La herencia maldita

Capítulo 2.

Felipe.

-  Esto es todo, señor Von Buol, esta es la voluntad de su padre, así lo quería. – dijo el abogado, terminando de leer el testamento de mi padre y lo puso en la mesa delante de mí.

- ¿El castillo de Zermatt? ¿Por qué solo cincuenta por ciento?  – pregunté, porque no entendí que pasaba con él.

- Como le dije, la señora Monti también está figurando en el testamento y tiene derecho legal a heredar la mitad de este castillo en Zermatt y un cuadro suyo.

- ¡No! ¡Es imposible! – exclamé.

- Con mucho respeto señor Von Buol, pero no creo que ese cuadro de su padre vale una fortuna. – el abogado no entendía mi disgusto.

- No es el cuadro, es el castillo. No puede dejarle la mitad, porque es mía.

- Lamento recordar que todo es legal. Incluso su padre quería dejarlo en la exclusividad solo a Mónica Monti, pero en ultimo momento decidió dividir en dos partes. Por voluntad de su padre, ella recibe la mitad del antiguo castillo, que, según tengo entendido, usted no lo ha visitado nunca, pero los de más bienes como un apartamento en Ginebra, una casa en San Marino, una colección de pinturas, el dinero de sus cuentas y, por supuesto, acciones de su negocio va a su familia. - Dijo tranquilizándome el abogado.

- Usted no entiende, esto no es solo un castillo viejo, que no vale la pena ni restaurar, es nuestro nido familiar de los duques Von Buol y debe ser heredado de padres a hijos, y no a una tal Mónica Monti, que no tiene nada que ver con nuestra familia. – Exclamé, pensando como diré esta noticia a mi madre. - ¿O hay algo que no sepa?

- Entiendo su desconcierto, quizás esta carta le explique por qué su padre hizo tan extraña decisión. - Dijo, mostrándome un sobre azul con el sello de nuestra familia.

- ¿Qué hay ahí dentro?

- No lo sé. Aquí dice que solo puede abrirse el día, cuando usted cumple un mes viviendo en este castillo.

- A parte de todo, ¡¿Tengo que vivir allí? ¿En estas ruinas? - estaba indignado, porque no me esperaba una broma de mal gusto de mi padre.

Aunque ¿por qué no? Siempre hizo lo que quiso, sin tener en cuenta las opiniones de los demás. No le importaba ni la familia, ni el negocio, ni yo. Para él, sus pinturas y su pasión por la extravagancia siempre fueron lo primero. Nunca ha sido buen padre para mí, pero fraccionar la propiedad de nuestro título nobiliario era el colmo. Podría entender, si le regalara parte de la casa en San Marino, de la colección de los cuadros, pero no de la casa familiar, que era un símbolo de los Von Buol.

- No es tan ruina, el ala donde vivió su padre está bastante bien.

Le miré como a un idiota, porque era imposible para mi dejar mi trabajo un mes y marchar a vivir a los Alpes. El abogado entendió y añadió:

- Puede preguntar a su madre sobre esta persona, tal vez sabe algo.

- No lo sé, ellos ya bastante tiempo que ni hablaron.

- Mire, si este castillo es tan importante para usted y su familia, entonces ofrécele a Mónica Monti comprar su parte. Creo que ella estará de acuerdo, teniendo en cuenta, que para restaurarlo costará una fortuna y porque no vive en Francia. - sugirió el abogado.

- Entonces, ¿Dónde vive? – pregunté, porque me pareció una buena idea.

- Nuestros agentes afirman que ella vive actualmente en Milán.

- ¿En Milán? ¡Odio esta ciudad!

- No tiene que ir allí, le inviamos una carta y la invitamos por aquí, para firmar los documentos y enseñar la propiedad. - dijo el abogado.

- ¿Tengo que conocerla? O usted mismo, en mi nombre, le ofrece una suma por su parte del castillo. - pregunté.

- Como quiera, pero le aconsejaría que la conozca personalmente, gane su confianza y le diga lo que significa este castillo para usted y su familia.

- No. No tengo ningún deseo de encontrarme con alguien, que seguramente engaño a mi padre y persuadirla de devolverme lo que es mío por derecho. – dije enojado, pero pensando un poco pedí al abogado. – De todos modos, ¿Me puede dar información sobre esta heredera?

- Sí, por supuesto, - dijo el abogado y me entregó una hoja con sus fechas y una fotografía.

No tenía nada más que hablar con el abogado, pero me interesaba mucho una cosa: ¿Quién era esa Mónica Monti? Esperaba conseguir la respuesta a esta pregunta de mi madre, porque ni lo pensaba ir a vivir a Zermatt, así que corrí hacia ella, mirando una foto de una mujer muy bonita de unos cincuenta años. Tenía un aspecto muy cuidado y no parecía a una cazafortunas. “Las apariencias engañan,” – pensé. De repente me pareció verla en algún lugar, pero de joven. Intentaba recordar donde podría verla, pero en el pasillo cerca de los ascensores, una idiota chocó contra mí y salpicó la foto, que tenía en la mano, y mis zapatos nuevos con los restos del café.

No sentí tanta pena por los zapatos, como por la foto, porque se la iba a mostrar a mi madre. Además, esta tonta torpe se agarró a mí como una garrapata. Ya estaba nervioso con todo este descubrimiento con la herencia y la broma de mal gusto que me hizo mi padre, pero esta torpe me llevó a tope de enfado, cuando estropeo la foto. Mirando a la idiota, que parecía una oficinista promedia, a juzgar por su ropa, con un salario tal que es mejor no decirle a nadie la cantidad, para que la gente no llore de lástima, la separé de mí con mucha irritación.

- ¡Qué has hecho, idiota! ¿No ves por dónde vas? – dije, pero ella no reaccionó. - ¿Eres, además de ciega, también sorda? Di gracias, porque tengo prisa, de lo contrario lamentarías.

La agarré del hombro, tratando de sacudirla y escuchar una disculpa, pero esa loca me llamó un gallo andrajoso y me golpeó en la ingle, causándome un dolor insoportable. No tuve tiempo de hacer nada, cuando se escapó entrando en el ascensor. ¿Qué está pasando con las mujeres? ¿Una loca suelta puede lesionarte así por así? ¡El mundo está volviendo peligroso!



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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