Aun sin despertar de mi sueño siento como alguien toma mi mano y me obliga a levantarme. Suelto un jadeo de dolor cuando siento el agua rozar mi herida y así llevarse el carmín que la adorna—Debe tener más cuidado—me dice Uma mientras seca con delicadeza mi herida.
—Se me cayó de las manos—digo en un susurro porque a pesar de haber caído en la realidad aún sigo afectada por el tormentoso recuerdo.
—Por suerte la cortada no es tan profunda—me da una sonrisa con la intención de calmarme, pero en realidad el dolor incluso ya había desaparecido.
Sin yo pedirle nada ella llega con un tarro de ungüento en sus manos para que mi herida pueda cicatrizar mejor. Mientras ella con cuidado envuelve la herida mi mirada se pierde en la nada pensando en esa noche.
Durante los 27 años de mi vida se quién soy, caí en cuenta de los recuerdos nunca se iban a ir, pero ocurrió lo mismo que la vez anterior. Incluso recuerdo desde un principio lo ocurrido durante esa noche, por eso no entiendo porque cuando las imágenes llegan a mi cabeza de repente me afectan tanto.
Siempre lo ha hecho, siempre me duele volver a ver eso. Pero de alguna manera se siente diferente, mi cuerpo lo siente diferente.
Mi vida como princesa en Constantinopla ya no tiene nada que ver con quien soy ahora. Siendo sincera… prefiero esta vida a la que tenía encerrada en esa jaula. Aunque algo de mí se quedó encadenado con mis amigas, con Vesta… con las personas que en verdad quería. Pero estoy segura de que su vida fue mucho mejor que la mía. Mi corazón me lo asegura.
Ahora vivo en Ayodhya, en la ciudad de Saketa, considerada la capital del Imperio Gupta. Creo que desde mi comienzo noté la fascinación que tengo por los mercados. Y precisamente esta ciudad nació como uno ubicado en el cruce de dos carreteas importantes. La carretera Shravasti-Pratisthana norte-sur y la Rajagriha-Varanasi-Shravasti-Taxila
Es una de la ciudades más concurridas por viajeros del Imperio. Este suelo que piso está bendecido por numerosos santuarios, como los de la serpiente, yaksha Pasamiya, Muni Suvratasvamin y Surappia.
En estos años si me he dado el gusto de pasear por las calles de la ciudad satisfaciendo mi admiración por cada creación. En donde más las personas disfrutan pasar su tiempo es a los pies de Shiva.
Que según los más viejos de la ciudad nos ha protegido desde la creación del hombre. Siendo sincera no lo niego, la energía del lugar se siente muy pura alrededor de esos lugares.
—¿Se siente mejor Sara?_asiento con la cabeza a Uma y ella limpia sus manos para recoger lo que había tirado al piso ̶ deja que cierre la herida.
—No puedo Uma—replico sentada desde la mesa viendo a la morena moverse de un lado hacia otro—tengo que terminar un pedido.
—Se entrega en dos días y casi lo terminas, yo puedo hacerlo.
Me quedé callada, porque en los años que la conozco había descubierto de que no iba a poder ganar contra ella, tal vez por esa razón somos amigas. Nos conocemos desde hace diez años, desde que las dos comenzamos como aprendices de la medicina Ayurvédica.
Uma es una chica de piel morena y pelo más negro que la noche. Su pelo llega a la mitad de su cintura y es una chica divertida y muy alegre. Sus facciones se quedaron marcadas como las de una pequeña niña. Eso la hace mucho más adorable.
El Ayurvédica se centra en una vida saludable, en la prevención y el tratamiento de la enfermedad atraves del yoga, la meditación, el masaje, así también como el uso de remedios herbarios.
Esta define la vida Ayuh, como la coordinación de nuestras cuatro partes: el alma, la mente, los sentidos y el cuerpo, con la totalidad de la naturaleza y el cosmos. La salud no solo es un estado del cuerpo. Interactuamos con las estaciones, los cambios del Sol y la Luna, así como las relaciones cotidianas que orbitan dentro de nuestra vida, nuestras personas queridas y amigos.
En este sentido, afectamos y somos afectados por cada otra cosa que se encuentra a nuestro alrededor. Según los conceptos de esta medicina, poner todo ello en equilibrio, es la clave para una vida saludable.
Y la manera para entender la mejor forma de ayudar con la medicina es aprender del maestro. Los aprendices trabajan al lado del maestro hasta que todos los conocimientos de él pasan directamente al aprendiz. Uma y yo hemos sido aprendices durante diez años, hasta que después de la muerte de nuestro maestro nosotras nos convertimos en maestras.
Uma aprendió los secretos del cuerpo y le da masajes a cada paciente, yo en cambio me centro en el equilibrio del cuerpo y la mente mediante el yoga. Los remedios herbarios son preparados por las dos. Nuestros servicios se amplificaron mucho durante el último tiempo, porque comenzamos a atender a los soldados del ejército.
—Es una pequeña herida que no me va a afectar mucho—intento por segunda vez continuar con mi trabajo. Cuando de pronto, sin necesidad de alzar la mirada siento sus ojos acusadores sobre mí que me hace tragar nerviosa, porque admito sin vergüenza que mi amiga es de las personas que es mejor no ir en su contra. Yo, que me había colocado en pie como una “valiente” vuelvo a mi puesto con lentitud—Pero es mejor que descanse un poco si no quiero que mi herida se abra.
—Bien dicho.