La Hija de Jesús: El comienzo de un camino

17

Cuando algo que yo deseo no ocurre, he aprendido a no insistir más porque la vida tendrá sus razones. Pero por primera vez voy en contra de lo que yo siempre pensé en mi vida, todo por ella… todo porque quiero volver a ver sus ojos. 

Durante tres días Eron intentó y luchó consigo mismo lo más que pudo para no coger la ruta larga con el fin de verla a ella. Pero esa mañana sus deseos ganaron la lucha, y él se rindió con mucha facilidad. 

—¿Te encuentras bien Eron?

El mencionado saltó en su lugar cuando Hazan llegó a su lado en silencio, asustándolo por completo porque su mente evocaba esos bellos ojos. Eron carraspeó con los nervios muy a la vista—Si, todo está bien.

—¿Esta seguro? Estas cargando la mercancía con mucha rapidez—Hazan no se creía nada de lo que decía él. Se notaba a la vista de cualquiera que estaba demasiado nervioso.

—Solo quiero terminar rápido porque el camino es largo—dijo sin pensar en las palabras que habían salido de su boca.

—Pero si el camino principal ya está despejado, ahí el viaje es más rápido.

—Debo hacer algo antes—solo dijo eso con la intención de no hablar más de ese tema—Me tengo que ir.

Hazan vio al comerciante prácticamente huir de sus preguntas. Eso le parecía demasiado extraño y debía averiguar qué era lo que estaba pasando. 

Mientras tanto Eron no pudo evitar apresurar un poco al equino porque sus ansias eran demasiado, debía verla ya o amenazaba con perder la razón. Pero se sigue haciendo la tonta pregunta a la cual aún no tiene respuesta alguna…

¿Por qué esos ojos lo atraen de la misma forma que el ruido decide opacar al silencio?

Vio su hogar y su corazón lo sintió en su pecho a mayor rapidez. Podía decir que tal vez estaba enfermo… pero a quien quería engañar. Estaba demasiado ansioso y nervioso por verla. Y ahora su mano hecha puño tiembla antes de tocar la puerta. 

¿Huirá otra vez como aquel día?

No pudo responderse esa pregunta porque nuevamente la tenía frente a sus ojos. La belleza de la vida danzaban en sus ojos… pero esa misma vida parecía apagada. La sorpresa brilló en esos marrones por segunda vez, y de alguna manera predije sus movimientos y me adelanté a poner mi mano en la puerta para que no la cerrara.

—No me temas—dije con rapidez, pero a la vez intentando que mi voz saliera lo más suave posible para que viera que decía la verdad—No te haré daño.

A pesar de que no hizo ningun otro movimiento para huir, pude notar que se mantuvo alerta. Por poco una sonrisa nace en mis labios, pero la reprimí por temor a que eso volviera a asustarla. Pero seguía sin cumplir mi objetivo, quería escuchar su voz, su nombre, que dijera el mío.

_Perdón si te asusté la última vez, pero no sabía que alguien vivía aquí—carraspeo alejando mi mano de la puerta y me alegro mucho al ver que no huye de mí, ya no tiene tanto miedo—Soy Eron, soy comerciante ¿Tú trabajas sola?

Ella hace una mueca con sus labios y me mira con cuidado a la vez que asiente con la cabeza. Eron iba a volver a hablar pero una delicada voz se le adelanta—Soy Sara.

La sonrisa de Eron no pudo esconderla ahora, ni cuando luchó por hacerlo. Pero sus labios se curvaron hacia arriba mostrando sus blancos dientes. Su corazón bailaba dentro de su pecho y su voz se repetía en sus oídos como una dulce melodía.

—Hola Sara—disfrutó solo el hecho de decir su nombre. Rascó su nuca porque ahora se sentía nervioso y no sabía que decir frente a la mujer—Me tengo que ir, pero nos volveremos a ver—estaba dispuesto a irse, pero antes se voltea a ver a la mujer sin borrar su sonrisa—Estoy feliz de haberte conocido, adiós Sara

Eron dio unos pasos alejándose de ella, a pesar de que su corazón lo obligaba a quedarse a su lado—Adiós Eron.

Un escalofrío recorrió la espalda de Eron cuando sintió su nombre en sus labios. Era capaz de saltar de la emoción y él mismo desconocía esa faceta, que parecía que no conocía la realidad, se encontraba volando.

La vio una última vez antes de irse aun con la sensación de bailar sobre las estrellas. Este se iba a convertir en su día favorito, solo porque volvió a ver sus ojos, solo porque escuchó su voz. 

Nunca se había comportado como un loco, nunca había hecho algo sin haberlo pensado antes, algo que no tenía ningun tipo de sentido. Pero valió la pena, que tal vez en un futuro lo tilden de loco, vale completamente la pena… por ella.

El atardecer comenzaba a cubrir la tierra cuando Eron frente a su casa disfruta del silencio. Ese tranquilo silencio que lo llevaba sin poder evitarlo a unos ojos marrones, tan bellos, o más, como este atardecer. Eron sonrió con los ojos cerrados disfrutando del recuerdo de ella en su mente. Por alguna razón que desconocía podía ver su sonrisa aun cuando nunca la había visto.

Incluso podía verla danzar con el cabello al aire, riendo al cielo. Mirándolo a él con esos ojos alegres. Su corazón agitado por las imágenes sintió un ligero apretón de nostalgia y algo que reconoció como la tristeza.

Su momento de tranquilidad fue robada por el constate golpeteo contra la tierra que cada vez se acercaba más. La experiencia y el día a día le dijo a Eron que eran caballos lo que venía en su dirección, lo que desconocía era quienes eran esas personas. Abre los ojos y no puede evitar fruncir el ceño cuando ve cinco soldados cabalgar hacia él. Pero más confundido se sintió cuando vio entre esos soldados a Hazan.




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