Regresamos al salón para la cena una hora después. Ingresamos en el orden que establece el protocolo de las manadas: primero el Alfa y su Luna, luego el futuro Alfa y su Luna, de ahí seguían los demás hijos con sus parejas en orden de edad. Cuando los invitados nos vieron entrar a Stefan y a mí tomados de la mano y sonriendo comenzaron a aplaudir. Creo que todos sabían lo que iba a pasar, menos yo. Como organizadora del evento, Marianne se acercó al micrófono colocado en el podio al lado de la pista de baile y pidió a los invitados tomar asiento para dar inicio al programa.
La mesa principal estaba preparada para el actual y el futuro Alfa junto a sus compañeras más su séquito con sus parejas. El séquito era el Beta, Gamma y Delta, los tres guerreros más importantes después del Alfa, quienes aportaban en la estrategia, ejecución de planes y diplomacia, tres puntos necesarios a tener en cuenta para el cuidado y protección de la manada. Para mi sorpresa, Matthias, Gustavo y Patrick eran, respectivamente, el Beta, Gamma y Delta de Stefan. Los chicos me presentaron a sus compañeras. Milena, que era la Beta y sería mi segunda al mando, Gaia, era la Delta, y mi querida Nadia, quien era la pareja de Gustavo, la Gamma. «¡Lo sabía!», les dije cuando Gustavo y Nadia se acercaron para saludarnos, ya que lo que había entre ellos no podía ser solo coqueteo.
Como Caroline no estaba con nosotros comencé a buscarla entre los invitados. La encontré sentada en la mesa de Marion. Estaba al lado de un joven rubio muy parecido a Haldir.
Mientras los invitados se acomodaban en sus mesas, Maximiliam y Marie caminaron hacia el podio, donde Marianne esperaba para cederle a su padre y Alfa el turno para dirigirse a la audiencia. Tras pedir la atención de todos, empezó a hablar.
»Y justamente es Amelia la razón de esta reunión -continuó Maximiliam-. El propósito era acercarla a Stefan para comprobar si la Profecía se cumpliría en esta era, si ella era quien pensábamos, la prometida. Pues, tras ver el encuentro tan cercano con Stefan y hablar con ella, puedo dar fe que Amelia es hija de la Madre Luna y que Stefan es el Puro que Aúlla, ya que se ha prendado de ella».
Todos los invitados comenzaron a aplaudir. Algunos se levantaron de sus sillas y gritaban nuestros nombres con júbilo. Entonces comenzaron a pedir que nos besemos. Stefan tomó mi mano y me invitó a pararme, me hizo girar para quedar enfrente de él y juntar su boca con la mía. Ese era el segundo beso, no fue tan largo como el primero, pero, igual que su predecesor, volví a temblar cuando él puso su mano en mi espalda y perdí la cordura cuando sentí su lengua tocando la mía.
Oír esas palabras me avergonzaron un poquito y mis mejillas tomaron el color rojo de la sangre que subía a mi cabeza. No quería mirar a Stefan porque tendría que levantar la cara, y en ese momento intentaba que nadie notara que estaba apenada. Tomó mi mano y se acercó dándome un beso en mi colorada mejilla. «No te preocupes, yo haré que pierdas la vergüenza y otras cosas más», dijo con ese tono seductor que empezaba a conocer de él, y el roce de su nariz en mi lóbulo hizo que diera un casi imperceptible brinco en mi asiento, cosa que supe le encantó por la risita lujuriosa que soltó.
Lo siguiente fue dar la orden de servicio para iniciar la cena, la cual acompañaban con una suave melodía que calmaba el ambiente. Cuando vi los cubiertos me di cuenta que eran de plata. Por los libros de fantasía que había leído, recordé que en varias historias se repetía que los licántropos no soportan la plata. Le consulté a Stefan si era verdad lo de la plata y los licántropos, asintiendo con un movimiento de cabeza.
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hombre lobo alpha y luna, huerfana hija de la divinidad, sobrenaturales entre los humanos
Editado: 22.12.2023