La heredera de Lyuvov (libro 1)

Capítulo 34: “De frente”

—Papá, ve directamente a la habitación y protege a Kely —mis palabras sonaron como una orden, aunque esta jamás fue mi intención.

—¿Y Gya? —preguntó mirándome con pesar.

—Llévala contigo—me giré a Joseph—.¿Puedes ayudar a mi padre?

—Claro, ¿qué harás tú?—respondió el aludido.

—Iré a ver a Dard, de frente, le exigiré que me entregue el anillo por las buenas.

—Cuídate —dijo y me besó en la mejilla.

El roce de su piel con la mía arde, quema y duele. Podré sonar egoísta, pero quiero que me trate como antes. Necesito que elimine la barrera que ha creado para separarnos y que me vuelva a llamar "Kol, cariño". Siempre odié que me llamara así y ahora lo extraño. Nuestro romance acabó, pero la amistad se estaba restableciendo. ¿Por qué me permití perderlo?

—Mi niña, regresa a salvo —pidió mi padre y siguió a Joseph al área de camillas.

Es mi turno de demostrar mi valor, debo hacer algo que me haga digna de lo que tengo. Así como tomé la dirección de la compañía de mi abuelo, debo tener de frente a ese asesino y acabar con los años de desgracia que ha traído su maldición.

Ahora podré confirmar o descartar mis teorías. Intentaré averiguar sus motivos, secretos y sobre todo, le daré la oportunidad de arrepentirse por todo el daño que ha provocado.

Salí de la edificación a paso firme, poniendo a un lado el temor. No voy a mostrarle mis debilidades, ni demostrarle que, en el fondo, estoy aterrorizada porque no quiero lastimar a un ser humano. A unos metros de él, logro analizar mejor el terreno.

El fuego en forma de U que lo rodea solo tiene una salida y es por donde voy a enfrentarlo. Si las cosas se salen de control no tendrá escapatoria. ¿Por qué se expondría de esa forma?

Continúo caminado, intentando aparentar seguridad y confianza. Siento mi corazón palpitar desenfrenado y que en cualquier momento se saldrá de mi pecho. Invoco a la brisa que me calma, la cual llega y se enreda en mi cabello soltándolo, este cae en ondas sobre mis hombros.

—Dard —grito cuando estoy a unos pasos.

Está volteado de perfil, con las manos enlazadas a su espalda, lo primero que ubico es el anillo en forma de espiral. Sin dudas es él, observa al fuego que lo rodea, una llama pareja, caliente y fuerte. Noto que una cicatriz surca su cuello, su cabello es totalmente gris y su nariz perfilada. Viste un traje negro, de chaqueta larga y botas. Se gira lentamente, tortuosamente, estoy impaciente por ver su cara y me quedo helada.

No se trata de un desconocido como esperaba, ni de un rostro nuevo. Ya lo conozco, le he visto cientos de veces.

—Kolie —me sonríe con ternura— ¿Me recuerdas?

Su voz me confirma que se trata de la persona que imaginaba, el dueño del centro comercial. Mi abuelo, Dyado, y yo hicimos varios negocios con él, parecía tan normal. ¿Estará usando el hechizo nuevamente?

—Tú... Has estado tan cerca todo el tiempo. No lo creo, ¿estás usando el hechizo?

—No, este es mi verdadero rostro —da un paso hacia mí y retrocedo—. No me temas, no te haré daño.

—¡No te tengo miedo! Quiero respuestas.

—Muy bien, estoy dispuesto a contestarlas.

—¿Así de fácil?

—Sí.

Lo examino con la mirada, no tengo idea de si dice o no la verdad. Hay algo que no encaja, que me mantiene alerta aunque aparentemente no hay nada de lo que preocuparse porque estoy en evidente ventaja.

—Muy bien. Primero quiero saber, ¿qué te hace pensar que mi abuela te traicionó?

—Kolie, no tengo tiempo de contarte mi vida. No me hagas preguntas que tardaré horas en explicarte, mejor pregunta cosas de sí o no. Nos ahorraremos tiempo y llegaremos al punto rápidamente.

—¡Dijiste que responderías mis preguntas y eso es lo que quiero saber! ¡No me digas qué puedo preguntar o qué no! Haré las preguntas en el orden que estime conveniente, ¿entendido? —intenté sonar autoritaria, quiero mostrarle que aquí está fuera de su entorno, se encuentra bajo mi dominio.

—Bien —da otro paso hacia mí, esta vez no retrocedo, como sabes el verdadero y único guardián del collar soy yo. Ves esta cicatriz —señala su cuello—, me la hice cuando intenté usarlo. Comenzó asfixiarme con mis propios recuerdos. Estaba con Aurora cuando todo ocurrió, ella me quitó el collar y salió corriendo, dejándome moribundo.

—¡Ella pensó que habías muerto!

—¡Ella quería que yo muriera! —grita y se acerca más.

Su rostro queda unos centímetros sobre el mío porque es más alto. Levanto la vista e intento encararlo.

—¿Te das cuenta de que ella lo único que hizo fue evitar que alguien más usara el collar?

—Supongo que no le funcionó porque tú lo usaste. Hablando de eso, veo que ya no está en tu cuello. ¿Será que...?

—¡Aquí estoy! —la voz de Armin hizo eco en mis oídos.

—Armin —la voz de Dard tembló, probablemente no esperaba la aparición de la persona que es más temida que él mismo.

La hechicera aparece abriéndose paso entre las llamas por detrás del asesino, ella domina los cuatro elementos así que su aparición es dramática. Su pelo ondea con el viento que ha aumentado su intensidad de un momento a otro. Dard se voltea dándome la espalda, su temor es notable, tiene los ojos abiertos por la impresión, incluso ha comenzado a hiperventilar. Su respiración deja de ser regular y comienza a tener dificultad para hacerlo. Está acorralado y lo sabe.

—¿Quieres mi mundo? —Armin ríe sádicamente—. Enfréntame y consíguelo.

—No... Vine... A... Enfrentarte... —dice agitado y entrecortadamente por la falta de oxígeno.

—Muy bien, mejor. Extiende tu mano —ordenó y avanzó hasta él impulsándose con un pequeño montículo de tierra.

—Armin, aún no contesta mis preguntas —llamo su atención, pero ella me ignora.

—¡La mano, Claus! —grita y él extiende la mano del anillo. Parece hipnotizado.

—¡Espera! —camino y me coloco en el medio de los dos frente a la mano extendida de Dard. Cubro el anillo con mi brazo— Quiero respuestas, y si lo destruyes no las tendré.



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En el texto hay: magia poderes y secretos

Editado: 27.12.2021

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