá pasado? Quiero que venga a cenar esta noche con nosotras —saqué mi teléfono y le marqué.
 

“Apagado”
 

—Debe estar durmiendo, déjalo descansar. Tu tía quiere venir esta noche también. Dice que debemos hablar de un tema importante, pero no sé qué es.
 

—Está apagado —informo sin dejar de mirar la pantalla del teléfono.
 

El pequeño tornado de la casa hace su entrada triunfal en la cocina, trae el control remoto en una mano, señal de que ha obtenido una victoria en el juego que practicaba. Mi madre acomoda con las manos su cabello castaño que está hecho un embrollo. 
 

—Kely debiste peinarte antes de venir a desayunar —la reprende mamá.
 

—Hola, princesa, ¿cómo amaneciste? —la saludé dándole un beso en el cachete. 
 

—¡Buenos días! —Su alegría es el sol que ilumina nuestro hogar cada día—. Ma, tengo hambre —hace un puchero para que no se enoje, coge su jarra de jugo y se sienta en la mesa. Ella no toma leche en las mañanas, no le gusta—. Estoy bien hermanita. ¿Tú que haces? —pregunta degustando su desayuno.
 

—Estoy intentando localizar al abuelito que no ha llamado esta mañana. Mejor lo llamo directo a la casa.
 

—Hija, déjalo descansar. 
 

Hice caso omiso a las palabras de mi madre y le marqué nuevamente a casa, pero me salió el buzón de voz.
 

—Buzón...
 

—Ves, está durmiendo. Ya tu abuelo es viejo y no puede andar madrugando.
 

—Puede ser. Por ahora explícame eso de la tía y la cena de esta noche.
 

—Bueno, ya sabes cómo es ella, debe necesitar dinero.
 

—No le vamos a dar nada —niego con la cabeza y termino mis tostadas—. No le gusta trabajar, pero sí gastarse hasta lo que no tiene en lujos innecesarios.
 

—Kolie, tranquila. Ella sabe que tu abuelo tiene ahorros, que a la compañía le va bien y que ella es heredera de todo eso. 
 

—¡No me hables de herencia! —vocifero.
 

Odio pensar que en algún momento morirá, espero que ese día se tarde mucho. Mi abuelo está vivo y es muy fuerte.
 

—Lo está, pero también es viejo. Nunca he leído su testamento, pero creo...
 

—¡Mamá! —grito—, mi abuelo no se va a morir. No me hables de testamento, por favor.
 

—Cariño, estás grandecita para entender, todo el mundo muere —se acerca a mí y acaricia mi rostro—. No puedes esperar que las personas que más quieres sean eternas, dolerá más si las pierdes.
 

—Mejor me voy su casa a verlo. Me preocupa mucho que no haya llamado y su celular esté apagado.
 

—Pero... —Solo la miré y ella entendió mi posición. Sabe que él siempre llama y jamás duerme hasta tarde—. Está bien —asintió rindiéndose—, pero recuerda que las diez tienes una reunión con los proveedores.
 

—No lo olvidaré —grité cogiendo mi bolso casi llegando a la sala. 
 

¿Cómo voy a olvidar la reunión si se ha pasado la semana hablándome de ella? Durante mi tiempo en el puesto he aprendido mucho, sobre todo a no llegar tarde, puede costarnos millones. La casa del abuelo queda rumbo a la compañía así que no tendré que desviarme. Justo antes de subir a mi auto me saluda mi vecino Tobías desde su jardín, es bastante atlético, pelirrojo y pecoso. Estudiamos juntos en la universidad y es el mejor amigo de mi ex.
 



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En el texto hay: magia poderes y secretos

Editado: 27.12.2021

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