Capítulo 11: “La llamada”

Desperté en la casa de mi abuelo, aquí tengo un armario extra y mi propio dormitorio. Supongo que tras el derrumbe este es el único lugar al que podemos recurrir sin ser noticia de primera plana. Ahora esta casa le pertenece a Kely, espero que ella esté bien y que el tonto de Joseph no haga nada estúpido. No tengo ni la más remota idea de cuánto tiempo he estado inconsciente.

Me levanté lentamente, me duelen los huesos y la cara me arde. Me coloco frente al espejo que hay encima de mi mesa de maquillaje, una horrible marca en forma de espiral abarca parte del lado izquierdo de mi rostro cerca de mi ojo. Toco con el dedo índice delicadamente, duele, y recuerdo por qué terminé en este estado: el libro.

Busco entre las sábanas y no hay nada, salgo desorientada buscando una cara familiar. En la biblioteca está mi madre llorando y mi tía a su lado acariciándole el cabello. La escena es desgarradora, ella está devastada.

—¡Me quieres matar! —grita mi madre y llora con más fuerza al verme- ¡Casi te mueres ahí dentro! ¿No pensaste en mí? ¿No pensaste en cómo estaría luego de que raptaran a Kely y casi te sepultas bajo mil escombros?

—Lo... siento —fue lo único que logré decir en mi defensa. Ella tiene razón, fui imprudente y desconsiderada.

—Kolie, hija, no me puedes hacer esto. —su voz se quebró.

—¿Qué se sabe de Kely? ¿Qué dice la policía?

—Revisaron la nota, las evidencias señalan que fue un secuestro, pero... —negó con la cabeza. No hay evidencia, ni dejaron indicios, ya lo sabía.

—Fue Joseph, él quiere mi collar y se llevó a Kely.

—¿Joseph? ¿Te estás escuchando Kolie? —me pregunta mi madre levantándose y acercándose a mí- Joseph fue quien te sacó de los escombros, es quien ahora mismo ha montado un equipo de rescate para buscar a tu hermana y dices que es él quien se la llevo.

—Creo que Kolie está muy afectada -agregó mi tía mientras rebuscaba algo en su bolso.

—Mira, sé que estás enojada, que te traicionó y no es para menos, pero no puedes culpar a una persona sin pruebas. Sube a tu habitación y descansa, tus heridas no se han curado. —mi madre me guío por el pasillo hasta mi habitación.

—Mamá, el libro, ¿lo recuperaron?

—¿Qué libro?

—El de papá.

—Lo siento cariño, aún están rescatando nuestras pertenecías, puede que lo recuperen. Ahora descansa por favor.

—Está bien —me acomodé en la cama y ella cerró la puerta al salir.

Cuando deje de escuchar sus pasos volví a salir de la cama. Yo estoy segura de que lo tenía en la mano, seguro que la figura encapuchada fue Joseph y luego se hizo el héroe, de paso se robó mi libro. Mi habitación se encuentra en la primera planta, así que logré salir sin dificultad y sobre todo sin ser vista.

Avancé por el patio y crucé la cerca de madera que divide la casa del abuelo y la de la señora Mostrinvell que me atrapó en pleno intento de fuga.

—¡Kolie! —exclamó al verme en su patio.

—Señora Mostrinvell...

—Tranquila, cariño, no debes explicación. Entra antes de que te atrapen -me sonríe cálidamente y la acompaño al interior de su vivienda. Desde que era una niña no venía por aquí. El diseño de su cocina sigue siendo el mismo.

—¿Cómo sabe...?

—Qué te has fugado —concluyó la pregunta y asentí con la cabeza— Hay cosas que sé, otras que deseo saber y otras que prefiero ignorar.

—¿Sabe lo de mi hermanita?

—Por desgracia sí, tu novio está que arde en furia buscándola.

—Joseph no es mi novio.

—Escucha, logre oírlo decir que Dard es el culpable. Busqué en internet y no hay nada de este hombre, así que le escribí a una amiga del Mundo Armin.

—¿El Mundo Armin? ¿Usted...?

—No tengo esas habilidades, pero soy consciente de que el nuestro no es el único mundo con vida humana que existe. Dard es un asesino sanguinario del mundo mágico. Desmembrar, ahogar, raptar y degollar significa su apodo. Siempre firma el cuerpo de su víctima con esa marca que tienes en el rostro.

—Mi hermana... —dije con voz temblorosa y lágrimas en los ojos.

—Sé qué te pidió el collar y que no vas a dárselo fácilmente, pero Kolie, él no da oportunidad para salvar a su víctima.

—Mi padre.

—¿Qué ocurre con él?

—Fue el tal Dard quien mató a mi padre, a mi abuela y a mi tío Adam. ¡Por dios!

—Debes tener cuidado —me entregó una caja parecida a la que contenía a mi collar cuando lo encontré—. Esconde el collar debajo de tu ropa y entrega esto en su lugar. Estoy segura de que ese criminal se tragará el cuento al ver esta caja que contiene un somnífero, no la abras antes de entregársela.

—¿Cómo lo encontraré?

—Estoy segura de que él te encontrará. Ahora vete y recuerda, mucho cuidado.

—Gracias.

—Le debía un favor a tu abuela Aurora, ya puedo descansar en paz —la abracé y salí corriendo por la calle principal.

Corrí desorientada por unos minutos hasta que comenzó a sonar algo en mi bolsillo. Busqué y saqué un pequeño teléfono desechable, contesté sin emitir sonido.

—Kolie —una voz chillona respondió del otro lado de la línea, evidentemente usa un modificador de sonido— Deja el collar en la caja 026 del subterráneo. Tu hermana llegará en el próximo tren. Media hora Kolie, ni un minuto más.

Finalizó la llamada y el teléfono comenzó a derretirse en mi mano. <¡Rayos! He quemado el teléfono, Joseph cuando te atrape...> alguien me toca por la espalada sacándome de mis pensamientos.

—Kolie, cariño, ¿qué haces aquí?

—¿No te he dicho que no me llames así?

—¿Con quién hablabas?

—¿Dónde tienes a mi hermana? ¿Qué es eso del subterráneo?

—Dard contactó contigo y piensas que soy yo. Claro, estás segura de que tengo un motivo. ¿Tal vez liberar a la loca de mi hermana? Quiero que te quites el collar, no que me lo des. No puedo cuidarlo porque dentro de cuatro años moriré y renaceré como un bebé indefenso. Tú eres la guardiana, pero no debías usarlo, cosa que no escuchaste e hiciste. Ahora ese collar es parte de ti. No te lo puedes quitar aunque quieras.